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¿Cómo asumes quedarte en casa? (I)

En tiempos en los que debemos permanecer en el hogar el mayor tiempo posible como garantía de nuestra salud y de la reducción de la propagación de la COVID-19, la doctora Patricia Arés comparte desde la perspectiva psicológica la manera de asumir la indicación

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

En casa. Debemos permanecer en casa el mayor tiempo posible y solo salir de ella cuando sea estrictamente necesario, pues es el aislamiento social la medida más eficaz para mitigar la propagación de la COVID-19.

Se convierte el hogar entonces en una oficina, para los que pueden trabajar desde allí; en una escuela, si hay menores en la familia; en el centro por excelencia del respeto a las normas higiénicas; en el lugar para el descanso…en fin, en un espacio multifuncional. ¿Cómo lo asumimos? ¿Cómo aprendemos a realizar todas esas actividades en el mismo entorno y con todos los miembros de la familia presentes? ¿Cómo mantenemos el equilibrio emocional en el momento actual?

Desde el 5 de mayo, la doctora Patricia Arés Muzio comparte criterios, recomendaciones y consejos en el espacio «Un momento con Patricia», idea original del realizador Rolando Almirante que cuenta con la producción del ICAIC, transmitido a través de la página institucional en Facebook del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

«Tratamos de llegar al alma de las personas. Es nuestra modesta contribución al enfrentamiento a la Covid-19, y por ello la especialista aborda con profundidad y mucha soltura fenómenos y problemas que pudieran convertirse dentro del seno familiar en obstáculos que entorpecen el adecuado desarrollo de los acontecimientos, así como la necesaria comprensión y enfoque que necesitamos para vencerlos unidos», comentó Almirante.

Nueva realidad, nueva actitud ante la vida

Reconoce Arés Muzio que desde el punto de vista psicológico, no es fácil asumir, repentinamente y de manera obligada, un asilamiento social de esta magnitud, aun cuando sepamos que es la mayor garantía para nuestra salud.

«Puede ser interpretado de muchas maneras según las personalidades, las edades, los riesgos que se corren…Algunos lo sienten como un mandato, como una orden restrictiva que produce frustración. Otros lo sienten como un compromiso justo con la vida porque comprenden que es por la voluntad de un bien mayor, como un deber ciudadano, como una responsabilidad cívica.

«Entonces nuestras actitudes dependen de cómo lo interpretamos. Una postura es resistirse, estar en bronca con la vida, estar en permanente estado frustración, sentirse mal todo el tiempo. Es una de las fuentes de mayor sufrimiento emocional porque conlleva estar todo el tiempo en una negación.

«La otra postura es la aceptación. En la vida cuando suceden imponderables, una actitud madura, responsable y razonable es aceptar. No es lo mismo aceptación que resignación, pues no se trata de permanecer en un estado de inercia, colgar los guantes y no reorganizar la vida.

«Aceptar la nueva realidad implica reorientar la vida, entrar en acción, analizar las cuestiones fundamentales del momento en el que vivimos. Cuando aceptamos profundamente una realidad, estamos en paz y sabemos que implica confiar en nosotros mismos, en que todo pasará. Es disponer de la voluntad para ello, por nosotros y por un bienestar colectivo. Tendremos luego el orgullo del sobreviviente».

Arés Muzio destaca en este espacio audiovisual que, en definitiva, esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar desde el punto de vista emocional pues no siempre dedicamos el tiempo necesario a pensarnos.

«A veces hacemos de la mente un altar y del cuerpo una tumba. Se asume la vida como una carrera de 100 metros y no una de largo alcance. Al cuerpo hay que darle los combustibles necesarios para que funcione, tales como el alimento, el descanso, el ejercicio físico. Justamente este es un buen momento para dedicarle tiempo a nuestra salud corporal pero, sin olvidar el equilibrio emocional».

Inquiere la experta: ¿Sabemos cuidar de nuestras relaciones? «Es una magnífica oportunidad para autorevisarnos, para ser un entrenador de nuestra propia vida. Ciertamente es también un momento para aprender nuevas habilidades que nos permitan expresar lo que sentimos.

«En tiempos de pandemia, los abrazos y los besos como otras muestras extracorporales de afecto no nos están permitidas. Somos criaturas táctiles, y ahora tenemos hambre de piel, sed de cariño, y nuestras necesidades afectivas están a dieta. NO podemos permitirnos una desnutrición emocional, así que es aconsejable desarrollar nuevos aprendizajes de la manera de transmitir nuestro afecto a las personas que, por razones obvias, deben permanecer lejos de nosotros.

«No siempre tenemos buenas habilidades para comunicar nuestros afectos, sobre todo en el caso de los hombres, a quienes se les expropia de ello en virtud de su hombría y en el caso de algunas mujeres, quienes limitan su espontaneidad para no "desnudarse” demasiado.

«En ocasiones somos personas amables en el entorno social pero en el interior de la familia descuidamos gestos y palabras de afecto. Embotellamos los rencores, las heridas, no verbalizamos los problemas..nos vamos alejando o distanciando de otros, y las relaciones se enfrían.

«Hoy tenemos que aprender a tocar el corazón con la mirada, aprender a abrazar con las palabras. A veces no sabemos cómo ponerle palabras a una emoción. Este es el momento de aprender. Para no desnutrirnos emocionalmente ahora, tenemos que atrevernos a entrenar habilidades nuevas en el lenguaje emocional. Expresar lo que sentimos…».

Con relación a la multifuncionalidad que adquiere el hogar, la psicóloga advierte que lo primero es no perder la brújula de lo que significa el momento actual. «La prioridad es cuidar la salud de todos y mantener el equilibrio emocional de cada miembro de la familia. No podemos aspirar a los estándares de calidad o rendimiento que tenían nuestros hijos en dinámicas normales ni a los que teníamos en nuestras jornadas laborales cotidianas. NO podemos exigirnos lo mismo en circunstancias diferentes».

Son momentos difíciles para los padres que se convierten en maestros o reguladores del aprendizaje escolar y para los niños, quienes no pueden mantener la misma disciplina en casa que en el centro docente. Al mismo tiempo, los adultos trabajan desde casa y convergen situaciones complejas en cuanto al uso del espacio físico y del tiempo.

«Hoy la familia es un universo multifuncional y es necesario organizar el caos. Siempre que sea posible es recomendable establecer horarios, calendarios, acuerdos familiares donde sea visible esa organización. Marcar el ritmo de cada uno. Organizar los espacios en la medida de nuestras posibilidades, administrar las pantallas cuando no hay más de una computadora y hacerlo paso a paso.

«Tenemos que hacer lo que se puede hacer en la cotidianidad, sin renunciar a que los niños estudien y a que tengamos proyectos laborales. Pero lo más importante es comprender que esta realidad multifuncional no puede lacerar sensiblemente el equilibrio emocional de cada uno».

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