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La primera fotografía de Mariana

El mambí Ernesto Bavastro Cassard, primer fotógrafo en recoger la imagen de la Madre de la Patria, supo advertir los rasgos físicos y sicológicos característicos de su personalidad

Autor:

Bárbara Oraima Arguelles Almenares*

Mariana Grajales Cuello (Santiago de Cuba, 1815–Kingston, 1893), ha sido asumida como símbolo de la madre heroica, cualidad que propició el desarrollo de diversas acciones que permitieron que su legado llegara vivo hasta nosotros.

Algunas expresiones del tributo popular profesado a la mítica mujer han sido las acciones realizadas para preservar su imagen física del paso del tiempo. En tal sentido, y a juzgar por los exponentes que se conservan, fue Ernesto Bavastro Cassard (Palma Soriano, 1837–Kingston, 1887)1, el primer fotógrafo que estimó a Mariana como motivo sociocreativo para su obra. Su condición de mambí le facilitó el desenvolvimiento que tuvo en la temática del retrato de patriotas, entre los que se encuentran los que le realizara a la excelsa matrona; estos debieron producirse entre los años 1878–1887, período que compartieron en el exilio.

De dichos retratos se distingue un close up, cuya calidad permite advertir rasgos físicos y sicológicos característicos de la personalidad de la patriota, de los que al menos uno le ha sido señalado por quienes la conocieron y se refirieron a ella.

Los pequeños ojos de Mariana transmiten una mirada profunda, que acusan firmeza y serenidad; sus labios finos, deprimidos por la senectud, esbozan una sonrisa tierna propia de la madre. Son notorios el tono del color de su piel ya fláccida, los rizos de su pelo, la moderación de su peinado, el vestuario ligeramente adornado y elegante, complementado con unos aretes sencillos que forman parte de su arreglo personal; todo dentro del patrón sociocultural que resultó común para las familias mestizas de la época.

Los valores estético–artísticos del close up de Mariana Grajales Cuello realizado por Bavastro determinaron su trascendencia como ícono fotográfico de la patriota, de esto dan cuenta las cantidades de copias realizadas a partir del original; unas retocadas, otras manipuladas hasta que cada fotógrafo logró representar la Mariana más cercana a su imaginario. Similar tratamiento ha experimentado en la pintura. Es notorio cómo hasta hoy, en mayor o menor medida todos los artistas han tomado de modelo para sus creaciones el retrato de Bavastro.

A propósito de este particular, resulta necesario hacer referencia a una imagen de Mariana, sin más identidad que la técnica utilizada por su autor: «pintura a creyón», la cual muestra a la heroina como una mujer de 40 años, por lo que se ha interpretado como la primera imagen de la patriota. Esto resulta imposible por las siguientes razones:

Mariana cumplió los 40 años en 1855, y en esa ocasión por el estado y las normas socioclasistas de la pintura en Cuba, ella no hubiera suscitado el interés de ningún artista. Tampoco es factible que esta pintura se realizara tomando como modelo alguna fotografía de esa época, puesto que hasta ahora nada señala lo contrario a una aseveración de los descendientes de esta familia […] de los Maceo Grajales solo existen fotografías de quienes estuvieron en el exilio […] y en Cuba solo se hicieron fotos los […] que sobrevivieron el siglo XX. 2

De esta manera es fácil suponer que la pintura tomó como referente la fotografía de Bavastro. La comparación de las imágenes confirma que el pintor aunque optó por una Mariana acrecentadamente joven y blanca, reproduce la instantánea en cuanto a la pose del rostro, el peinado, los aretes y el cuello del vestuario. Es posible que esta imagen fuera la del gusto del pintor, o quizá, como fue común en la República neocolonial, respondía a las exigencias de algún encargo oficial del gobierno, que entre las acciones de manipulación del ideal mambí, patrocinaba la ejecución de retratos de patriotas para enaltecerlos en sus edificios y actos públicos, en los que las imágenes de Mariana y su hijo Antonio eran frecuentes, pero aparecían sometidos a este proceso de blanqueamiento visual, sustentado en razones de la ideología y al servicio de la clase que las utilizó.

A Ernesto Bavastro Cassard le corresponde el mérito de introducir con sus fotografías la imagen física de Mariana Grajales Cuello en nuestro contexto sociocultural; su retrato ha tenido muchísimas aplicaciones en las artes plásticas, que ya muestra varios momentos significativos de esas representaciones, engrandecidas con esa legitimidad que solo puede acusar el tiempo. (Tomado del periódico Sierra Maestra)

*Investigadora del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales

[1] Cortesía de la profesora Edilinda Cachón Campbell.

[2] Testimonio ofrecido a la autora por varios descendientes de la familia Maceo Grajales, durante una actividad del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales, en 2007.

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