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Los tres mosqueteros

En Ciego de Ávila, dos campesinos y un profesor universitario son delegados directos al 11no. Congreso de la UJC. Sus experiencias e inquietudes son distintas, pero comparten un criterio: los más nuevos tienen mucho por hacer

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— Cuando en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Paquito González terminaron de contar las boletas y dieron el resultado, a Sandy Gómez Romo se le aflojaron las piernas. De pronto sintió un ardor en la cara, empezó a reírse nervioso y a mirar a los lados. Sin poder aguantar la risa, preguntó: «¿Qué cosa?». «Sí —le dijeron—; eres el delegado directo al Congreso de la Juventud. Felici…».

No pudieron terminar la felicitación; porque Sandy salió corriendo a esconderse en su casa en el poblado de Pesquería. «¿Pero qué le pasa a este muchacho? —protestó su mamá, Chely Romo—. Mijo, ¿cuál es tu problema?». «Que no voy a hablar —dijo Sandy—. No voy a hablar delante de una pila de gente en La Habana. Me da pena, tengo miedo, ni lo sueñen. No voy al Congreso».

El padre, Francisco Gómez Gómez, un hombretón de seis pies de alto a quien le dicen Frank, se le paró delante con las manos en la cintura. «Oye —le dijo con su voz ronca—, deja la bobería y ponte pa’ las cosas. Usted va al Congreso y si tienes que hablar, hablas; que para otras cosas tú paliqueas demasiado».

Hay que ver a Sandy en una fiesta para darle la razón a Frank; pero antes debemos revelar un detalle por esta vía: hoy el papá anda muy orondo por el pueblo enseñando el reconocimiento y la credencial del hijo como delegado directo al 11no. Congreso de la UJC, la cual fue entregada —al igual que a los demás participantes— por Mai-Lin Alberty Arozarena, miembro del Buró Nacional de la UJC.

Parece también que el «componte» hizo su efecto. Porque a este joven, licenciado en Informática y secretario del Comité de la UJC en la Paquito González, se le aglomeraron las palabras al principio durante el acto de presentación, pero después, en la entrevista con la prensa, por poquito hay que decirle que parara.

De 30 años de edad, Sandy es nacido y criado en Pesquería, una zona del municipio de Baraguá donde se encuentran enclavadas unas cuantas unidades productoras de alimentos. En él hay una mezcla de muchacho de ciudad y de campo. Sonriente, pícaro, se desempeña como informático y estadístico de la CPA. Sus compañeros le dicen con cariño el Loquito.

«Chico, te voy a decir algo —expresa un poco más distendido luego de la presentación—. El problema es que uno no está acostumbrado a hablar en público y con gente que no conoce. Uno se asusta. Pero, bueno, mira: al Congreso hay que llevar una serie de preocupaciones. Todo el mundo sabe que el campo necesita gente joven. Entonces, a esa gente hay que atenderla.

«Primero, cuando hablan de preparación política no se puede pensar solo en los militantes. Por acá, por el campo, no se puede estar pensando solo en los que tienen carné. La UJC tiene que sumar a todo el mundo y fajarse por los jóvenes. Que sientan que es una organización de ellos.

«La otra inquietud que pensamos llevar al Congreso es que la UJC debe preocuparse por mantener y, mira, hasta por rescatar ciertas tradiciones del campo. Las áreas de fiestas, de jugar pelota o practicar deportes, los parques están muy perdidos en el campo. Antes, según los viejos nuestros, en cualquier cooperativa o comunidad por ahí había un campo de pelota. Eso hoy no es así.

«¿Qué pasa? Pues, que los jóvenes campesinos están desarrollando hoy una inclinación a no departir entre ellos. Están más inclinados a estar metidos en sus casas con los celulares y los datos móviles que a socializar con los demás. El asunto hay que atenderlo desde la escuela, pero también hay que crear los espacios. El amor al campo tiene que empezar a sembrarse desde temprano, porque la cooperativa es una gran familia. Esa es su esencia y no podemos perderla».

