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¡Corazón adentro!

JR abrió en su página digital el foro El Che que llevamos dentro, donde los jóvenes fueron protagonistas del intercambio online. Como parte del homenaje que rendimos hoy al Guerrillero Heroico, compartimos algunos de los criterios de nuestros foristas

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Juventud Rebelde

¿Cómo ven los jóvenes al Che? ¿Qué anécdota de su vida admiras más? ¿Cuáles de sus cualidades te identifican? Con estas interrogantes JR abrió en su página digital el foro El Che que llevamos dentro, y donde los jóvenes fueron protagonistas del intercambio online. Como parte del homenaje que rendimos hoy al Guerrillero Heroico, compartimos algunos de los criterios de nuestros foristas.    

«He leído varias anécdotas sobre Guevara y todos hemos podido identificarnos con la intransigencia de sus actos y pensamientos, pero lo que más impacto me ha causado fue esa reflexión suya con la que dijo: «La Revolución es para llevarla en el alma y morir por ella, no para llevarla en los labios y vivir de ella». (Antonio) 

«Soy de la generación que decía “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. En mi casa, por la influencia de mi abuelo Filiberto Álvarez Zambrano, combatiente del Ejército Rebelde en la columna 1 junto con Fidel, crecimos mi hermano y yo con esas convicciones y los pocos relatos que nos comentó mi abuelo siempre enfocaban al Che como hombre recto y con principios muy éticos, y muy justo en sus decisiones. Desde adolescente me leí Diario de campaña y su Diario de Bolivia, y el libro Che, Sierra adentro, que tiene el prólogo más intenso que he leído y otros de anécdotas, y hace tiempo que percibí que nunca llegaré a ser como el Che, nadie lo hará». (Isel) 

«Estoy de acuerdo con Isel; soy de la misma generación, un día lo dije sobre Martí. Martí es Martí y punto. Lo repito sobre el Che. El Che es el Che y punto, solo él». (Juan Carlos) 

«Crecí admirando al Guerrillero Heroico por sus muchísimas virtudes. Desde niña aprendí a apreciarlo por las anécdotas que sobre él encontraba en los libros escolares, y me maravillaba siempre su capacidad para saber hacer lo correcto en todo momento, para cumplir con su deber al costo que fuera necesario. Hay una anécdota que recuerdo todavía con la inocencia de mi infancia: aquella en la que un campesino, durante una estancia de la tropa guerrillera en su vivienda, cocinó para los rebeldes. Al Che le sirvieron un arroz con un buen trozo de pollo y, suspicaz, inquirió de inmediato si a todos sus soldados se les había servido de la misma generosa manera. Cuando supo que el pollo le había sido reservado solo a él, lo llevó a la cazuela donde se encontraba el arroz de sus soldados y lo revolvió todo: “O comemos pollo todos o no lo come nadie”, dijo. Este hecho nos muestra al Che en su condición de hombre justo, de jefe que no exigió jamás un trato diferenciado por sus cargos, y que predicaba con el ejemplo». (Daniela) 

«La vida del Che es una secuencia de hechos de honor y desinterés; yo soy mucho mayor que los foristas que han opinado y tengo algunas anécdotas. Por ejemplo, de visita a la fábrica de confituras La Estrella, cercana a la capitalina Vía Blanca, al marcharse, el Director le ofreció, como una gentileza, una caja de bombones surtidos de la fábrica. El Che lo miró y le preguntó: “¿Y eso?”, “Un recuerdo de la fábrica, Comandante», le contestó. Enseguida el Che replicó: “¿Esta fábrica es suya?”. “No, no…”, contestó el Director. Y el Che argumentó: “Si esta fábrica no es suya y es del pueblo, ¿cómo usted va a regalar lo que no es suyo?”». (Miguel Ortega) 

«No soy joven pero trabajo con jóvenes y sé de la influencia del Che sobre ellos cuando se profundiza en el conocimiento de su vida. Siempre les recomiendo su Pasajes de la Guerra Revolucionaria, donde se ve su voluntad de hierro para vencer su asma y las dificultades, su modestia y el apego a ser lo más verás posible». (Soduardo) 

«Che legó a sus hijos, sus nietos y a todos los cubanos la dirección para construir un mundo mejor, lleno de justicia social y solidaridad. Sus atributos espirituales y morales jamás deberán ser olvidados y siempre sembrados y cultivados». (Profe. Ana Jussara Lustosa, Rio Grande do Sul, Brasil)

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