Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Padres e hijos seguirán juntos en Revolución

Las palabras pronunciadas en el Parlamento estuvieron a la altura de la encrucijada que vive la humanidad. El optimismo, la fe en la victoria y la resistencia se dibujan como las armas inexorables de los patriotas cubanos

Autor:

Alina Perera Robbio

El mensaje ha sido diáfano para amigos y enemigos de la Revolución: nada ni nadie podrá derrumbar el templo de la fe en la continuidad generacional; más de 50 años de calumnias y convites a la ruptura entre los «viejos» y los «nuevos» no han logrado ese oscuro propósito; y por lo visto en estas horas cruciales Cuba seguirá adelante, firme e inteligentemente, sin romper el sortilegio de aunar buenas voluntades, tengan la edad que tengan.

Quedó bien claro el mensaje de confianza y de esperanza cuando en la mañana de este jueves, durante la segunda jornada y final de la Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su 9na. legislatura, Raúl sujetó en alto uno de los brazos de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, actual Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba.

En ese gesto que duró instantes y que los fotorreporteros atraparon con avidez, asomaron todos los momentos en que cubanos de gran valía y responsabilidad en los destinos de la Patria han hecho un espacio para compartir sus suertes de luchadores con quienes podrían ser sus hijos.

Rato después, al hacer uso de la palabra, Díaz-Canel hablaba de profunda y sentida emoción por la nueva etapa de trabajo que se le presenta, y agradecía la confianza depositada. Hacía referencia a un nuevo mandato al servicio de la nación cuya historia enorgullece.

Como él ha dicho, ahora se trata de seguir actuando, trabajando y creando sin descanso, sin perder de vista el compromiso con el pueblo. El Parlamento, conformado por hombres y mujeres, por obreros y científicos, por negros, mestizos y blancos, por cubanos jóvenes, maduros o veteranos, debe ser una herramienta cardinal que defienda la unidad, la audacia, la creatividad y la rapidez en el hacer.  

En homenaje merecido, Díaz-Canel no pasó por alto el legado del Comandante en Jefe Fidel, y definió a Raúl como el «líder actual del proceso revolucionario», como un cubano que sin apego a cargos ni responsabilidades ha ido preparando la continuidad generacional en los principales puestos del país.

Una vez más, en voz del nuevo Presidente, fue definido el Partido Comunista de Cuba como la fuerza dirigente superior, como garantía de la unidad en la sociedad y en el Estado. Y otra vez el pueblo fue descrito como el artífice imprescindible de todo cuanto proyecte el país. «Confío, decía Díaz-Canel, en el apoyo decisivo del pueblo cubano».

No hubo promesas en su discurso: «No vengo a prometer nada», sentenció; y dejó expreso el compromiso de trabajar y exigir por el cumplimiento del programa que se ha trazado la Revolución a corto y lejano plazos.

De definiciones y emociones estuvo transida la intervención de Díaz-Canel: dejó claro que en Cuba no hay espacio para una transición que desconozca y destruya todo lo creado por la Revolución en todos estos años; que no habrá espacio para quienes defiendan una restauración capitalista.

A los que por ignorancia o mala fe dudan de lo que pueden hacer las nuevas generaciones, el mandatario les recordó conceptos dados por el Comandante en Jefe Fidel cuando delineó trascendentalmente, un Primero de Mayo del año 2000, el significado de Revolución.

Continuaremos, como expresó Díaz-Canel, sin ausencia alguna, porque hasta nuestros muertos nos acompañarán.

El cierre de la segunda jornada parlamentaria estuvo a cargo de las palabras del General de Ejército y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, quien lo primero que hizo fue agradecer tal privilegio. Nos recordó entonces el desequilibrio y la peligrosidad del mundo actual: «vivimos, advirtió, en un lugar y en un tiempo donde no podemos cometer errores».

Los cubanos patriotas conocemos a fondo el significado de esa alerta. Todavía, como recordó Raúl, estamos sufriendo las consecuencias del derrumbe de sociedades que intentaron hacer más digna la vida del Hombre sobre la Tierra pero que no pudieron sobrevivir a errores estratégicos.

El optimismo, la fe en la victoria y la resistencia se dibujan como las armas inexorables de la Revolución que no ha dejado de tener sobre su cabeza, como expresó el líder histórico, la espada de Damocles.

Tal actitud es la única opción posible para seguir existiendo en un mundo convertido en manicomio por obra y desgracia del imperialismo; un mundo sembrado de muros antihumanos, plagado de conflictos bélicos y amenazado de enfrentamientos nucleares.

Las palabras pronunciadas en el ámbito del Parlamento estuvieron a la altura de la encrucijada que vive la humanidad. En voz de Raúl volvimos a escuchar alertas de Fidel sobre la importancia del Partido y otras fuerzas vivas de la Revolución, mientras el imperialismo perdure amenazante sobre el planeta.

La lección esencial de estos dos días de Parlamento es que padres e hijos de la Patria seguirán juntos en el complejo y privilegiado camino de hacer la Revolución.

 

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