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Treinta minutos para una huelga

Jóvenes revolucionarios contra viento y marea lograron trasmitir al aire, desde la emisora Radio Camagüey, la arenga de la Huelga del 9 de abril de 1958

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— Rosita tenía diez años y aún recuerda cómo aquel 9 de abril de 1974 estaba formada en la fila, junto a sus amiguitos del aula, en el patio de la que entonces era su escuela —actual primaria Carlos Manuel de Céspedes, sita en calle Lugareño, esquina San Clemente, en esta ciudad legendaria-, cuando vio a su querido papá, José Manuel Bueno Díaz de Arce, conocido por muchos como Pepín —falleció a sus 90 años, el 21 de noviembre de 2017—, entrar al colegio y compartir una historia que la haría amarlo mucho más.

«Los aplausos que recibió al contar los hechos de la huelga del 9 de abril de 1958 en Camagüey, me estremecieron», comenta emocionada Rosa Bárbara Bueno Nazco, una camagüeyana de 53 años que dialogó con JR sobre cómo su progenitor se enroló en la organización clandestina de aquella rebelión popular, de la que aún conserva en la gaveta sagrada del cuarto de su papá, junto a los demás tesoros que con recelo guardó el combatiente, la grabación original del llamamiento a la huelga.  

El hombre que burló a los batistatos

Pepín nació el 19 de marzo de 1928 en un hogar muy humilde de la ciudad de Cárdenas, en Matanzas. Siempre fue un muchacho inquieto e inició sus pininos en la radio cubana, siendo apenas un autodidacta con solo 13 años.

Compartió Rosita que cuando su papá vio a su hermano, Arthuro, operar en 1946 una de esas grandes grabadoras en Villa Clara -ciudad hacia donde la familia se había dirigido desde su natal Matanzas buscando mejoras económicas, y luego hacia Camagüey, el mundo del sonido lo atrapó para nunca más separarse de él. 

«Con 18 años comenzó de ayudante en la antigua CMJW, de la avenida de los Mártires, después trabajó de operador de audio en Unión Radio, y el 20 de marzo de 1949 integró el grupo de fundadores de la emisora Suaritos Radio Camagüey —luego sería Radio Camagüey.

«Aunque papá trabajaba mucho nunca dejó de estudiar. Por eso matriculó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza del Casino Campestre, donde conoció a líderes estudiantiles de la talla de Jesús Suárez Gayol y Cándido González Morales, y se incorporó al Movimiento 26 de Julio, del que recibió la encomienda que lo convirtió en el hombre que burló a los esbirros de Batista, porque logró trasmitir la arenga de la Huelga del 9 de abril con un policía sentado a su lado dentro de la cabina de Radio Camagüey». 

Sin tiempo para pensar

La dirección del Movimiento 26 de Julio en Camagüey en la mañana del 9 de Abril de 1958, y a solo 30 minutos de darse a conocer en todo el país el llamamiento a la huelga general, contactó con José Manuel Bueno, para informarle en qué consistía aquella acción.

«Él hasta ese momento –rememoró Rosa Bárbara- solo conocía que la operación era de vida o muerte, pero sin importar cuán peligrosa fuera dijo que la haría.

«Papi dijo que 30 minutos fueron suficientes para idear un plan efectivo, que tuvo como garantía el conocimiento de papá sobre las mañas, secretos y técnicas de ese medio, lo que le permitió salir con vida de aquel atrevimiento», comentó Rosita, sicometrista de profesión».

Pepín siempre afirmaba que contar cómo engañó al esbirro sin tocarle un pelo de su cabeza lo ponía más nervioso que cuando se jugó el pellejo, junto a su hermano de causa, Laureano Céspedes, quien era el locutor de esa emisora.

«Laureano llegó a decirle a papi: “tendremos que darle un puñetazo a este hombre”. Pero mi viejo le respondió bien bajito al oído: “tranquilo, Céspedes, que ya tengo clarito lo que vamos a hacer”».

 Rosa Bárbara destacó que Radio Camagüey en ese entonces estaba muy vigilada, «porque en vez de tener dos policías parapetados con sus escopetas largas en el lobby, como era la costumbre, ese día un nuevo oficial armado "hasta los dientes" se sentó en la cabina justo al lado de papá.

«Papá comentaba: “Yo llegué a pensar que ese cabrón sospechaba de mí, pero tampoco di qué pensar. Eso sí, me mantuvo alerta porque el que da primero da dos veces”».

Un robo en cortocircuito

Pepín en menos de lo que canta un galló entró a la oficina de la dirección de Radio Camagüey, tomó prestado un tocadiscos, con total naturalidad y a la vista del intruso policía, conectó el aparato en circuito cerrado, para aislar la emisora de la señal que se transmitía al aire.

