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Llueve «aquí», y «allí» ni una gota

Agosto dejó a muchos con el «gusto» de que la sequía terminó. Solo fue un leve «olor» a tierra húmeda como el que levanta la llovizna de domingo cuando salimos de la playa: como mismo aparece, se va y no regresa

Autor:

René Tamayo León

Al segundo mes más húmedo de Cuba ya le queda poco. Y apenas ha llovido. A menos que ocurra como en agosto, que tras casi tres semanas de estío cayeron «vendavales», el panorama luce «mustio», «seco».

Hasta anteayer, en el occidente del país apenas había caído el 57 por ciento de la media histórica de precipitaciones para septiembre; en la región central, el 46 por ciento; y en el oriente, el 45 por ciento de las lluvias esperadas, según informó el ingeniero José Antonio Hernández Álvarez, jefe de la Dirección de Uso Racional del Agua del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), durante los habituales encuentros de directivos de esa entidad con la prensa.

Fuera de septiembre, en lo que va de año ha llovido. Es verdad. Pero la realidad no es tan simple, e independientemente de que uno pueda interpretar un hecho según el ángulo en que lo mire, en cuestiones de lluvia y sequía cuando el «vaso» se ve «medio vacío», está medio vacío. Los hechos lo demuestran.

1) Hoy en el país no hay sequía meteorológica: en los cuatro primeros meses de la temporada húmeda —que se extiende de mayo a octubre—, el comportamiento de las precipitaciones ha estado al ciento por ciento de la media histórica, y la temporada seca que le antecedió (noviembre-abril) estuvo «pasada por agua», debido al evento El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).

2) Tampoco hay sequía agrícola: como ha llovido, cultivos, bosques, sabanas, hierbazales, lucen verdes, radiantes, vivos. No están estresados.

3) No obstante, los embalses acumulaban hasta ayer solo el 53 por ciento de la capacidad nacional, lo que representa 457 500 000 metros cúbicos por debajo de la media histórica para el mes de septiembre.

Ha llovido, pero las presas no suben de nivel. «Aguantan», pero no se llenan. Y son varios los meses en que la cota se mantiene ahí, por la mitad de la capacidad nacional.

Eso, empero, es a escala «macro» de país, porque cuando usted va territorio por territorio, entonces los números varían. Bastante, para mal, en Santiago de Cuba, Ciego de Ávila y Guantánamo, aunque no sucede lo mismo en La Habana, donde hay una notable recuperación, con las cuencas Almendares-Vento y Ariguanabo en estado normal y subiendo; ni tampoco en Las Tunas y parte de Camagüey.

Abel Salas García, vicepresidente primero del INRH, explicaba a la prensa que las precipitaciones no han sido geográficamente beneficiosas ni para los embalses ni para los acuíferos subterráneos. En muchas ocasiones y lugares —argumentaba—, las lluvias han caído alejadas de las cuencas que tributan a estos reservorios.

Independientemente de las lluvias de estos últimos meses, la sequía no ha terminado, porque en el país se acumula un déficit de precipitaciones de dos años y medio, afirmó Salas García.

El ahorro del agua sigue siendo, entonces, la clave para enfrentar una situación que, faltando casi un mes para que comience la temporada poco lluviosa o seca (noviembre-abril), podría complicarse aún más de no acontecer un evento meteorológico extremo.

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