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Verde que te quiero verde

Los jóvenes son los principales impulsores de la repoblación forestal en las FAR. Las áreas boscosas de este Ministerio y de la Unión Agropecuaria Militar representan el 2,6 por ciento del total del área cubierta de bosques en el país

Autor:

Patricia Cáceres

Los bosques, además de ser decisivos para la conservación del medio ambiente y la vida en el planeta, constituyen un recurso militar de primer orden. En caso de guerra son fundamentales para el enmascaramiento de los hombres y la técnica, proporcionan materiales para la construcción de obras defensivas, son obstáculos para medios de combate y transporte del enemigo, y además generan alimentos para las tropas.

Es por este motivo que en Cuba la reforestación siempre ha sido una tarea priorizada dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Las áreas boscosas de este Ministerio y de la Unión Agropecuaria Militar (UAM) representan el 2,6 por ciento del total del área cubierta de bosques en el país, según información ofrecida por el Servicio Estatal Forestal (SEF).

«La reforestación siempre ha sido de vital importancia para las Fuerzas Armadas. En 2001 el General de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, viceministro primero de las FAR y jefe del Estado Mayor General, emitió la directiva 717, en la que planteó cómo elaborar el plan director y dirigir esta actividad a nivel de nuestro Ministerio», afirmó el mayor Amaury León Fernández, oficial de aseguramiento ingeniero de la Gran Unidad de la Gloria Combativa Rescate de Sanguily, Orden Antonio Maceo.

Con la Ley Forestal aprobada en la Asamblea Nacional en 1998 como guía fundamental, y con el complemento de múltiples resoluciones, decretos y lineamientos técnicos, todas las unidades de las Fuerzas Armadas se encuentran enfrascadas en el acondicionamiento del Teatro de Operaciones Militares (TOM) a partir del aprovechamiento de los árboles.

También se preparan otras áreas no patrimoniales de las FAR, con cualidades desde el punto de vista militar, que resultan estratégicas para la defensa.

Según el cuadro civil ingeniero Antonio Sardiñas Pedraza, especialista en repoblación forestal del Minfar, estos bosques pueden clasificarse como energéticos, los que proporcionan madera y los de enmascaramiento, que permiten el ocultamiento de la técnica y el hombre.

Al decir del especialista, las FAR han ponderado además el desarrollo de fincas dentro de sus áreas, donde se siembran árboles frutales y maderables para autoabastecer a las tropas, con índices de supervivencia que superan el 85 por ciento.

«Es una estrategia nuestra poner a producir toda la tierra baldía que exista dentro del patrimonio, que pueda contribuir a la alimentación y que sirva para protegernos», dijo.

Es por ello que en las unidades es frecuente ver desde hace algún tiempo árboles frutales como mango, aguacate, mamey, níspero, colínea, guayaba, guanábana, anón, acerola, melocotón, chirimoya, coco, tamarindo y canistel. También especies maderables como cedro, caoba, majagua y eucalipto, además de moringa y café.

El capitán Jeorge Cano Redonet, jefe de Ingeniería de una unidad del Ejército Occidental, precisó que en todos los campamentos se sigue una estrategia de policultivo. Es decir, que los árboles frutales y maderables se intercalan con otros cultivos de ciclos cortos, para obtener cosechas mientras los sembrados principales germinan.

Ello se ha hecho con la asesoría de instituciones como el Servicio Estatal Forestal, el Instituto de Investigaciones de Fruticultura Tropical y la Unidad Científico Tecnológica de Base (UCTB) Alquízar…

Los jóvenes han sido los principales impulsores de la repoblación forestal en las FAR. Así pudimos constatarlo durante un recorrido por varias unidades del Ejército Occidental, donde nos topamos con más de uno «pegado» a la tierra, como parte de su Servicio Militar Activo.

El soldado Luis Miguel Tamayo Justo, del municipio de Diez de Octubre, aspira a ser médico en unos años, pero hoy sus atenciones son para las plantas, a las que ha aprendido a cuidar y salvar como si fuesen sus pacientes.

«Nunca había trabajado la tierra. Pero ya sé cómo mantenerla limpia, regar las plantas correctamente… todos los cuidados que deben tener para su crecimiento», afirmó.

Lo mismo le sucede al joven soldado de 18 años Ángel Ramón Torres McCook, del municipio de Plaza de la Revolución, quien dice sentirse «como pez en el agua» al realizar ese trabajo.

«Voy a estudiar la carrera de Biología en la Universidad de La Habana, así que la tarea de cuidar las plantas me gusta, es muy afín a mí.

«Es un gran honor para mí porque siento que trabajando aquí soy útil. Y a la vez es un reto, porque, aunque muchos no lo crean, trabajar la tierra no es fácil y requiere, además de esfuerzo físico, de conocimientos y maña», expresó.

Pero para el soldado Juan Alexey Triana González, de la provincia de Granma, la tarea es tan sencilla «como chuparse los dedos».

«Mi familia es de origen campesino y ha cultivado la tierra desde siempre. Este es su medio se subsistencia. Por eso para mí ha sido muy fácil saber el tiempo que lleva el riego para que las plantas sobrevivan, y cómo removerlas, regarlas…», precisó.

Para él no hay nada más útil y hermoso a la vez, porque «sembrar un árbol es una vida más que podemos dar al mundo», aseveró.

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