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El relajamiento que arriesga

A medida que las cifras confirmaron la detección de menos casos e incluso la ausencia de estos, la baja percepción de riesgo en la población se ha incrementado no solo en las provincias en las que la situación sanitaria está más controlada, sino también en la capital 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Que tenemos que aprender a convivir con el SARS-CoV-2, coronavirus causante de la enfermedad COVID-19, ya es sabido. NO se desaparecerá de la noche a la mañana y, como con otros tantos virus de este tipo que circulan a diario, y con vías de transmisión similar, nos corresponde ser más cuidadosos y mantener normas elementales de higiene.

Sin embargo, y es un tema del que se ha hablado mucho desde el inicio de la pandemia en el país, no son pocas las personas que, o no han comprendido bien la magnitud del asunto o realmente creen que enfermarse no es problema porque en las instituciones hospitalarias se responsabilizarán por ello. Se descuidan, no usan correctamente el nasobuco, lavarse las manos no es prioridad siempre, y se desplazan de un lado al otro manteniendo contacto con cualquiera, sin pensar en el riesgo.

A medida que las cifras confirmaron la detección de menos casos e incluso la ausencia de estos, el nivel de relajamiento se incrementó, y no solo en las provincias en las que la situación sanitaria está más controlada, sino (y es lo más preocupante) en territorios como La Habana, donde el llamado a la sensatez y la disciplina ha sido constante.

Abrir un evento de transmisión local en el municipio artemiseño de Bauta en días recientes demuestra, precisamente, que la cordura no está a la orden del día. Una fiesta  familiar, en la que participaron numerosas personas, algunas de las cuales viajan con frecuencia a la capital, y la mayoría (si no la totalidad) sin respetar las normas de distanciamiento, ha sido el detonante de una situación que evidencia la irresponsabilidad y la baja percepción de riesgo en la población.

Otra vez el llamado a la reflexión y a la toma inmediata de conductas juiciosas. Recordemos que los servicios gastronómicos se reanudaron, que las personas asisten a espacios cerrados (en los que se deben mantener las normas, pero, ¿se hará?). Pensemos en que, en poco tiempo, se reanudará el curso escolar, y a los menores la familia les debe inculcar la necesidad de respetar las medidas, y los maestros deben dar el ejemplo… Recordemos que en próximas fases de la recuperación, se anuncia el restablecimiento de las actividades con una nueva normalidad…

Temo por la incongruencia entre el decir de las autoridades pertinentes y el actuar de todos… Me preocupa que, como puede suceder en otros casos, la población confíe demasiado en el sistema de Salud porque, si bien es cierto que puede hacerlo porque se destinan recursos y esfuerzos para atender extraordinariamente la situación generada por la COVID-19, no podemos olvidar que la prevención siempre será el camino, y que está en nuestras manos —esas que hay que continuar lavando varias veces al día— cuidar mejor nuestra vida.

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