Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No podemos cogerle miedo a la candela

Todos los días el delegado está ante un desafío, afirma Leidymara de la Caridad, una de las candidatas a diputados más jóvenes al Parlamento cubano

 

Autor:

Hugo García

JOVELLANOS, Matanzas.— Vive en un barrio humilde de la geografía cubana, con problemas similares a los de cualquier comunidad, la higiene y la limpieza, el agua y los salideros, las calles y los baches, el transporte...

De estatura mediana, dispuesta, dinámica, conversadora, con el espíritu emprendedor, Leidymara de la Caridad Cárdenas Isasi es delegada de una circunscripción del Poder Popular desde hace tres años. Comenzó en esos trajines con apenas 16 años.

Sorprendida cuando la propusieron como candidata a delegada en la asamblea de su barrio, no titubeó en responder «Sí» al preguntársele si estaba de acuerdo, pero mayor asombro recibió cuando fue elegida para representar a sus electores.

Así comenzaron sus andanzas por caminos desconocidos, aunque siempre se mantuvo entusiasta, con la mira puesta en esforzarse para que su comunidad prosperara en todos los sentidos.

Esta joven se autodefine martiana y fidelista. «Hasta en el teléfono tengo los Cuadernos martianos y otras obras de Martí. La juventud tiene que apoyarse en la Historia de Cuba y en la de tantos hombres que dieron hasta sus vidas por nuestro porvenir».

Nació en el reparto Julio Reyes Cairo, en la ciudad de Jovellanos. Hija única, vive con sus padres, Omara y Ernesto, que son sus «puntales», dice.

«A los 16 años una vecina me propuso como candidata a delegada de la circunscripción 39, y fui electa, convirtiéndome en la más joven integrante de la Asamblea Municipal del Poder Popular; eso es lo más grande que me ha ocurrido en mi vida, y enseguida pensé que podría cumplir mis sueños de cambiar mi barrio».

—¿Cómo veías al delegado y su gestión?

—Siempre lo vi desde afuera; no tenía la verdadera noción de qué hacía ni cómo lograba las cosas; como adolescente estaba enfocada solo en lo que sucedía en mi cuadra, y veía que no se hacía nada por mejorar lo poco que teníamos, como los salideros de agua y los vertederos, que son de las cosas principales que afectan a cualquier comunidad.

«Al adentrarme en las funciones del delegado, comprendí que no era solo mi cuadra, sino toda la circunscripción, y que debía velar por el bienestar de cada persona. Me percaté de que el trabajo era más complicado de lo que pensaba.

«Mi primera rendición de cuenta fue estresante; me puse nerviosa, los vecinos transmitían sus inquietudes y todas las recogía. Ahora vuelvo a ser ratificada como delegada, pero con 1 700 electores, porque se unieron dos circunscripciones».

—¿Cuál es para ti el problema que más se ha postergado?

—El de los viales. Vivimos con las calles sin asfalto, y todos queremos tener una buena vía para no pasar tanto trabajo. ese es un planteamiento reiterado, que me queda pendiente.

«Este es un barrio relativamente nuevo, los vecinos empezaron a construir individualmente sus casas y se volvió un reparto, pero no están bien niveladas, por lo que se teme que al rellenar y echar el asfalto las viviendas queden por debajo del nivel de la carretera y se produzcan inundaciones.

«Otro problema pendiente era la basura, que a veces se recogía cada 15 días o un mes y eso atenta contra la higiene de la comunidad; ahora —y espero “no echar mal de ojo”— queremos que se sistematice la recogida cada dos o tres días».

—¿Todo resuelto?

—Los delegados no cuentan con los recursos; atendemos al pueblo dándole una buena respuesta sobre la posible solución o no de sus planteamientos. Es difícil decir que no se puede resolver tal o más cual problema por situaciones de la empresa u organismo encargado de solucionarlo, pero hay que ser claros.

—¿El vínculo con la comunidad?

—Debe ser permanente. Estás obligada a eso.

«Además, cuento con un proyecto comunitario, Cultivando sueños. El pasado domingo nos visitó un grupo de glorias deportivas, entre ellas el boxeador Félix Savón; les presentamos la iniciativa y recorrieron el Consejo Popular.

