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La acción más audaz de la centuria

Han pasado 120 años desde que Antonio Maceo, con todo el peso de su mito, completara la invasión a Occidente entre los más fervorosos gestos de respeto y cariño

Autor:

Dorelys Canivell Canal

PINAR DEL RÍO.— Era un enero frío ese de 1896, en el que los vegueros vueltabajeros estaban en plena campaña tabacalera y algunos, no pocos, esperaban con ansias la llegada de la invasión. El nombre de Antonio Maceo recorría ciudades y poblados, como protagonista de la que sería considerada después, la acción militar más audaz de la centuria.

Pinar del Río estaba lejos de los hechos del Oriente y del Centro, pero no lejos de la Revolución; un grupo de jóvenes avezados allanaron el camino a las tropas que traían la guerra desde el otro extremo y se mantuvieron en activo durante todo el mes de enero.

Los hermanos Lazo, los Báster, los Abascal, Policarpo Fajardo, Isabel Rubio y el Regimiento de Vueltabajo, dieron muestras de la valía y organización de los pinareños.

Carlos Socarrás y Juan Delgado esperarían a las tropas invasoras para conducirlas por territorio vueltabajero a partir del ocho de enero. Otros grupos pertenecientes a la columna también entrarían antes a Pinar del Río.

Apenas 14 días serían suficientes para concluir en Mantua la gloriosa Invasión a Occidente.

Toman Bahía Honda, las Pozas, destruyen los embarcaderos del Norte y el Muelle de Gerardo; el avance es rápido. De La Palma baja a Laguna de Piedra y regresa a Caiguanabo, es necesario ajusticiar a quienes cometen desmanes a nombre de los libertadores. Del 14 para el 15 llega Maceo al poblado de Pilotos.

La acogida es grandiosa, parece que los hombres de esta tierra esperaran ávidos la llegada de la columna invasora. El nombre de Maceo ha ido más rápido que sus caballos; el hombre de Mangos de Baraguá está cada día más cerca de Mangos de Roque.

En Pilotos una señora le obsequia un pañuelo bordado con la bandera cubana, el Titán se lo pone al cuello y lo lleva consigo por todo Pinar del Río. Otra mujer, María de la Luz Noriega, la novia de Cuba, como la llamara Maceo por su belleza, y su esposo, el doctor Hernández, se le unen aquí y van con él hasta Mantua.

El 16 acampa en Paso Viejo, pero tiene la disyuntiva de atacar o no la ciudad.

«Le falta información de inteligencia, no sabe qué fuerzas hay en la capital provincial, despueblan la ciudad, vienen voluntarios de San Luis y de San Juan, toman el teatro Milanés de Cuartel General. Lo que es hoy el Palacio de Pioneros, el edificio del Campesino, se convierte en una fortificación; refuerzan el ferrocarril, y Maceo decide pasar a tiro de fusil frente a la ciudad; los flanqueadores la circunvalan. Maceo sigue por el sur y acampa en Las Taironas. Allí tiene lugar, el 17, el famoso combate, que es una de las acciones más importantes», explica Juan Carlos Rodríguez Díaz, historiador de la ciudad.

El 18 ocurre otro enfrentamiento en Río Sequito, que algunos recogen como el segundo combate de Las Taironas, y el 19 en San Luis tiene lugar el de Tirado, que culmina en los predios de San Juan y Martínez, cerca de Guacamaya. El fuego fue comparado con los de Peralejo y Calimete.

Miró Argenter en sus Crónicas de la guerra dice: «La invasión llegó a la Villa de Guane el mismo día 20, a media tarde. El recibimiento de sus habitantes fue el más señalado en muestras de regocijo. Las campanas echadas a vuelo y los vítores de toda la población apagaban las notas marciales de la banda militar de Maceo; este fue aclamado frenéticamente por la multitud, ávida de contemplar la figura épica del caudillo oriental».

Según refiere Rodríguez Díaz, «Maceo está en Guane dos jornadas atendiendo los asuntos organizativos de la provincia, le paga a los maestros los sueldos que se les debía hacía meses; atiende a todo el que le pide una entrevista, a los vegueros. Aquí se cumple la famosa profecía de Gómez al salir la invasión cuando dice: “Nuestros caballos abrevarán en el Cuyaguateje”.

«De manera simbólica Maceo entra a Mantua el 22 de enero con el Regimiento de Vueltabajo al frente, porque así lo ha dispuesto él. Hay repique de campanas. El 23 ofrecen un baile y es donde se le ofrece la copa de champán y él dice: “Gracias no bebo»; un tabaco puro de Vueltabajo y dice: “Gracias, no fumo”. Pero como era muy dado a bailar lo hace toda la noche con la joven Urquiola, que era novia de un combatiente del Ejército Libertador. Y se firma también ese día el acta del fin de la invasión».

Maceo ha dejado un escenario favorable para la Campaña a Occidente. De regreso visita nuevamente el poblado de Pilotos, y tiene el noble gesto de devolver a su dueña el pañuelo que llevara en el cuello desde el día 15 de enero.

Otras acciones y tomas de poblados le esperan, pero la invasión ha cumplido su objetivo, el país entero está en armas, Pinar del Río es tan brava como el Oriente. La incorporación a la guerra ha sido masiva y la participación de los jóvenes determinante. Se ha roto también el mito del regionalismo, en tierras vueltabajeras han combatido hombres de todo el país.

«Maceo es el primero en aquilatar la valentía y tenacidad de los pinareños», asegura el Historiador de la ciudad de Pinar del Río.

Después se quemarán los poblados, aunque la historia haya olvidado a algunos.

En apenas 90 días recorrieron 1 800 kilómetros, desde que partieran de Mangos de Baraguá el 22 de octubre de 1895 y hasta que llegaran a Mangos de Roque el 22 de enero de 1896. Un total de 27 combates sostuvieron la primacía del Ejército Libertador, que con unos 4 500 hombres derrotó a 200 000 soldados españoles y ocupó 22 pueblos importantes.

Miró Argenter destaca, al referirse a la invasión en la parte más occidental de Cuba: …«Ya estaba el pinareño arma al brazo, para defender los principios de la libertad, que a la vez representaban los principios de la propia redención. Oriente y Occidente, que poco há eran dos polos diametralmente opuestos, se unían en íntimo lazo de parentesco por la virtualidad de una aspiración común. El hijo de la sierra y el ribereño de Cauto fraternizaban con el montañés del Pinar y con el veguero del Cuyaguateje. ¡Hermosa conquista de la Revolución!».

* Con información del libro La invasión de Antonio Maceo en Pinar del Río. Razones para comprender una hazaña, de los autores Enrique Giniebra Giniebra y Juan Carlos Rodríguez Díaz.

Notas de José Miró Argenter en Crónicas de la Guerra, contenidas en La invasión de Antonio Maceo en Pinar del Río. Razones para comprender una hazaña.

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