Volcarnos a las redes

Jasiel Delgado Isaac hace el esfuerzo para reprimir los sentimientos. Profesor de Español y secretario del Comité UJC en la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez (Unica) desde hace cuatro años, este joven tiene una larga trayectoria como dirigente estudiantil. Fue presidente provincial de la Federación Estudiantil Universitaria, miembro del Secretariado Nacional de la organización y tuvo el privilegio de ser uno de los miembros de la última Asamblea Provincial del Poder Popular en Ciego de Ávila.

«Bueno, representar a la Unica en el Congreso es una responsabilidad muy grande —comenta después de la presentación—. Pienso que uno de los aspectos en los que se debe insistir es en el trabajo en las redes. Los jóvenes tenemos que volcarnos en ella, pero hay que hacerlo con inteligencia y responsabilidad. La defensa del país, no solo de los enemigos de afuera, sino también de adentro, se está desarrollando en esas plataformas».

Sobre el tema de si los jóvenes son apáticos o es la UJC la que debe cambiar los métodos, Jasiel responde: «No creo que los jóvenes sean apáticos y, en cuanto a los métodos, la UJC hace rato está exigiendo cambiarlos. Más bien, pienso que se debe sistematizar el trabajo. Un día haces una buena iniciativa y luego te quedas ahí. No, hay que organizarse para lograr que reiteradamente tengas una iniciativa distinta, pero eso no se logra solamente con la espontaneidad».

La supuesta «apatía» de los jóvenes motiva otros comentarios de Jasiel: «Cuando me dicen que son apáticos, me pregunto: “Bueno, ¿quiénes han estado trabajando en el rescate de la Casa del Estudiante de la Universidad? ¿Quiénes se movilizaron para ayudar a los damnificados por el huracán? Dentro de poco vamos a inaugurar la sala de juegos en la residencia estudiantil, y los jóvenes han estado ahí. Mira, no creo que el joven sea apático; lo que hay es que saberlo convocar para sacarle la pasión».

Cada trillo en la memoria

Misael Alarcón Salas confiesa que se conoce todos los trillos de Pesquería y la zona de La Cuba. Cada furnia, cada camino entre platanales y alguna que otra cantera perdida por los campos. «Por todos esos rincones jugué a los escondidos, pelota, balompié; todos los trillos de por ahí me los conozco de memoria».

Con 11 comités de base y 128 militantes bajo su responsabilidad, este joven de 31 años de edad es el secretario general del Comité UJC en la Empresa Agropecuaria La Cuba. Su otra función es la de económico de la UEB Comercializadora de Turismo.

«¿Qué preocupaciones tenemos los jóvenes de aquí para el Congreso?... Bueno, imagínate. Queremos debatir sobre las alternativas para incrementar la eficiencia en la empresa estatal y la producción de alimentos.

«Por acá, como en todo el país, hemos pasado por una situación complicada con el combustible. Hemos tenido que buscar alternativas; sin embargo, pensamos que debemos reflexionar sobre el papel de la empresa estatal y cómo hacerla más eficiente, sobre todo en lo que es el orgullo de nosotros: producir alimentos».

Otras preocupaciones, refiere Misael, son la construcción de viviendas en el campo, algo que se debe agilizar y a lo que se le debe dar prioridad para asegurar la presencia juvenil en las labores agrícolas.

Sobre su trabajo confiesa que le gustan los números. «Eso de sacar cuentas me encanta —refiere—; pero lo que me fascina es fajarme con un descuadre. Si en una nómina algo no encaja es porque por algún lado se puso un número mal, y hay que encontrarlo. Puede parecer la búsqueda de una aguja en el pajar, pero si lo haces con calma lo encuentras.

«Al principio, cuando estaba aprendiendo, me calentaba la cabeza y ahí era cuando más me equivocaba. Hasta que un día, una señora, economista ella, me dijo: “Relájate, refresca y verás que así lo vas a encontrar”. Por eso digo que el economista no debe tener sangre fía. Lo que tiene que tener es bastante sangre fría».

Misael Alarcón Salas, de la Empresa Agropecuaria La Cuba. Foto: Tomada del periódico Invasor

Jasiel Delgado Isaac, de la Universidad de Ciego de Ávila. Foto: Tomada de Radio Surco

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