Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Que se multiplique la vida

La vida se quiere más cuando el peligro acecha, cuando te enteras de que otros perdieron la suya de una manera tan repentina… Tristeza tan contagiosa como esta sería mejor no conocerla, pero es la que hoy hermana a pueblos e impulsa apoyos gigantes

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Nunca sabes si el próximo paso será el último… No imaginas si a quien viste ayer o hace diez minutos atrás, volverá a sonreírte… Pasan los días y no pierdes el tiempo pensando en la muerte, y a veces tampoco en la vida… No crees que sea posible que en cuestión de segundos los que te rodean, los que conoces, los que ves cada tarde al caminar, un día no estarán… Ojalá fuera mentira el accidente aéreo de este viernes 18 de mayo en La Habana…

Pero el dolor está ahí porque la realidad fue implacable. Aunque muchos no quisimos creer lo que las noticias confirmaban, ya es muy tarde para querer negarlo. Se cuelgan en Facebook y en las páginas de diferentes medios de prensa las fotografías de los integrantes de la tripulación y de algunas de las víctimas del siniestro.

La vida se quiere más cuando el peligro acecha, cuando te enteras de que otros perdieron la suya de una manera tan repentina… Mientras, no la cuidas, no la tomas en cuenta, no aprecias siquiera que las de otros están cerca de ti o dependen de ti. Y cierto es que cualquier paso puede ser el último, al abordar un avión o un tren, o al caminar por la misma acera de todos los días, pero nunca lo imaginas, y por eso no puedes esperarlo.

Si pudiéramos, estoy segura que nadie dejaría de decirle lo que siente a las personas que quiere, y que evitaríamos tantas discusiones y recelos en vano. Si lo previéramos, nadie asumiría conductas de riesgo ni echara por el tragante la cordura de vez en cuando… Si lo pensáramos, el abrazo fuera inmenso y los rencores no causarían daño.

Tristeza tan contagiosa como esta sería mejor no conocerla, pero es la que hoy hermana a pueblos e impulsa apoyos gigantes. Desde cualquier latitud y desde la casa vecina, sí, la de al lado, se percibe la angustia por las familias de las víctimas.

Un trágico suceso como este ha unido a todos… Aspiro a que nos mantengamos unidos también en la construcción de una realidad cada vez mejor para todos, y de manera especial en el afán por disfrutar del goce de la vida, haciendo partícipes a quienes ni siquiera se percatan de que en efecto, es el mayor regalo. Que se multipliquen la vida, la bondad, sí, y la entereza, y la humildad. Que acontecimientos como estos —que ojalá no se repitieran— nos hagan pensar más en los demás y no tanto en nosotros mismos.

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