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Con Fidel más allá de la Plaza

La gesta del 26 elevó como líder indiscutido a Fidel, quien encabezó la generación continuadora de las ideas de Céspedes, Martí, Mella y Villena. Así lo reconocieron en la sesión solemne de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Granma, la cual tuvo lugar este jueves con la presencia del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Machado Ventura

 

Autor:

Osviel Castro Medel

Han pasado 13 años desde aquel momento y todavía puede escucharse el acento de su voz en ese sitio, cuyo nombre evoca a la nación en su perfil más grande.

La Plaza de la Patria, de Bayamo, guarda aún en sus latidos las palabras de Fidel, ese 26 de julio de 2006, convertidas en saetas para tiempos futuros.

Él había vencido el cansancio de jornadas demasiado intensas, que incluyeron un viaje a la Argentina guevariana. Se había sobrepuesto a los quebrantos solapados de salud para estar allí, como en 1982, junto al pueblo del Himno y del yate de glorias.

Fue su último discurso en un acto masivo por el 26; por eso y más se convirtió en otro de los emblemas de Cuba para luchar contra la famosa «transición», tantas veces cacareada por Goliat. Se hizo emblema por sus argumentos, luces y conclusiones.

Fue una intervención con un torrente de números y datos que ilustraron los tremendos saltos sociales de Cuba; un discurso de comparaciones en el que aseguró que Granma, al igual que el resto del país, no necesitaba un plan yanqui para «alfabetizar, vacunar y atender la salud de nuestra población».

Puso ejemplos contundentes: el de la mortalidad infantil, que en 1952 era de 118 por cada mil nacidos vivos; el de la esperanza de vida, que en 1955 era de 59,6 años; el de llanos y montañas transformados en el Caimán todo.

Habló de historia, como muchas veces. Y del significado de Granma para Cuba. Se refirió a la llama de La Demajagua, a Céspedes y su gesto revolucionario de liberar a los esclavos; a la entonación primera del Himno emocionante; a Gómez y al machete blandido en nuestros campos, a la caída en combate de Martí; al desembarco del Granma y las consiguientes batallas decisivas en la Sierra.

¿Alguien habrá olvidado la figura del Comandante, el traje verde olivo, la estatura de gigante moral, el rombo más crecido en su hombro mientras el sol iba cobrando fuerza en la mañana?

Desde esa fecha, en la que también inauguró por la noche un sistema de grupos electrógenos sincronizados en Holguín, no volvimos a verlo en las plazas llenas, pero durante otros diez años nos siguió convidando a ver la Revolución más allá de las consignas.

Todavía en este julio de evocaciones, Fidel está de pie, por encima de la Plaza de la Patria, para decirnos que, al margen de obstáculos, leyes asesinas o guerras materiales y simbólicas, el aliento cespediano y martiano debe seguir espoleándonos, para siempre, el corazón. 

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