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El clima está sonando (II parte y final)

Sergio Barrios García, delegado provincial de Recursos Hidráulicos en Ciego de Ávila, responde a interrogantes sobre la sequía más intensa y prolongada que ha vivido esta provincia

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— La tierra tiene sed y se traga todo lo que cae. Bien lo sabe Sergio Barrios García, delegado provincial de Recursos Hidráulicos. El déficit acumulado durante 40 meses de seca en Ciego de Ávila es muy grande, y de los 15 sectores del manto subterráneo —la principal reserva acuífera con capacidad para más de 800 millones de metros cúbicos—, todos están en nivel crítico o desfavorable; en diez existe la prohibición de usar el riego por gravedad y en cuatro no se puede hacer ningún tipo de riego.

delegado provincial de Recursos Hidráulicos,
Sergio Barrios García, no duda en calificar
la actual sequía como la más prolongada
e intensa que ha vivido Ciego de Ávila.

El delegado provincial de Recursos Hidráulicos, Sergio Barrios García, no duda en calificar la actual sequía como la más prolongada e intensa que ha vivido Ciego de Ávila. Foto: Luis Raúl Vásquez Muñoz

Las presas tampoco tienen mejor aspecto. De las seis existentes —entre las que se incluyen las dos del Complejo Liberación de Florencia—, tres colapsaron. El resto se encuentra en estado muy desfavorable, al 11, 2 por ciento de su capacidad, uno de los más bajos de Cuba. Por eso no duda en calificar el actual evento como la sequía más intensa y prolongada en los últimos 70 años, al menos de lo que se tiene registro.

«Hoy —dice— se ejecuta un plan con más de 70 medidas, seguidas muy de cerca por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, el Partido y la Comisión Provincial del Gobierno creada, con sus respectivos grupos municipales, para enfrentar la sequía. En la provincia pudiéramos estar peor, porque nosotros dependemos de las reservas subterráneas, donde, a diferencia de las presas, la recuperación es más lenta y depende mucho de los aguaceros. No estamos en condiciones más desfavorables por el trabajo de esa comisión y de un grupo de especialistas, que alertaron desde muy temprano lo que sucedería. Gracias a esa labor hemos soportado 40 meses de sequía.

«Las acciones son hoy para enfrentar, no para mitigar los efectos de la sequía. Ya ese nivel pasó. Por eso hay medidas restrictivas: no puedes usar agua o no puedes utilizar más de la que te dan. Eso trae conflictos; pero la situación es clara. O la cuidamos o nos quedamos sin ella. Es verdad, la lluvia está por llegar; sin embargo, según el Centro Meteorológico Provincial, los pronósticos para Ciego de Ávila indican la posibilidad de que no lloverá para recuperarnos».

De acueductos, salideros y otros demonios

—Los salideros son numerosos, y al verlos la población dice: «¿De qué sequía hablan, si mira cómo se bota el agua?». ¿Qué respondería usted ante esos cuestionamientos?

—Mire, hay salideros por varias razones. Por incapacidad nuestra para tomar iniciativas, por falta de medios para solucionarlos y porque en Ciego de Ávila y Morón, las principales ciudades de la provincia, no hay acueductos. Sus redes son muy viejas, y en la capital provincial, por ejemplo, una causa importante de las fugas son los trabajos para sustituir 14 nudos. En los lugares donde se cambiaron la presión de agua es mayor y rajó las tuberías. Sabíamos que eso ocurriría, pero estábamos ante una disyuntiva: no hacer nada para no aumentar el nivel de fugas y en algunos barrios seguiría sin llegar el agua, o lo contrario, acometer los trabajos y el líquido llegaría a pesar de los salideros.

—Además del deterioro de las redes, está el colapso de las fuentes de abasto. ¿Qué se ha hecho para enfrentar ese problema?

—Buscar nuevas fuentes y crear nuevas conductoras, entre otras acciones. En la capital provincial se tendió una nueva línea de más de seis kilómetros. Esa fue la bendición de la ciudad, porque una parte importante de sus pozos estaban en el norte y colapsaron. Con esa conductora se traen 350 litros por segundo desde las fuentes del sur, en el municipio de Venezuela.

«Morón es más complicado. Sus fuentes corren el peligro de contaminarse por la intrusión salina. En ese sector paramos por completo el riego, y la entrega a la población la dejamos solo martes, jueves, sábado y domingo. Además, se buscaron nuevos pozos para preservar los existentes e impedir el avance de la salinidad. En ese territorio se prevé ejecutar una línea de interconexión.

«Otros municipios, como Florencia, están en una situación crítica. Allí el agua se lleva en pipa y a los habitantes de varias comunidades se les han entregado tanques en cantidades insuficientes. Este es un evento inédito en Ciego de Ávila y en muchos lugares las personas no estaban preparadas para enfrentarlo».

