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Apasionada por la Historia

Olga Portuondo Zúñiga devela detalles de algunos de los textos que presenta en la Feria Internacional del Libro 2015

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

ESA sensación de placer por estudiar la Historia despertó en Olga Portuondo Zúñiga (Camagüey, 1944) desde época muy temprana. Se decidió por las Letras en el Bachillerato y declinó dedicar su futuro a las Ciencias Exactas en las cuales, confiesa, le iba muy bien. Aunque parece ahora increíble, la Doctora Portuondo sacaba las mejores notas en asignaturas como Matemáticas, Química o Física. No obstante, aclara, su idea fue estudiar Historia. «Tuve la suerte de que la Revolución, en la reforma de 1962, creó las carreras de Filología y de Historia. Naturalmente matriculé en la segunda».

La investigadora, a quien la Feria Internacional del Libro (FIL) reverencia en su edición de 2015, asegura a JR que «son muchas las motivaciones que pueden existir para que tenga ese aprecio por el mejor conocimiento del pasado del hombre. Ello nos permite reconocernos hoy y hacer mejor el futuro».

Textos valiosos suyos fueron presentados el lunes último en la sala Alejo Carpentier, de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña. En ellos ofrece una mirada a la formación de la identidad cubana en centurias inmensamente ricas en cultura, tradiciones y costumbres.

«Me encanta trabajar los primeros siglos de nuestro país. Es lo menos conocido y hay un campo vasto, particularmente en la región oriental, que es de donde se ha escrito menos», opina Olga de esos estudios que tanto la apasionan, y se regocija inmensamente cuando sus lectores reciben en detalles ese pasado.

A solicitud nuestra, la investigadora devela qué contienen estos seis volúmenes presentados en la FIL: «Un liberal cubano en la Corte de Isabel II fue motivado por algunas cartas que encontramos en el Archivo Nacional. La cubierta del libro es la de un hombre que no tiene piel, solamente aparecen sus músculos. Es que tratamos de descubrir el pensamiento de Francisco Muñoz del Monte, quien tuvo una posición muy radical, que mantuvo a lo largo de su exilio en España, y transmutó hacia otra bastante conservadora dentro del liberalismo».

Uno de sus libros más populares La Virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía, demuestra que la espiritualidad tiene una conexión directa con la identidad nacional, sobre todo porque toca lo que rodea el culto a la Patrona de Cuba.

En Manzanillo. De Salvador Golomón a Carlos Manuel de Céspedes, la Portuondo revela a Golomón, esclavo que luego libertan «porque se enfrentó al pirata». El texto bordea desde la fundación de la ciudad de Manzanillo hasta la vida en la localidad a finales del siglo XIX.

«Relato ese hecho emblemático no solo para la localidad, sino para toda la región oriental. Explico cómo, ante el ataque de corsarios, los manzanilleros lograron establecer la defensa e impidieron que la ciudad fuera ocupada. Se resalta allí cómo en 1857 Carlos Manuel de Céspedes aludió a ese pasaje histórico para exaltar el sentimiento de patria local entre sus coterráneos. Narro el hecho porque el Padre de la Patria estaba pensando en Cuba, en la capacidad de autodefensa de los cubanos, en este caso de los criollos manzanilleros.

«Hay una complementación entre Nicolás Joseph de Ribera y Una derrota británica en Cuba. Los dos tratan el tema del criollo en el siglo XVIII, algo que a veces se soslaya y, sin embargo, trasciende las fronteras hasta la centuria decimonónica. Debemos pensar que existe una mentalidad que viene de siglos anteriores, porque nosotros normalmente decantamos más el tema de la sociedad en las plantaciones. Pero existió una sociedad entre el siglo XVII y XVIII, que desde el punto de vista racial fue bastante mestiza, particularmente en la región oriental. Y todo ello hay que tomarlo en consideración.

«Una derrota británica en Cuba habla de un hecho que se conoce muy poco: los ingleses intentaron tomar Santiago de Cuba tentativamente por Guantánamo, algo que no fue posible. Trataron de llegar a la urbe oriental con una tropa numerosa y se encontraron con el acople de las tropas regulares españolas y la milicia de negros, blancos e indios. Pienso que este es un texto muy atractivo para los lectores».

