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Quitándonos la sal de encima

A lo largo de 51,7 kilómetros, de Surgidero de Batabanó, en Mayabeque, a Playa Majana, en Artemisa, se levanta el Dique Sur, obra ingeniera de los años 80 del pasado siglo rehabilitada ahora en menos de cinco meses

Autor:

René Tamayo León

Equipos periodísticos de una docena de medios de comunicación cumplimos la semana pasada una invitación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) para recorrer algunos tramos del Dique Sur «de La Habana». Es muy probable que por estos días usted vea, oiga y lea bastante sobre esta obra ingeniera, y también nosotros vamos a «echar» nuestra historia.

Quizá no sea tan monumental como alguna de las Siete maravillas de la ingeniería civil cubana del siglo XX, pero tras ser rehabilitada por empresas de los ministerios de la Agricultura y de la Construcción, y del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, recorrer la obra impresiona.

El veterano ingeniero Jorge Kalaf-Maluf, fundador del INRH y uno de los miembros del equipo que la levantó allá por los años 80 del pasado siglo, refería que la Agencia de Cooperación Internacional del Japón realizó un estudio de la misma y concluyó que fue la solución más idónea para la época. Los japoneses «certificaron que entonces era lo ideal», dice.

Terraplén abajo, terraplén arriba

En el imaginario popular, un dique es una estructura alta, robusta, preferiblemente de concreto, visible en la distancia. No siempre es así. Para hacerse una imagen del Dique Sur (al inicio escribimos «de La Habana» como recurso nemotécnico para las personas menos jóvenes: cuando era adolescente se le decía así, mas ahora ocupa parte de la costa meridional de las provincias de Artemisa y Mayabeque), piense en un extenso terraplén, solo que por este ni transitan ni deben pasar vehículos, eso sería un «delito de leso medio ambiente».

El ancho de la corona (terraplén) del Dique Sur cubre de siete ocho metros, y la cota media (altura) es de 1,50 metros sobre el nivel del mar, aunque en algunos lugares frisa los dos metros.

Foto: Abel Rojas Barallobre

La obra tiene una longitud de 51,7 km, a una distancia de la costa de entre 300 a 500 metros. De este a oeste va de Surgidero de Batabanó —Mayabeque— a Majana —Artemisa—. El ancho de la corona (terraplén) cubre de siete a ocho metros, y la cota media (altura) es de 1,50 metros sobre el nivel medio del mar, aunque en algunos lugares frisa los dos metros.

Está dividida en tres tramos, delimitados por las carreteras que dan acceso a los asentamientos poblacionales de Guanímar, en el municipio de Alquízar, y Playa Cajío —Güira de Melena—. De este a oeste, la referencia del inicio es el acceso vial a Surgidero de Batabanó, y la del final, la vía a Playa Majana.

Obra de Fidel

Los objetivos del Dique Sur, y de ahí su rehabilitación, son dificultar el escurrimiento de las aguas superficiales hacia el mar, interrumpir parcialmente el flujo subterráneo de la intrusión salina e impedir la penetración del mar y la salinización de las aguas subterráneas.

La salinización de los acuíferos y las tierras cultivables del país ha sido ampliamente estudiada y documentada por la comunidad científica nacional. La mitigación y adaptación a estos procesos forma parte del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, aprobado en el pasado abril por el Consejo de Ministros.

Como han informado sistemáticamente los expertos, la elevación del nivel medio del mar en el archipiélago cubano puede alcanzar hasta 27 centímetros para el año 2050 y hasta 85 centímetros para 2100, valores que se corresponden con los rangos estimados para todo el planeta, y esto implicará una lenta disminución de nuestra superficie emergida y un crecimiento paulatino de la salinización.(1)

Con 55 años de experiencia en el ramo y fundador del INRH, el ingeniero Jorge Kalaf-Maluf es especialista de la Empresa de Servicios Ingenieros Hidráulicos Occidente (Esiho). Estuvo entre los técnicos que en la década de los 70 del pasado siglo fue convocado para llevar adelante la obra.

«Esta fue una idea del Comandante en Jefe Fidel en los años 70, debido al incremento y frecuencia de las sequías desde la década anterior. Aquí está la Cuenca Sur, uno de los acuíferos más importantes para abastecer a la capital y para la agricultura en las actuales provincias de Artemisa y Mayabeque.

«Construido entre 1952 y 1953, el acueducto Cuenca Sur dispone de 29 pozos, y están por debajo del nivel del mar, por lo que el peligro de salinización era un asunto serio. Entonces se realizó un análisis completo de la cuenca, incluyendo un mapa de la curva de salinidad, el que dio un incremento de esta. También comprobamos que, debido a los canales que históricamente hicieron los carboneros en la zona, se escapaban al mar más de cien millones de metros cúbicos de agua dulce».

Ante las afectaciones reales y potenciales por la intrusión marina horizontal (superficial) y vertical (profunda), se decidió entonces acometer el dique, que se empezó alrededor de 1985 y se concluyó cinco años después, recuerda Kalaf.

«El Dique Sur ha tenido un papel muy importante en el aseguramiento del abasto de agua. Se demostró su valor hidrológico e hidrogeológico. Y ahora lo que se ha hecho es rehabilitarlo y mejorarlo», señala el ingeniero.

Para hacerse una imagen del Dique Sur, piense en un extenso terraplén, solo que cuando se termine no deben pasar sobre él vehículos de ningún tipo.

Foto: Abel Rojas Barallobre

Agua dulce

La rehabilitación de esta infraestructura hidráulica, valorada en 15 400 000 pesos, comenzó en el pasado enero y estaba previsto finalizarla en este mes, como está ocurriendo, según se informó a los periodistas que la recorrieron el pasado viernes 26 de mayo.

Con 39 badenes o aliviaderos para el flujo del líquido, el Dique Sur retiene unos 45 millones de metros cúbicos de agua en un área de inundación de alrededor de 13 000 hectáreas. Ya cumple su objetivo. Los redactores de JR lo comprobaron.

En badenes rumbo Majana-Guanímar, nos detuvimos y probamos el líquido a uno y otro lado. Y, al sur: agua salada; al norte: dulce. Paramos de hacerlo cuando el chofer de la camioneta que nos guiaba nos advirtió: «¡Cuidado con los lagartos!».

En la zona hay cocodrilos. Esperemos que sus poblaciones crezcan, y que mejore y aumente el resto de la vida salvaje en el entorno, porque no solo se trata del ser humano, sino también de «los otros», los que, en definitiva, llegaron primero.

Nota:

(1) Tarea Vida: ¿Cómo enfrentará Cuba el cambio climático? Reseña del programa televisivo Mesa Redonda del 15 de mayo, sobre la Política de Estado para el enfrentamiento al cambio climático. En Cubadebate, por Oscar Figueredo Reinaldo y Dianet Doimeadiós Guerrero, 16 de mayo de 2017.

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