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¿Dónde se gobierna el país?

Las reuniones de rendición de cuenta son un espacio para que la ciudadanía intervenga en los asuntos del gobierno de la sociedad. ¿Las aprovechamos para consolidar nuestra democracia socialista?

Autor:

Susana Gómes Bugallo

«Tú vas a ser el delegado del revolucionario y del contrarrevolucionario, del honrado y del delincuente… y tienes que tratar a todos por igual, porque son ciudadanos de este país». Esas fueron las palabras que le dijeron a Jesús García Brigos, cuando lo eligieron delegado del Poder Popular hace más de tres décadas.

Entonces él no sospechaba que dedicaría buena parte de su vida a estudiar el sistema que garantiza la democracia socialista del país, desde su formación de filósofo y acompañado por expertos del Instituto de Filosofía, un centro que tanto hace por comprender la Cuba de hoy.

Quien antes de entregarse a las ciencias sociales fuera físico, se ha dedicado al análisis sobre los delegados, las reuniones de rendición de cuenta, los consejos populares y todo lo que gravita en torno a la labor de gobierno del país. No son pocas las investigaciones que, bajo su firma, se han publicado sobre estos temas; no son muchas tampoco, cuando se requiere tanto de las reflexiones sobre un asunto que importa demasiado.

Además, como suele decir García Brigos, inquieta que entre las dificultades identificadas hoy, no hay nada esencialmente nuevo respecto a lo que se ha señalado como fenómeno negativo en los últimos 30 años. «Si se repiten los problemas, pese a haber intentado resolverlos reiteradamente, primero hay que preguntarse ¿por qué?», razona. Y coincidimos en que no por gusto el Poder Popular se encuentra en un momento de perfeccionamiento, tal y como ha señalado Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

A propósito, García Brigos conversa sobre la reciente carta que Lazo enviara a los delegados del país, ahora que comenzó el cuarto período de rendición de cuenta del 16to. mandato, y enfatiza en el hecho de que el Presidente del Parlamento insistiera en que en estas reuniones el elector está, «sobre todo, ejerciendo un derecho e interviniendo directamente en la labor de gobierno».

«La rendición de cuenta del delegado es el único espacio que tiene la ciudadanía para participar colectivamente en la labor de gobierno estatal, con excepción de las asambleas de nominación de candidatos. Hoy más que nunca se impone tener presente esta realidad, cuando nos enfrentamos a un nuevo escenario económico y social. Estas reuniones son para el ejercicio del poder del pueblo», afirma.

Hablar del poder

«No podemos olvidar que la labor de los delegados va más allá de resolver los problemas de sus electores, aunque esa cuestión esté en el centro. Esto tiene mucho que ver con el contenido de las reuniones de rendición de cuenta, para no seguir reduciéndolas a tapar el hueco, coger el bache o mejorar la calidad del pan. Se requiere más educación de los delegados y la ciudadanía en este sentido», fundamenta.

«Lo más importante es enfatizar en lo que es el Sistema del Poder Popular, que sepamos que el delegado es para viabilizar que todos participemos en el gobierno. Es un proceso difícil porque las personas no están acostumbradas a involucrarse, sino a delegar en alguien que resuelva las dificultades. Hay que reconocer críticamente que, incluso, hemos sido responsables de esto. Hay que explicar que hay un consejo popular y una Asamblea Municipal, que el delegado representa a los electores en esos órganos, pero eso no significa que interviene allí simplemente para defender los problemas de sus electores a capa y espada. Se trata de gobernar socialistamente, un proceso que tiene que descansar en la interacción de los representantes con los electores, donde las rendiciones de cuenta son determinantes», considera García Brigos.

El filósofo Jesús García Brigos ha dedicado más de dos décadas a estudiar el Sistema del Poder Popular. Foto: Calixto N. Llanes

Defiende que hablar de los delegados y el Poder Popular debe ser prioridad constante dentro de la educación cívica de la ciudadanía, y más aún de los jóvenes, porque es esencial que comprendan el país en el que están viviendo para que puedan desempeñar el rol que les toca.

Más que una buena persona

«El único lugar que tienen las personas para participar sistemáticamente de forma directa en la gestión de gobierno, como colectivo, es la rendición de cuenta con el delegado. Los electores tienen también los despachos como acto individual, e incluso otras reuniones, pero sin la regularidad ni el alcance institucional que deben tener las reuniones de rendición de cuenta.

«La reducción del contenido de la rendición de cuenta a la discusión de los problemas del barrio, cuando se une a la demora o la no solución, o a las pobres respuestas a buena parte de esos planteamientos, condiciona que muchas personas no pongan interés en dicho proceso.

«Precisamente ese reduccionismo, esa limitación que nos hemos impuesto en el ejercicio del gobierno, en buena medida, hace que se produzcan las deficiencias. Por eso hay que participar de verdad, y no solo mostrando un 90 por ciento del total de electores: tenemos que saber y querer participar en nuestro sistema», incita el experto.

«Para eso hacen falta buenos delegados y ciudadanos preparados. El delegado tiene que adentrarse en la labor de gobierno y darse cuenta de que ese es el eslabón básico de la nación», analiza.

Es importante, según el filósofo, que el delegado conozca su lugar en el sistema y entienda, entre otras esencias, su potestad de decidir si un funcionario no lo hace bien y hay que quitarlo o sancionarlo, que comprenda que las empresas no le hacen un favor cuando le responden.

La preparación sistemática de los delegados es vital, resalta el investigador, y arguye que no se puede reducir a las reuniones en que los directivos, previo a los procesos de rendición de cuenta, explican a los delegados cómo marchan sus actividades. En las reuniones con los electores, el delegado da cuenta de su gestión e informa y propicia intercambios acerca del trabajo del gobierno local y del país, porque es un orientador político, vital en articular el gobierno de la nación», dice.

El académico llama la atención sobre la necesidad de actualizar el sistema de planteamientos para que no ocurra —como han detectado en algunas pesquisas del Instituto de Filosofía— que en algunos lugares se orienta que no se recojan todos, sino los que podrán resolverse. Esas situaciones son inconcebibles, reconoce García Brigos, porque las actas deben registrar todo cuanto se discute, incluso aquellos asuntos que se zanjan con las masas, a fin de que la Asamblea Municipal pueda analizarlos posteriormente.

¿Un joven delegado?

«La juventud no acepta formalismos, y quien ve así el trabajo del delegado, no suele aceptarlo, pues entiende que le quitará tiempo para su formación en la vida. Tenemos que lograr que los jóvenes se sientan estimulados y vean en el Poder Popular la posibilidad de realizarse como revolucionarios, para que encuentren el modo de compatibilizar sus urgencias con las de la nación», comenta. De hecho, afirma, ha conocido delegados jóvenes muy buenos.

Por eso le preocupa que la falta de identificación de la juventud con esa labor tenga que ver con que el Poder    Popular se haya formalizado, cuestión en la que insistió el General de Ejército Raúl Castro en 1974, cuando alertó sobre los peligros de que la institucionalización generara formalismos y conductas burocráticas en la dirección.

Desde su accionar en las reuniones, señala, la ciudadanía tiene el deber y el derecho de intervenir en el gobierno del país, labor que, en términos prácticos, se traduce en la elaboración y control de la ejecución de los planes locales y la planificación general de la sociedad cubana.

Fuera de ese acto, abunda, interviene a través de su delegado y los delegados provinciales y diputados electos por todos. Pero en la reunión de rendición de cuenta, en esos espacios de ejercicio colectivo directo, se encuentra el alma efectiva del gobierno estatal de la nación cubana, finaliza.

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