«En el proyecto están integrados niños y jóvenes de la circunscripción. Fue una iniciativa de mi mamá y mía, con la colaboración de una electora que es instructora de arte y enseña a los niños a montar obras de teatro, a recitar; modelan, cantan, lo hacemos en el portal de mi casa, eso es casi a diario. Es lindo, vienen muchos niños con sus familiares y eso ayuda a disminuir las indisciplinas sociales, al mantenerlos ocupados e instruyéndolos en los que les gusta».

—¿Nunca has sentido arrepentimiento de ser delegada?

—Jamás. La confianza que depositaron en mí me da fuerzas para seguir adelante.

—¿Cómo son las relaciones con los responsables de las entidades locales?

—Nunca se sabe; casi siempre te dicen «Mañana mismo vamos», o «Por la tarde»... Me la paso llamándolos y al final no llegan o se demoran, pero no me desanimo, los vuelvo a llamar. A veces enfrento burocracias y en otras ocasiones no. Cuando de verdad un responsable de una entidad quiere ayudarte, todo sale en tiempo y bien.

«Con Comunales logré resolver un planteamiento de cuando era niña: construir un lugar para depositar los desechos. Se construyó uno y el otro lo dejaron a medias. Los vecinos se pusieron contentos a medias, pero vino lo insólito, después de construido estuvieron dos meses sin recoger la basura, que llegaba al medio de la calle.

«Yo decía: Mira para eso; pensaba que hacía algo bueno para la comunidad y mira el problema que he traído. Al final vinieron los compañeros, porque tuve que comunicarme hasta con el director de la Empresa provincial de Comunales. A los cuatro días llegaron a recoger los desechos, pero el equipo pesado tumbó la construcción del depósito, allí no quedó nada».

—¿Eres muy joven, te has sentido subestimada por eso?

—Sí. La gente subestima a la juventud. Cree que no podremos con la tarea, que nos vamos a echar para atrás.

«Por otro lado, el desconocimiento sobre las funciones del Poder Popular a veces nos lleva a nosotros mismos, los jóvenes, a no querer ser delegados, pero cuando conoces el papel de estos, quiénes son los dirigentes, qué es lo que representan ante la comunidad, cambias de opinión».

—Candidata a diputada a la Asamblea Nacional…

—Seleccionarme como candidata a diputada y a delegada a la Asamblea Provincial ha sido lo más grande. En el barrio todos tienen que ver conmigo. En estos días de preparación, cuando vamos a los lugares, me piden que hable por ser la más joven».

—¿Qué visión tienes del Parlamento cubano?

—Cada vez que tengo un tiempo me documento sobre lo que hace la Asamblea Nacional, las leyes que se aprueban, conociendo la magnitud de lo que enfrentaré en caso de ser electa por el pueblo como diputada.

«De lejos lo veo como algo grande, de mucha responsabilidad; a veces ni me lo creo, y me gusta mucho cuando hablan de la juventud, porque tenemos nuevas ideas y enfoques de las cosas.

«Cada vez que me pidan algún criterio sobre cualquier tema, contestaría desde mi punto de vista. Si me dieran la palabra, seguro me pondría nerviosa al hablar delante de los principales dirigentes del país, pero estaría orgullosa de poder expresarme ante esas personas, que de solo verlos es un orgullo.

«Si soy electa seré la misma, con nuevos retos. La gente te dice, “si te eligen diputada serás otra persona”, como diciendo que dejaré de atenderlos como ahora. Pero no, seguiré como delegada dándolo todo por la comunidad».

—¿Cuán difícil es la labor de un delegado?

—Tengo horario de despacho los martes, a las seis de la tarde. Antes era en mi casa y ahora en el consultorio del médico de la familia, pero atiendo a cualquier persona en la calle o en mi casa. La labor del delegado nunca cesa, es a toda hora.

«A veces resulta complejo, porque tenemos muchas reuniones, y una trabaja. También estoy en la Licenciatura en Contabilidad, y todo se junta. Pero logro salir adelante con la ayuda de mis compañeros de trabajo en la Empresa de logística Azumat, de Azcuba; de mi familia y de mis compañeros de escuela.

«Todos los días el delegado está ante un desafío, sobre todo cuando sus planteamientos no tienen oídos receptivos. A veces es un verdadero reto seguir adelante, pero esto no es para la gente que se echa para atrás.

«Los delegados no podemos cogerle miedo a “la candela”. Tenemos que “quemarnos” para solucionar los problemas de la comunidad».

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