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Una leona muerde a un joven y un toro provoca susto en Sancti Spíritus (+ Fotos, Podcast y Videos)

La imprudencia y la falta de cuidado para lidiar con animales estremecieron en una misma semana la urbe yayabera. JR cuenta las historias

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Sancti Spíritus.— «Se me entumeció el brazo por el dolor tan fuerte que sentí. Eso no tiene comparación. La suerte que no halé para sacarlo porque si no...», cuenta aún con susto Yoansy Espino González, al recordar los escasos minutos que una leona tuvo en la boca su miembro superior derecho.

Es por ello que, quizá, cuando estas líneas lleguen a sus manos esté decidiéndose la suerte de la felina, causante de uno de los sobresaltos más sorprendentes de las últimas jornadas en Sancti Spíritus. Varios días hospitalizado para él, y una intervención quirúrgica para ella, resultaron el desenlace del inusual hecho.

«Cuando oí la gritería salí corriendo y ya la leona lo tenía atrapado. Lo aguanté para que no lo halara contra las rejas. Él me decía: “¡llama a la policía, mi mano, mi mano!” Salí como un tren pa’l teléfono. Enseguida llegó la patrulla. Les grité: “¡tírenle!”. Ya lo tenía por el codo. Primero hubo un disparo al aire. El otro fue a la boca del animal», narra Antonio Alberto Mejías Hernández, el único testigo ocular del hecho.

Todas las medidas de seguridad para el cuidado de visitantes y animales están aseguradas en el zoológico espirituano. Fotos: Lisandra Gómez Guerra

Eran las seis de la tarde del domingo 17 de marzo. Lloviznaba, y el espirituano Mejías Hernández se guarecía en la cafetería del zoológico de la añeja urbe, donde cumplía su función como custodio.

«Yo no paré al muchacho cuando llegó porque él trabaja en el bar, y entra y sale a la hora que lo llamen para descargar mercancías. Por suerte la tragedia no duró más de 15 minutos», alega Antonio Alberto, quien después del suceso no ha recobrado la fortaleza en sus piernas.

En la jaula de Mily, leona africana de dos años de edad y cerca de 200 libras, tuvo lugar el lamentable acontecimiento. La imprudencia, convertida en algo habitual, desencadenó un final predecible.

Mily, tras recibir durante siete días tratamiento con antibióticos, se mantiene con un buen estado de salud.

«De fresco que soy estaba acostumbrado a pasarle la mano. Ella siempre respondía como si fuera una gata. La suerte fue que, como me conocía, no me la haló, porque si no me la desbarata», asegura el joven de 30 años, quien desde el mismo día de los hechos se encuentra ingresado en el hospital provincial Camilo Cienfuegos.

«Cuando supimos que había llegado al cuerpo de guardia nos sorprendimos porque no estamos acostumbrados a recibir ese tipo de casos. Al destapar los apósitos puestos en la ambulancia, vimos un indicio de la magnitud de la lesión y lo anunciamos al salón para una mejor revisión. Es una herida avulsiva del antebrazo derecho y parte de la mano, en la que tiene ciertas heridas por pinchazos con los dientes del animal, y el antebrazo si está más dañado por el efecto de las garras», refiere José Armando González Pérez, residente de cuarto año del servicio de Ortopedia y Traumatología de la principal institución médica espirituana.

Y aunque Yoansy Espino posee buen estado de salud, muchas son las miradas especializadas que le siguen de cerca.

José Armando González Pérez, residente de cuarto año del servicio de Ortopedia y Traumatología en el Hospital Provincial Camilo ienfuegos recibió en cuerpo de guardia a Yoansy Espino.

«Es una herida sucia. Comprobamos de inmediato que no tenía compromiso con el hueso, solo estaba afectada la piel y el músculo. Después de lavar con soluciones para una buena asepsia, suturamos. El paciente se encuentra en nuestros servicios con tratamiento antibiótico endovenoso por los riesgos de sepsis, sobre todo, por la saliva, ya que toda herida por mordedura tiene gran pronóstico de infestarse», alega el joven galeno.

Mientras Mily, luego de recibir durante siete días dosis de amoxicilina y metronidazol en sus comidas, este miércoles debe convertirse en la primera felina  intervenida quirúrgicamente en predios yayaberos.

«El tratamiento permitió la desinflamación de la zona donde se alojó la bala. Al menos Mily no ha dejado de comer, no tuvo fiebre y defecó bien. Pero tras un exhaustivo análisis entre especialistas del territorio decidimos intervenir», explica Taimí Mencía Venegas, médica veterinaria con 24 años de experiencia.

La operación, al ser por la boca, será todo un desafío para la comunidad científica del territorio. «Pensamos que el objeto esté alojado en una zona muy vascularizada, donde se encuentran la yugular y la parótida, por lo que se puede poner en riesgo no solo la vida del animal, sino que en lo adelante quede con una afectación», añade.