Olga Portuondo señala que Entre esclavos y libres de la Cuba colonial tiene de todo: «Recoge desde un alzamiento aborigen y el origen de la familia Maceo, hasta una serie de viñetas de la vida cotidiana de la esclavitud y del hombre libre en esa primera mitad del siglo XIX, fundamentalmente en Santiago de Cuba».

—¿Qué punto en común tienen estos seis textos?

—Todos los libros que he escrito tienen un denominador común: la búsqueda del proceso de formación de la identidad nacional. Ello ha estado siempre, desde volúmenes como Nicolás Joseph de Ribera, que tanto aprecio, hasta el de la Virgen de la Caridad del Cobre, que gusta mucho.

—¿La espiritualidad también?

—La religiosidad también tiene mucho que ver porque está imbricada en esa identidad. He atendido no solo el proceso de formación de nuestra identidad relacionado con la oligarquía criolla blanca, sino que la he buscado en las personas libres de color —mulatos y negros libres—, como se llamaba antes.

—¿Será cosa de familia lo de su gusto por desentrañar la Historia?

—Hay muchos Portuondo historiadores. De alguna manera pudiéramos ser familia, del mismo tronco. Es un apellido de origen vasco y llegó a la Isla en el siglo XVII. No se movió de Santiago de Cuba. Así que hicieron suya esta profesión José Antonio Portuondo, Fernando Portuondo y otros menos conocidos como Portuondo Linares.

—¿Le debe un libro a Santiago de Cuba en el cumpleaños 500 de esa ciudad?

—Hemos hecho un libro sencillo y en el que participo no solo yo, también otros miembros de la Oficina del Historiador. Allí ofrecemos aspectos esenciales de la historia de Santiago de Cuba hasta la actualidad. Está dedicado a mis coterráneos y a los cubanos que desean conocer la urbe.

«Por el aniversario 500 también tenemos pensado publicar dos libros de viajeros a los que le he escrito el prólogo. Mucha gente, como yo, gusta de este tipo de literatura porque es como leerse un cuento. El primero de estos volúmenes, Un artista en Cuba, está avalado por la Editorial Oriente. Es un texto del inglés Walter Goldman increíblemente bello. El segundo es La Isla de Cuba. Pensamos que estos dos libros salgan este mismo año y tengan una buena acogida en el público».

—¿Qué aspectos deben tener en cuenta los noveles investigadores?

—Deben manejar las técnicas modernas, no limitarse a un estudio de la política, ni consultar un solo documento. Tienen que trabajar con series documentales y aprender a leer entre líneas, porque no siempre lo que se escribe es la verdad. Hay que saber el propósito, el interés de la persona que lo afirma, para saber hasta qué punto se encuentra cierta verdad en él que nos permita establecer comparaciones.

«Recomiendo al joven investigador que tenga mucha paciencia para trabajar en los archivos y mantenga la tenacidad. El trabajo de investigación no es solo la búsqueda de los documentos, pues hay un momento en el que se tiene que armar el rompecabezas, como siempre digo. Ahí es donde hay que tener conocimientos teóricos para partir de una filosofía de la historia. Ellos siempre deben pensar que estudiar el pasado es más útil para el presente y el futuro».

Recorrido literario

La historiadora y ensayista Olga Portuondo Zúñiga (Camagüey, 1944) ha mantenido una intensa labor docente en centros educacionales de Europa y América Latina.

Sus libros llevan impregnado ese profundo amor por la historia y la nacionalidad, como sucede con El Cobre: santuario nacional (1997); La catedral primada de Cuba (1997); y La saga de los Valientes (2003).

Laureada con los premios nacionales de Historia en 2003, de Investigación (2006), y el de Ciencias Sociales y Humanísticas (2010), esta incansable mujer es Doctora en Ciencias Históricas, profesora titular del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente; investigadora titular de la Academia de Ciencias de Cuba e investigadora adjunta de la Casa del Caribe. A ello se une su función como Historiadora de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba.

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