Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Drogas: ni temprano ni tarde…

Cuando los más jóvenes entran en contacto con las drogas, mayores son los riesgos para la salud de esas personas, y de sus familiares y seres queridos

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Un trago de alcohol, una «probadita» de cigarro… y otra y otro trago. No falta quien se embulle en el grupo y cada vez es más frecuente que al reunirse cada cual aporte «algo». Y así, día tras día, mes tras mes, lo que comenzó como un juego o pasatiempo, ya se instaló en la dinámica cotidiana de cada uno y resulta muy difícil, aunque se quiera, cambiar esa realidad.

¿Lo más triste? Son adolescentes… Muchachos y muchachas que apenas llegan a los 17 años y que ya sienten en su cuerpo los síntomas de una dependencia que, sin imaginárselo, es más fuerte que ellos mismos. Puede haber solución, pero no es cosa de un día, de dos o de tres, sino de toda la vida. Por eso lo mejor es evitar que ese muchacho o muchacha entre en contacto con cualquier droga, porque después el camino es más largo.

Realidades que preocupan

El consumo de drogas representa un problema importante en la región de las Américas y un desafío para los formuladores de políticas en los niveles más altos. La Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (Cicad), de la Organización de los Estados Americanos (OEA), durante su período ordinario de sesiones en mayo del pasado año, emitió un Informe sobre el Consumo de Drogas en las Américas, en el que analiza los factores que inciden en el uso temprano de una variedad de sustancias lícitas e ilícitas como principal motivo de preocupación para cualquier país que, irremediablemente, debe impulsar intervenciones preventivas a partir de la primera infancia.

Expone el documento que, aunque el uso de drogas ha sido atribuido históricamente a los hombres, los datos recientes muestran que en algunos países las mujeres están usando ciertas drogas a igual nivel o en mayor proporción que los hombres.

Tales aseveraciones fueron el pretexto para dialogar con la especialista en siquiatría Elvia Velázquez, cofundadora y actual representante internacional de la Asociación Latinoamericana de Adiccionología (ALAD), quien asistió al 9no. Congreso Cubano de Siquiatría (Psiqcuba 2019), celebrado recientemente en la capital cubana.

«Como lo demuestra la evidencia investigativa, cuando los más jóvenes comienzan a consumir drogas, mayores son los riesgos para la salud de esas personas y de sus familiares y seres queridos. Por ello es vital impulsar programas de prevención y otras intervenciones con enfoques multidisciplinarios y multifactoriales que contribuyan, no solo a retrasar la edad en que una persona usa drogas por vez primera, sino, y fundamentalmente, al no consumo.

«El promedio de la edad de iniciación oscila entre los 15 y 16 años, y a partir de ahí comienza un historial de consumo que, convertido luego en adicción, permite aseverar que quien no se haya hecho adicto entre los 25 y los 30 años es muy difícil que lo sea. Por eso podemos afirmar que el mayor riesgo es cuando los jóvenes entran en contacto con la droga».

La miembro de honor de la Asociación Cubana de Siquiatría insiste en que la familia es el principal factor protector para evitar que esto ocurra, «de ahí que los padres deben supervisar la vida de sus hijos, no de una manera invasiva, pero asegurándose de saber con quién o quiénes se reúne y a qué se dedican.

«Si el adolescente crece en un hogar íntegro y sano, carece de antecedentes genéticos y por él se preocupan sus familiares, las condiciones favorecen que no exista consumo. Pero aun así puede que un conocido o amigo cambie esa certeza, y lleve por otro camino a ese muchacho. Insisto, todo padre tiene que saber qué hace su hijo.

«Asimismo, aunque existan factores de riesgo como el hecho de integrar una familia disfuncional, si no se entra en contacto con el alcohol, el tabaco o cualquier otra sustancia sicoactiva, entonces no hay por qué preocuparse».

La doctora colombiana comenta que diferentes patrones de consumo imperan en las diferentes regiones, y que existen en cada una «preferencias» distintas por una u otra droga.

«Sin embargo, más allá de cualquier especificidad de este tipo, lo preocupante es que en Latinoamérica ha aumentado el consumo y las edades de iniciación son cada vez más tempranas. No solo hablamos de cocaína o marihuana, sino también de los cannabinoides y del creciente empleo de medicamentos, acompañados o no por otras sustancias, poniendo en riesgo la vida de las personas».

Velázquez reconoce que Cuba es un país que, aunque no está exento de riesgos por su ubicación geográfica, cuenta con el rechazo popular a las drogas, y ese es uno de los factores protectores más importantes.

«Sé que existe una severa legislación para penalizar todo tipo de tráfico y consumo de sustancias sicoactivas, y es loable que la población toda tome conciencia al respecto, pero al mismo tiempo existe una baja percepción de riesgo asociada al consumo de alcohol o de cigarrillos. Creo que ese es el principal problema del país, pues la permisividad social tiene elevados niveles y la juventud es el sector más vulnerable a ello».

Subraya la especialista que «las conductas de alto riesgo asociadas con el alcohol, como el inicio temprano e irresponsable de su consumo, constituyen una preocupación en toda la región, pues es poco probable que quien sucumba ante el alcoholismo sea lo suficientemente fuerte como para no ser dependiente de otro tipo de sustancias».

La también miembro fundadora de la Asociación Mundial de Patología Dual dejó claro que para disminuir las consecuencias del problema de las drogas los países deben adoptar políticas que tengan en cuenta la perspectiva de género y se basen en un enfoque de salud pública centrado en el bienestar de la persona y el respeto por los derechos humanos.

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