Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La solidaridad que ampara

A seis meses de la llegada de la COVID-19 a Cuba, diversos han sido los protocolos de tratamientos a los pacientes aquejados por la enfermedad que han generado numerosos beneficios. La inclusión del plasma convaleciente ha sido uno de ellos y resalta la nobleza humana

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

 

Desde que el nuevo coronavirus comenzó a propagarse por el mundo y el peligro fue inminente para Cuba, la Dirección de Ciencia y Técnica del Ministerio de Salud Pública y el Instituto de Hematología, establecieron un protocolo de tratamiento de plasma convaleciente al paciente de SARS-CoV-2, pues el país siempre ha contado con una población muy solidaria y humana.

La doctora Delia Esther Porto González, especialista de Hematología y directora del Programa Nacional de Sangre, comenta que de acuerdo con las regulaciones de la Organización Panamericana de Salud y la Organización Mundial de la Salud y a partir de la unión de diversos especialistas en un equipo multidisciplinario, hasta la fecha han sido 93 los pacientes cubanos transfundidos y 204 los donantes.

«Luego de recibir el alta clínica y el alta epidemiológica en su área de salud, la persona que acceda a realizar esta donación, dejando constancia de su consentimiento informado, debe cumplir determinados requisitos, como tener entre 18 y 60 años de edad, no padecer ninguna enfermedad crónica y en el caso de los mujeres, limitamos a aquellas que han tenido tres partos o embarazos o que han sido transfundidas.

«Aun así, para saber si podemos hacer uso del plasma, es necesario realizar PCR para el SARS-CoV-2, el VIH, las hepatitis B y C y la sífilis. Se ejecuta, igualmente, la titulación de los anticuerpos del coronavirus en los centros que colaboran en ese sentido como el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, el Banco Provincial de Sangre, el Centro de Inmunoensayo y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.

«Es importante, además, conocer el grupo sanguíneo, tal y como sucede cuando se realiza una donación de sangre. Sabemos que las personas AB pueden ser donantes para todos, y que las personas del grupo O son receptores universales».

Los pacientes transfundidos en una primera etapa, fundamentalmente en La Habana y Villa Clara, fueron los reportados de cuidado y los graves no ventilados mecánicamente. Después del rebrote y con la alta incidencia de los casos, quedó aprobada la inclusión de pacientes con PCR persistente, añadió.

Porto González agrega que la demanda del plasma hiperinmune* ha aumentado desde todas las provincias, y en ello trabajan los 16 departamentos de plasmaféresis existentes, incluyendo el del municipio especial Isla de la Juventud. Añade que el proceso de la donación es sencillo y no acarrea reacciones adversas de ningún tipo.

«Se traslada al donante desde su casa hasta el Banco, se hidrata, se conecta a una maquina de aféresis durante 40, 45 minutos y luego se le ofrece una merienda reforzada y el suplemento de leche, aceite y pollo, previo acuerdo con el Ministerio de Comercio Interior. En el transcurso de la donación, la máquina separa el plasma en dos bolsas de 300 mililitros cada una y los glóbulos rojos se le transfunden al donante, es decir, no se le afecta su hemoglobina con este procedimiento».

La especialista refiere que se ha establecido realizar cuatro donaciones al mes, según la titulación de cada donación y respetando descansos entre una y otra. «Los beneficios para el paciente transfundido son evidentes con rapidez. El tiempo del alta médica se acorta porque el PCR ofrece resultados negativos en un breve lapso, la presión parcial de oxígeno registra valores estándares, la mejoría es considerable de manera inmediata. Los anticuerpos de ese plasma neutralizan el virus, bajan la carga y el individuo puede sanar.

«No solo empleamos el plasma hiperinmune donado para la atención médica pues también aportamos cantidades a la industria, a la planta de hemoderivados, para la producción de la inmunoglobulina anti SARS-CoV-2, que será muy útil para continuar con los tratamientos», precisó.

Aunque no se ha detenido el proceso, Porto González espera que los pedidos para aumentar la cantidad de kits de plasmaféresis logren ser satisfechos. El bloqueo impuesto a Cuba y otras cuestiones de índole económica y financiera afectan la cobertura de estos elementos, pero continuamos trabajando porque aún contamos con una capacidad significativa, aseguró.

*Componente de la sangre donde se concentran los niveles de anticuerpos que el paciente, a través de su sistema inmunológico competente, produce contra el virus que lo ataca.

Vida salvada

 Un mes y un día estuvo ingresado Roberto Moré Roble, de 51 años, desde que en marzo pasado dio positivo al SARS-CoV-2. Su hijo y él, casi al unísono, sufrieron fiebre, malestar general y tos, y fueron aislados y atendidos en Bauta, luego en el Hospital Salvador Allende y finalmente, él en el Hospital Naval, de la capital.

Moré Roble, de 51 años, fue diagnosticado positivo a la COVID-19 el pasado mes de marzo. 

«Estuve grave, muy grave. Nunca he padecido de enfermedad alguna, siempre he hecho ejercicio físico y llegué a sentirme como tal vez se siente quien tiene 90 años. Imagínese que si algo se me caía al piso, yo me agachaba a recogerlo y apenas podía levantarme.

«Oxígeno, antibióticos… todo lo que lleva el tratamiento recibí. Todavía me queda falta de aire, por primera vez en mi vida tengo hipertensión…son las secuelas de ese virus fatal. Cuando me preguntaron si aceptaba una transfusión de plasma, ¿cómo negarme si yo lo único que deseaba era estar bien nuevamente? Y a los tres días ya era hombre nuevo… en menos de 24 horas ya sentí la mejoría… Eso me salvó».

Roberto fue el primer paciente cubano confirmado con la COVID-19 que recibió una donación de plasma hiperinmune. Hoy «me cuido más que si fuera de cristal porque si antes, sin padecer nada, por poco me muero… ahora si el coronavirus vuelve a mí, no podré hacer el cuento».

 Vida que salva

Juan Antonio Martínez Arredondo, de 31 años, está convencido de que la mejor manera de vivir es hacer lo mejor para uno mismo y para los demás. Por eso es donante frecuente de sangre, «porque puedo necesitarla yo mismo o un familiar o un amigo o cualquiera que ame la vida». Por eso, sin titubeo, luego de enfermar de la COVID-19 accedió a donar su plasma, «para que otros se salven».

Juan Antonio Martínez Arredondo, de 31 años, luego de enfermar de la COVID-19 accedió a donar su plasma, «para que otros se salven»

Referencista bibliográfico de la Biblioteca del hospital general Calixto García de la capital, Juan Antonio fue de los primeros contagiados a partir de un brote identificado en su propio centro laboral. «Fui positivo al coronavirus el 12 de abril y nunca reporté ningún síntoma, pero me mantuve en aislamiento para evitar contagiar a otros. Ya en la casa me localizaron y me preguntaron si aceptaba donar mi plasma para enfermos de la COVID-19 y no tuve que pensar mi respuesta».

Quince días después de su alta epidemiológica, Juan Antonio donó por primera vez en el Banco de Sangre de su municipio de residencia, Diez de Octubre, y agradecido está del trato y las atenciones que recibe. «Lo más importante es saber que algo puedo hacer para ayudar a los que pueden morir por esta pandemia».

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