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El antivirus de la inventiva criolla

Electromédicos camagüeyanos trabajan a tiempo completo para garantizar el funcionamiento de las máquinas que se utilizan en la atención de pacientes positivos a la COVID-19

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— En las manos del inventor había un tesoro poco común, un tesoro que vale lo que pesa, porque es garante de vidas humanas. Todos en aquel salón saturado de tornillos, tuercas y cables me aseguraron que era «oro molido», como se dice en buen cubano.

Una válvula tosca, pesada, afeada por el tiempo, no solo era la responsable de tanta alegría en aquel salón bien regado, sino que también avivó mi curiosidad, ante la exaltación que mostraban los ojos de los laboriosos electromédicos.

Las exclamaciones de ¡Al fin lo logramos! confirmaban el valor de aquel dispositivo arcaico, felizmente renovado, y la satisfacción ante una nueva misión de «rescate» cumplida en aquel departamento, donde todo tiene un lugar, aunque no lo pareciera ante los ojos neófitos de esta reportera.

«Aquí todo se echa a andar. A esta válvula reductora se le hizo una reparación general de su mecanismo, entre muchas otras innovaciones», aseguró Eudaldo Bernal López, ingeniero eléctrico del departamento de Equipos médicos generales, del camagüeyano Centro de Ingeniería Clínica y Electromedicina.

«Tócala, cárgala, siente su peso», insistió, al tiempo que el joven Mario Cabrera Ramírez, ingeniero biomédico, la acariciaba durante la prueba de su puesta en marcha: La «vieja pieza», deslustrada por el tiempo de faena, pronto volverá a encargarse de regular nada menos que el vapor de una caldera, mecanismo vital para el funcionamiento de las autoclaves de esterilización (donde se desinfecta todo el material hospitalario), entre otros servicios imprescindibles en cualquier instalación hospitalaria.

Los ventiladores son parte esencial en la atención del paciente positivo al nuevo coronavirus. Foto: Yahily Hernández Porto

«En tiempos de pandemia —explicó este electromédico con 28 años de experiencia en esa institución— a esta “belleza” había que ponerla de alta, aunque muchos la dieran ya por muerta. En breve se instalará en el hospital provincial Manuel Ascunce Domenech».

Sin terminar de saborear su éxito con la válvula, el colectivo de creadores de este departamento redireccionó su empeño para intentar recuperar un equipo de autoclave del hospital militar Octavio de la Concepción y de la Pedraja, donde hay casos positivos a la COVID-19 y ese tipo de dispositivo resulta, más que esencial, imprescindible.

La creatividad pica y se extiende

Créalo o no, todo parece posible en esta mágica institución agramontina dedicada a la electromedicina. En otro de sus locales, el de Soporte de vida, la innovación es un arte para garantizar que la ciencia se multiplique.

Sus cuatro especialistas, Marcos Antonio Lechuga, Williams Manuel Aller, Karel Victoria Hernández y Miguel Palma Solís, viven acuartelados como en una unidad de bomberos, pues donde aparezca el «fuego» ellos lo sofocan. En las semanas previas a nuestra visita habían reparado unos 20 ventiladores destinados a cuidados intensivos y varias incubadoras para atención neonatal.

Lechuga es uno de esos hombres multioficio que han dado justa fama a la especialidad con sus más de tres décadas de labor ininterrumpida en esta institución. Cuenta que desde el inicio de la alarma por la pandemia se dedicaron a evaluar todo el equipamiento de ventilación y las máquinas de anestesia de los 11 hospitales camagüeyanos, para ponerlas de alta al ciento por ciento, y además adaptaron seis incubadoras para instalarles nuevos sensores de temperatura.

Seis incubadoras fueron adaptadas para instalarles nuevos sensores de temperatura. Foto: Yahily Hernández Porto

Impresiona saber cómo este colectivo logró incrementar en tiempo récord la capacidad del servicio de oxígeno en la Sala de Terapia Intensiva del hospital Amalia Simoni, para garantizar las 34 camas que están permanentemente a disposición de posibles casos complejos entre quienes padecen la COVID-19 en este territorio, con el nivel de seguridad y confiabilidad que exige la llamada zona roja.

Galenos en guardia

El director del Centro de Ingeniería Clínica y Electromedicina, Yosvel Tabares Alfonso, explicó a JR que resulta un reto para su colectivo mantener la vitalidad de los equipos médicos de la provincia en medio del complejo escenario que experimenta el país a causa de la pandemia y el recrudecimiento de la hostilidad imperial.

Significó este ingeniero biomédico de 31 años de edad que sus trabajadores laboran ininterrumpidamente, como galenos en guardias médicas, para que nada falle en este territorio, que tiene 39 casos positivos hasta la fecha.

Declaró además que unos 60 especialistas, junto a técnicos ubicados directamente en los hospitales agramontinos, son responsables de la revisión y evaluación de las centrales estériles y otras 12 líneas de equipos: máquinas de anestesia, bombas, aspiradoras, respiradores y sus pantallas, desfibriladores y electrocardiógrafos, entre otros dispositivos vitales para la atención a los enfermos.

Subrayó que la unidad y coherencia con que trabaja esta especialidad en Cuba ha permitido poner de alta numerosos dispositivos esenciales para las emergencias médicas, como los ventiladores (respiradores), y ahora se trabaja en la reparación de pantallas de esos equipos y de las impresoras 3D, que han resultado útiles para crear dispositivos ante el azote del virus SARS-Cov-2.

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