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SANTIAGO DE CUBA.— Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y del Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez fueron depositadas al amanecer de este viernes 30 de noviembre ante la tarja que perpetúa la memoria de los caídos durante el levantamiento armado en el que Cuba vistió por primera vez de verde olivo.
Ante los mismos muros de la antigua estación de policía, escenario principal del alzamiento en apoyo al desembarco del yate Granma, y donde la sangre de Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada entró por siempre en la historia, alumnos de preuniversitario colocaron y custodiaron, además, flores a nombre de los Consejos de Estado y de Ministros, del pueblo de Cuba y de los familiares de los mártires.
Como la mejor confirmación de que en los brazos de las nuevas generaciones avanza hoy el verde olivo, símbolo de libertad, justo a las siete de la mañana, cual aquella otra alborada de 1956, irrumpieron los noveles en la Loma del Intendente, esta vez portando grandes lápices y dando vivas a la Revolución, mientras desde los balcones del inmueble, convertido hoy en Museo de la Lucha Clandestina, los disparos de fusilería cedían lugar al ondear de las banderas cubanas y del 26 de Julio.
El 30 de Noviembre significó para todo el pueblo de Cuba, y de Santiago en especial, el llamado al combate hasta la victoria total, destacó el combatiente de la lucha clandestina William Fuentes.
En las palabras centrales del acto, con el que se recordó el aniversario 62 del glorioso hecho, Yunisleydis Medina Sánchez, secretaria del Comité del Partido del Distrito 26 de Julio, significó que el levantamiento del 30 de Noviembre puso de manifiesto el espíritu revolucionario del pueblo cubano y llamó a la juventud a profundizar en el estudio del pasado para defender con argumentos la Revolución y sus conquistas.
El Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera; el general de división (r) Antonio Enrique Lussón Batlle y las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en la oriental provincia encabezaron la ceremonia, que contó con la presencia de combatientes de la lucha clandestina, entre ellos un grupo de participantes en el alzamiento y una representación de santiagueros de todas las edades.
