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Fusetti, el paciente italiano

En un hospital holguinero, Gian Carlos Fusetti salió del estado grave en que se encontraba a causa de la COVID-19. Su agradecimiento hacia el sistema de salud cubano es considerable. Un amplio grupo de profesionales ha estado recuperándolo

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Aunque venía de Italia, Gian Carlos Fusetti no suspendió uno de los dos o tres viajes anuales que realiza a Cuba cada año para unirse a su familia en Las Tunas. Añoraba a su esposa y a la playa La Herradura, frente a cuyo oleaje prefiere descansar.

Fumador empedernido (en ocasiones, consume más de 30 cigarros diarios), este lombardo de 71 años de edad empezó con manifestaciones respiratorias, fiebre y tos seca, por lo que fue remitido de manera rápida al centro de aislamiento holguinero El Cocal, en cuyas instalaciones son acogidos pacientes extranjeros con sintomatología sospechosa.

Los factores en su contra fueron la edad avanzada y una EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), que despejaron el camino al nuevo coronavirus en su anatomía: Se intensificaron los síntomas catarrales y comenzaron a reflejarse lesiones inflamatorias en las radiografías, por lo que se procedió a su traslado al Hospital Militar Doctor Fermín Valdés Domínguez, de la Ciudad de los Parques.

Según informa la doctora Mirna Aguilera, jefa de Sección de Hospitales en la provincia, a Fusetti se le ingresó de inmediato en la Sala de Terapia Intensiva: «Nos confirmaron el 19 de marzo su prueba positiva y, en la evolución, empezó a bajar la saturación de oxígeno. También nos percatamos de que pasaba por un empeoramiento radiológico y un distrés respiratorio ligero (oxigenación en sangre inadecuada), y activamos nuestra comisión de expertos, compuesta por los jefes de Terapia Intensiva de los hospitales provinciales y otros intensivistas de alto prestigio del territorio. Se discutió el caso y colectivamente se decidió incorporar una nueva terapéutica antibiótica, e iniciar una ventilación no invasiva».

A partir de ahí, el lombardo transitó hacia la mejoría. Cesaron las variaciones radiológicas negativas, los signos de distrés dejaron de distinguirse y el reporte de grave quedó atrás: su actualidad es de cuidado, según el criterio médico.

«Con él ha habido mucha intencionalidad y se ha puesto en práctica un tratamiento importante. Hay que resaltar la dedicación de todo el personal de Terapia Intensiva, así como de los médicos y enfermeras que apoyaron, provenientes del hospital Lenin y del Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez. Esperamos que, ante la mejoría evidente, pueda retornar pronto a su hogar. Su agradecimiento a Cuba y a la atención médica es notable», asegura la doctora Aguilera.

Sacrificio de alerta

Desde que el Fermín Valdés funge como centro de aislamiento y tratamiento, Libet Osorio labora 24 horas y descansa 48. Esta especialista en Medicina General Integral (MGI) y en Higiene y Epidemiología, integra el grupo de especialistas ubicado allí: «A Gian Carlos se le siguió mediante un correcto flujograma o protocolo de tratamiento. Fue medicado con Tamiflú (Oseltamivir), que se le indica a todos los ingresos, Azitromicina (antibiótico para sintomatologías respiratorias), la Kaletra (combinación de antirretrovirales) y el Interferón Alfa 2B Recombinante, medicamento efectivo que hoy prueba su valía en otras partes del mundo».

Se observa la complacencia de Fusetti, luego de varios días en el hospital holguinero. Es de poco comer, y se le ha complacido según sus gustos, en la medida de lo posible, a fin de complementar las atenciones médicas. Cuando su esposa, también diagnosticada con COVID-19 (el 20 de marzo), fue llevada al centro, el ánimo de su compañero sentimental también progresó. Ella está en la Sala de Confirmados, estable y asintomática hasta ahora.

Durante este tiempo de contención nacional de la pandemia, Sonia Miranda, mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y especialista en MGI e Higienización de la Salud, no ha podido cocinar en casa, tarea que asumen sus hijos adolescentes y el esposo, también oficial de las FAR

La vicedirectora general asistencial de este centro, vinculada por 25 años a la Salud en la rama militar, aclara que el italiano ha sido el que más deterioro presentó entre los pacientes del hospital nororiental: «Su felicidad se aprecia cada vez que se le dice que la esposa le manda besos, pues empieza a tirar los suyos detrás del cristal del cubículo donde está, y sonríe. También dice que menos mal que esto le ocurrió en Cuba, pues no sabe qué hubiera sido de él si el nuevo coronavirus lo atacaba en otras naciones».

En el Fermín Valdés, todas las decisiones surgen de un equipo disciplinario que diariamente comenta caso por caso, especifica la Mayor: «Tenemos dos salas para discutir los de Terapia y confirmados, y otra que aborda a los de vigilancia y sospechosos. El equipo médico de la Dirección Provincial de Salud intercambia con nosotros acerca de la situación de cada paciente a través de un teléfono en alta voz, luego que los profesionales de las salas presentan los casos, y de ahí se definen tratamientos o cambios de categoría, y la pertinencia de tomar una muestra o no.

«Un paciente de Canadá de 57 años, confirmado el 18 de marzo, inicialmente estaba en Terapia Intensiva. A medida que fue mejorando su salud valoramos el traslado a la Sala de Cuidados y allí está ahora, con evolución muy favorable».

Al EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) se le conoce también como enfermedad respiratoria hipercápnica. Incluye, entre sus causas más comunes el tabaquismo, y por sí sola se exacerba con frecuencia, tras cualquier infección, como la viral en cuestión. Como padecimiento crónico, desata el empeoramiento del pronóstico en pacientes portadores del nuevo coronavirus. Pero igualmente se desencadenan agravamientos sin patologías crónicas de base, según demuestra la experiencia en otros países.

La teniente-coronel doctora Milagros Mekin, directora del Fermín Valdés, es otra de las mujeres de esta historia recuperativa. Ella recalca la altísima responsabilidad del personal que está tratando al paciente italiano, cuyo agradecimiento no es solo para este Hospital Militar, sino para todo el sistema de salud de la Isla. 

Gian Carlos cumplirá el aislamiento necesario, con la esperanza de reaparecer en la norteña Lombardía muy pronto y luego reemprender la vuelta «para ya», hacia Cuba, su segunda casa, donde no le han cobrado un centavo por atenderlo en esta pandemia, como sucede con cada paciente foráneo confirmado.

A propósito de la amenaza de la COVID-19, el Hospital Militar Doctor Fermín Valdés Domínguez dispone de varias salas de hospitalización: unas para vigilancia epidemiológica, y otras para atender sospechosos o recibir confirmados. Además, posee cubículos destinados a embarazadas y otros a niños.

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