—El destino turístico Jardines del Rey toma su agua de sectores hidrológicos en tierra firme. ¿En qué medida la demanda del polo compromete esas fuentes? ¿Se ha pensado en otras alternativas de abasto para los hoteles?

—La actividad que más agua demanda en la provincia no es la hotelera, sino las de la agricultura, la agroindustrial azucarera y el sistema de acueductos y alcantarillado. Para esos tres últimos organismos todos los años se balanceaban 500 millones de metros cúbicos. En 2017 a esa cantidad se le restaron 230 millones.

«Aun así el turismo es un consumidor importante y existe en ejecución un programa, valorado en unos seis millones de pesos, para instalar una planta desalinizadora con capacidad para procesar 60 litros por segundo. También se construyen cinco plantas de tratamiento de residuales, que ayudarían a reutilizar el líquido, y existe un proyecto de ejecutar más plantas de ese tipo. La idea es que el polo cambie su matriz de abasto y vaya a otras fuentes, que permitan preservar las de tierra firme».

—Pero hoy en los hoteles, ¿se ahorra o se desperdicia agua?

—La mitad de las 18 instalaciones hoteleras consumen dentro de la norma. Pero existen sobreconsumos en varios hoteles, como el Colonial Cayo Coco, el Tryp Cayo Coco, el Meliá Jardines del Rey, el Meliá Cayo Guillermo y Villa Cojímar. Allí existen sobregiros, en un mes, entre los 6 000 y 2 000 metros cúbicos por hotel. Nosotros estamos en un intercambio constante con los hoteleros. Es cierto que hay necesidad de mantenimiento en un grupo de instalaciones; pero entendemos que se pueden adoptar medidas. En materia de ahorro, todas ellas son pocas.

Cambio de matriz, cambio de filosofía

—La intrusión salina ha crecido y amenaza con dejar infértiles áreas agrícolas o contaminar fuentes de abasto. ¿Qué se hace para frenar ese peligro?

—Al disminuir el agua subterránea, su lugar lo ocupa el mar. En el norte la salinidad ha entrado por los humedales allí existentes y actualmente hay áreas con intrusión salina cerca de la ciudad de Morón. En ese litoral existen un grupo de obras entre diques, canales, compuertas y derivadoras, que están previstas para repararse, entre otros proyectos. La idea general será la de impedir que la salinidad penetre y aprovechar el escurrimiento de las lluvias.

«En el sur la situación es más complicada. Existe un área donde la salinidad ha avanzado con rapidez 12 kilómetros desde la costa hacia tierra dentro, y la curva de salinidad está en las inmediaciones del poblado de Venezuela. En el sur estamos pagando la falta de cuidado al medio ambiente. Las formas productivas desarrolladas en esa zona a lo largo del tiempo taparon las cavernas o casimbas, que son tomas naturales de agua hacia el manto subterráneo. Otras están convertidas en vertederos.

«Por eso, entre otras obras, hoy estamos en un programa para instalar, por ahora, una planta desalinizadora en Júcaro; construir un canal de infiltración y cuatro zonas con 69 pozos de recargas, que permitirán inyectar al manto, todos los años, alrededor de 80 millones de metros cúbicos para una lámina histórica».

—En varias ocasiones usted se ha referido a la necesidad de cambiar la matriz de abasto en la provincia. ¿Pudiera ampliar en qué consistiría?

—Los avileños pensamos que siempre íbamos a tener agua bajo la tierra y ya la naturaleza dio el campanazo. Por eso es momento de ir a formas eficientes en el manejo de este recurso. Gracias a las obras que se han ejecutado en el sur, las fuentes de abasto de las máquinas de riego serán a través del Canal Trasvase y de varios embalses reguladores, que se llenarán con agua procedente de la presa Zaza en Sancti Spíritus, cuando las condiciones lo permitan. Eso contribuirá a dejar de extraer 76 millones de metros cúbicos al año del subsuelo.

«En la provincia solo el 12 por ciento de sus tierras cultivables tienen riego eficiente. Eso es un problema y, a la vez, una oportunidad. Se ha comprobado que en los lugares donde el agua se usa de manera eficiente, los indicadores económicos mejoran. Voy a poner otro ejemplo. Para moler una tonelada de caña, la Empresa Azucarera demandaba un metro cúbico, que son mil litros de agua. En los centrales Ciro Redondo y Primero de Enero se tuvo que contratar la mitad, 0, 5 metros cúbicos y en la práctica ellos solo utilizaron 0, 2, al usar el vapor de la industria y convertirlo en agua. Allí el costo de la tonelada debe haber disminuido. Por eso lo digo con vehemencia: la sequía es un dolor de cabeza, es cierto; pero también es una inmensa oportunidad para mejorar.

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