«Laureano contó varia veces que papá con una agilidad tremenda hizo todo eso como si fuera parte del ajetreo cotidiano para mantener la programación. Lo cierto es que logró transmitir dentro de la cabina una música, mientras que al exterior salía otra.

«En el tocadiscos puso un disco de Sarita Montiel que tenía grabado la canción Nena, que duraba exactamente cuatro minutos con cinco segundos, el tiempo suficiente para que, en lo que el policía escuchaba el cuplé, que además fue anunciado por el locutor Laureano, saliera al aire el llamado a la huelga general.

«Inmediatamente de haberse anunciado esa pieza musical, Laureano escapa a través de una oficina que tenía salida a la calle. Pero papi tuvo que permanecer unos 20 o 30 segundos más en la cabina para no levantar sospechas, hasta que le dijo al esbirro que iba al baño, el cual cerró por dentro con un pestillo para que este no pudiera seguirlo. El hombre se fue por una puerta trasera hacia la calle, donde se encontró con su amigo Laureano.

«Gracias a la ayuda de vecinos cercanos a Radio Camagüey, quienes sabían lo que ellos habían hecho, pudieron permanecer con vida esos primeros instantes, porque después la cosa se puso fea», narró Rosa Bárbara.

La fuga

La arenga de la huelga del 9 de abril decía: «¡Atención, cubanos! ¡Atención, cubanos! Es el 26 de Julio llamando a la Huelga General Revolucionaria. Hoy es el día de la libertad, el día de la Huelga General Revolucionaria. ¡Adelante, cubanos! Desde este momento comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la dictadura. Obreros, estudiantes, profesionales, patronos a la Huelga General desde este momento….  Cien años de luchas culminan ya en victorias. A la calle, pueblo de Cuba, a conquistar la libertad».

Esas eran las frases que José Manuel y Laureano Céspedes escuchaban repetidamente mientras se alejaban de la emisora, que enseguida fue invadida por los sicarios.

El susto y el temor les rondaban en su huida, al tiempo que ambos, tanto José Manuel como Laureano, se decían: «lo logramos, carajo», afirmó Rosita, quien no olvida cómo esa fue la mayor satisfacción de los dos jóvenes.

«Laureano y mi viejo decidieron alejarse lo más que pudieron del lugar a través de los patios de las casas cercanas, y luego separarse para no levantar sospechas.

«Papi cogió rumbo al reparto Saratoga, porque por suerte se da cuenta que para su casa, en Calle San José, no podía ir ni muerto. Y tenía razón. A pocos minutos del suceso le registraron a su hogar.

«Luego marchó hacia la casa de mami, Aida, quien ya era su novia. Mi vieja inmediatamente contactó a Mario, mi tío, que lo llevó oculto hasta la casa número 284, en la calle Dolores Betancourt, en el reparto La Caridad, donde permaneció varios días. Pero los constantes registros del lugar hicieron que se trasladara hasta la calle Enrique Miranda, número 158, al fondo de la fábrica de fósforo, donde para sobrevivir tuvo que esconderse varios días en un tinajón, y por último su hermano Alberto se lo llevó en secreto para Santa Clara y luego hasta Varadero, donde permaneció en el clandestinaje, al igual que su compañero Laureano, a quien volvió a ver solo después del triunfo de la Revolución.

«Contaba papá que mientras se alejaba de Radio Camagüey miró un instante hacia atrás y vio la perseguidora llegar y los policías entrar como perros hacia la emisora.

«Después se conoció que los esbirros acabaron con Radio Camagüey y el tocadiscos quedó hecho añicos. Lo cierto es que la arenga se pudo escuchar durante varios minutos, porque los batistianos nunca se percataron de la trampa que le jugó papá».

Camagüey, como toda Cuba, vivió momentos de mucha rebeldía y de arraigo popular por una revolución que tocaba las puertas. La causa de los hechos de la huelga del 9 de abril en esta ciudad pasó a la historia como la número 258 y se abrió en los tribunales del gobierno de entonces a los 15 días del mes de abril de 1958.

 

 José Manuel Bueno Díaz de Arce, desde muy joven se dedicó a conocer los secretos y mañas de la radio.

A la edad de 90 años en la grabadora de sus casa siempre recordó la arenga de la Huelga General del 9 abril, de 1958.  

El viejo Pepín, se estremecía al contar como ocurrieron los hechos. Él visitaba cada aniversario el lugar donde se encontraba la emisora Radio Camagüey.

La hija de Pepín, Rosa Bárbara Bueno Nazco, junto a su hija Ivette de la Caridad Tobella Bueno, guardan con mucho cuidado el tesoro más apreciado de la familia, la grabación de la arenga de la huelga general del 9 de abril de 1958.   

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