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El Parlamento en la nueva Era de Cuba

Como un desvelo que los mantenga constantemente inquietos tendrá que ser la ciudadanía para los parlamentarios. La transparencia, el corazón pegado a la cotidianidad de la gente, la honestidad, la entrega, la valentía y el afán creador tendrán que marcar la impronta de quienes nos representen

Autor:

Alina Perera Robbio

Ha quedado constituida este miércoles la Asamblea Nacional del Poder Popular en su 9na. Legislatura. Son 605 los hombres y mujeres que por cinco años conformarán ese Órgano Supremo de Poder del Estado cuando Cuba da pasos en una nueva Era, la de llevar adelante una Revolución cuyo principal artífice, Fidel, se ha convertido en inspiración y legado.

Un cartel muy sugerente, con un cintillo que en su momento algunos no comprendieron —«La Era post-Castro»— puede valer para ilustrar este momento, a solo horas del aniversario 57 de nuestra victoria contra los mercenarios en Playa Girón: la de muchos Comandante en Jefe, la de un Fidel multiplicado al infinito y fusil al hombro, quien al replicarse entreteje un ejército.

La metáfora sirve para nuestro pueblo desafiado por múltiples batallas en curso y pendientes; y en especial para el Parlamento, herramienta cardinal de la democracia socialista: en cada uno de los que temprano en la mañana se iban poniendo de pie, con el certificado en mano que los acredita como diputados, se presentaba la posibilidad de encarnar el ideario que nos han legado nuestros más grandes luchadores.

Como un desvelo que los mantenga constantemente inquietos tendrá que ser la ciudadanía para los parlamentarios en esta nueva etapa. La transparencia, el corazón pegado a la cotidianidad de la gente, la honestidad, la entrega, la valentía y el afán creador tendrán que marcar la impronta de quienes nos representen.

Ahora como nunca antes habrá que ser original, previsor, propositivo, y entender que la unidad, esa gran conquista de la Revolución fidelista, es una suerte preñada de diversidad, incluso de discrepancias no esenciales que —si se asumen con humildad, sabiduría, responsabilidad y mente abierta— pueden dar el fruto de verdades fértiles. 

Algunos datos sobre la compo-sición de la Asamblea Nacional hacen pensar en las potencialidades que emanan de esta para enrumbar el país por un camino de crecimiento: del total de diputados, 287 son delegados de base (a través de ellos se da una conexión directa con el sentir de la gente); el 56,03 por ciento lo son por vez primera (se supone que no estén adocenados ni tomados por el gris rutinario); 322 son mujeres y 283 son hombres (esa correlación simboliza equilibrio); el promedio de edad es de 49 años (se trata de un Parlamento joven); y el 87,6 por ciento nació después del Primero de Enero de 1959 (llevan en sí las ondas expansivas de un proceso en pos de la emancipación humana y será difícil que olviden al hombre como centro de todos los propósitos). 

No resultó fortuito que el juramento suscrito desde cada escaño por los 605 parlamentarios presentes en la jornada haya sido leído por la diputada más joven, una muchacha electa por el municipio de Jovellanos, en Matanzas: su voz simboliza la fuerza naciente, esa que habrá de imbricarse, ávida y respetuosa, con otras generaciones.

Otros simbolismos afloraron: son de diversas generaciones las propuestas hechas desde el Órgano Supremo de Poder del Estado para dirigir a Cuba desde varios ámbitos. Y el abrazo entre Raúl y Miguel Díaz-Canel Bermúdez —cuando este último fue presentado como la propuesta para asumir la presidencia del país en la nueva etapa—, representa la continuidad entre la generación histórica y las nacidas y formadas al calor de la Revolución.

Si el enemigo nos quiere fragmentados y olvidadizos, está obligado a desmantelar, pieza a pieza, todo el andamiaje ético y de sentimientos del pueblo y de su entidad representativa, el Parlamento. Es una tarea demasiado dura para quienes nunca han sabido asomarse al corazón de multitudes dispuestas a todo por tal de no perder lo ganado en la búsqueda compleja, ardua y hasta angustiosa de la dignidad.

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