En el zoológico espirituano se registró un caso similar al de Mily y Yoansy en la década de los 80, cuando un niño, al intentarle dar un sorbeto a una mona, recibió una mordida en su mano, que lamentablemente perdió.

«No permitimos que nadie los toque en el zoológico. Son animales salvajes que se encuentran en cautiverio, con todas las medidas de seguridad que garantizan el disfrute,  sin que corran peligro los seres humanos», concluye Mencía Venegas.

—¿Y qué sucederá cuando vuelvas a encontrarte con Mily? —le pregunto con sorna a Yoansy.

—No la voy a mirar porque no volveré a correr el mismo riesgo —afirma el paciente, entre apenado y convencido.

Más allá de los potreros

A solo cuatro días de la tragedia de Mily, el pasado 21 de marzo, un tropelaje inusual se formó en una buena parte de la ciudad espirituana. Bonito, un toro de mezcla entre brown swiss y cebú, con un peso superior a los 460 kilogramos, al escapar de la muerte, generó un tsunami humano.

«Le dio a un señor y lo metió de cabeza contra la pared, como si fuera un tigre. La gente empezó a correr y se enredaron en el piso. A mí me cayó arriba una mujer. Pude levantarme e intenté meterme en una casa, pero me salió un perro. Seguí corriendo hasta que me ayudaron a subirme en una tapia», describe Yasnel García Chaveano, como si fuera Juan Candela, el personaje de Onelio Jorge Cardoso.

Desde ese lugar no perdió de vista cuando su vecino Pedro Villabal García, de 55 años, se vio cara a cara con el bravío animal.

Pedro Villabal García estuvo cara a cara con el enfurecido animal.

«Estábamos en la cola de las papas y de momento apareció aquello. Al correr me caí y me quedé sentado. Se me paró delante. Me bufeó y cabeceó. Sentí de cerquita como hacía “fú-fú-fú”, como respirando hondo. Lo esquivé y le dio a la pared dos veces, hasta que le tiraron piedras y se fue. Llegué a la casa con la presión alta», cuenta Pedro, quien asegura haber vuelto a nacer.  

Aún se desconoce el total de lesionados que causó el paso estremecedor del toro por varias calles céntricas de la ciudad yayabera. Pero, por suerte, no se lamentan pérdidas de vidas humanas ni daños materiales.

Cerca de seis kilómetros recorrió intempestivamente Bonito, desde el matadero Víctor Ibarra, hasta la zona de la terminal de ómnibus.

Randy Acosta Gómez prevé mantener a Bonito durante dos meses en sus tierras. Fotos: Lisandra Gómez Guerra

«Lo llevé para venderlo, pero por tener problemas con el pase de tránsito me lo viraron. Cuando regresaba por la ranfla el animal se tiró y cayó en el espacio que queda entre ese lugar y la carreta, narra Randy Acosta Gómez, su cuidador, quien con solo 21 años es un experto en la ganadería.

A la velocidad de la luz, el animal tomó el primer camino que encontró. «Le tiré una soga y lo cogí, pero no pude sostenerlo. Volví a coger otra y me le paré delante. Le chiflé y le grité: “Bonito, Bonito, quietoooooooooo”, y si no me quito me mata. Le caí atrás corriendo, pero siempre me sacó distancia y yo voceándole a la gente que tuvieran cuidado.  Después de todo la suerte fue que los tarros los tenía picados y bolos, porque la desgracia hubiese sido mayor», insiste.

«Al parecer Bonito buscaba su potrero.  Lo tuve un tiempo cerca de la terminal. Frente al zoológico miró para un lado y para otro, hasta que cogió derechito para acá, solo que al llegar a las paradas había mucha gente y volvió a turbarse. Incluso, una patrulla le seguía. Ahora lo llevaré para unas tierras que tengo más pa’ arriba para que se le olvide todo», comenta  el joven campesino perteniente a la cooperativa de créditos y servicios Camilo Cienfuegos.

Similar a la algarabía que generó Bonito, según recuerda Juan Eduardo Bernal, cronista costumbrista de Sancti Spíritus, estremeció a la urbe hace más de 40 años otro toro al escaparse del matadero y romper las vidrieras de la otrora tienda Ultra, ubicada en el parque Serafín Sánchez Valdivia.

A pesar del paso de los días, ambas historias mueven aún el cotilleo público de la provincia. Más allá de lo inusual, los dos sucesos nos confirman que la imprudencia y la falta de todo cuidado, sentido común y atención no ligan cuando se lidia con animales. Aunque ya es pasado, en Sancti Spíritus nunca pasarán inadvertidos los sobresaltos que caben entre una leona y un toro.

Conozca en este Podcast de JR los detalles de la historia en la voz de su protagonista

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