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Regalar, donar, dar… Eso marca la diferencia

El dinero no compra ciertas cosas, ni las fabrica. Cuando comprendemos que las necesidades de los otros tienen un valor inmenso porque todos formamos parte del mismo ciclo de supervivencia, también podemos escribir páginas de heroísmo en tiempos de la COVID-19

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Historias de solidaridad, por suerte, no son pocas en estos tiempos en los que la vida nos ha cambiado con la aparición y rápida expansión de la COVID-19 en el mundo. Cuba ha tenido muchos ejemplos de altruismo a lo largo de su historia, en su propio territorio y fuera de él, en medio de circunstancias muy adversas, pero no dejan de asombrar algunas en la actualidad, sobre todo cuando no existe ningún interés de lucro y solo prima el deseo de servir a la humanidad.

A Elizabeth Rodríguez Cabalé, vecina de 84 y 5ta. A, en el municipio capitalino de Playa, nunca le falta trabajo, y sus manos y las de su familia se unen en el empeño por «construir» diseños en telas diversas, remodelar algunas piezas textiles y desplegar la creatividad con tijeras, agujas e hilos en su máquina de coser como medio de vida. Sin embargo, la nueva realidad que nos ha traído (lamentablemente) la existencia del nuevo coronavirus la motivó a confeccionar nasobucos para regalar.

«Comencé a confeccionar los primeros nasobucos con mis propias telas y se los regalé en primera instancia al bodeguero, al carnicero, a algunos vecinos… a falta de tela ahora solo pido que quien quiera tenerlos, venga a la casa con los recortes que tengan. Hasta ahora puedo decirte que he hecho 580 nasobucos, ahí están  los de Marino Luzardo, los de Ismael de la Caridad, son muchos y ¡los voy contando!

«Ofrezco mi tiempo y el de mi familia para hacerlos porque comprendo la importancia de usarlo y quiero colaborar desde mi casa para que todos lo portemos en la calle. Quien no sepa coser o no tenga máquina de coser o no tenga tiempo para hacerlo, puede encontrar en mi casa la solución».

Se une Elizabeth a la iniciativa de otras familias que han contribuido a que todos a su alrededor dispongan de este medio de protección. Con ello demuestra que, en contextos tan hostiles como este, emerge la bondad en muchas personas, lo que es muy reconfortante cuando se divulga la noticia de que algunos inescrupulosos prefirieron robar el mismo artículo con la idea de ganar dinero después con su venta.

También con el deseo de contribuir desde su escenario a la labor loable que realizan los profesionales de la salud en el país, con la dinámica impuesta por la presencia de la COVID-19, también se suma a las iniciativas de solidaridad José Miguel Alba, titular cuentapropista de un taller de reparación de motores de arranque y alternadores en 19 y 6, en el  municipio habanero Plaza de la Revolución.

«Con esta situación preferimos detener nuestra actividad diaria de trabajo pero pensamos que debemos apoyar a quienes se mantienen trabajando para garantizar la seguridad sanitaria del país, para salvar las vidas de los que se enferman. Por eso, con algunos de mis trabajadores con los que puedo establecer un cronograma para alternar su presencia, ofrecemos nuestros servicios de manera gratuita para reparar los vehículos que requieran este tipo de intervención, pertenecientes a Salud Pública, pues este sector está en la primera línea del enfrentamiento a la enfermedad».

Y así también se escriben páginas de heroísmo… Cuando comprendemos que las necesidades de los otros tienen un valor inmenso porque todos formamos parte del mismo ciclo de supervivencia. El dinero no compra ciertas cosas, ni las fabrica. Regalar, donar, dar… Eso marca la diferencia.

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