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La ciudad después de la calma

Con un complicado panorama epidemiológico, la provincia de Guantánamo y, dentro de esta, la urbe capital del territorio vive inéditas jornadas de restricciones en un combate decisivo contra el nuevo coronavirus

Autor:

Haydée León Moya

GUANTÁNAMO.— Nos tomó casi por sorpresa. Aletargados en medio de una especie de burbuja que, durante meses, nos mantuvo a salvo del nuevo coronavirus mientras otras provincias se debatían entre casos, contactos y cuarentenas. Como un golpe al estómago, certero a la tranquilidad, Guantánamo, que prácticamente no se mencionaba en los partes del Ministerio de Salud Pública, de un día para otro pasó a acaparar titulares con un número de casos que, a inicios de la pandemia, era lo que reportaba todo el país.

 Sabíamos, empero, que la COVID-19 acechaba. La vimos venir en aviones, guaguas y autos ligeros, la olimos en las calles repletas, las fiestas del fin de año, el mal uso o ausencia del nasobuco, la indisciplina de algunos viajeros y el relajamiento, incluso, de protocolos sanitarios.

 Sospechamos que andaba agazapada en las colas sin distanciamiento que, irremediablemente en esta urbe, se han convertido en la única manera de adquirir alimentos y aseo para quienes no pueden o no quieren seguirles el ritmo a los revendedores, en parte, porque mientras la COVID-19 dio tregua no se implementaron sistemas de distribución más equitativos y menos revueltos.

 La verdad es que esta situación no nos tomó tan de sorpresa. Hace poco más de una semana, el grupo temporal de trabajo del municipio de Guantánamo instó a una mayor celeridad en el tratamiento a personas positivas o sospechosas de serlo.

 Y aquí está la COVID-19, cambiándole el rostro a una ciudad que ahora mismo está en la etapa epidémica, específicamente en la fase de transmisión auctóctona limitada, como toda la provincia, que reportó al cierre de este lunes 124 nuevos casos positivos, la mayoría de ellos autóctonos y con la más alta tasa de incidencia del país.

 Entre otras medidas urgentes de los últimos días, el Consejo de Defensa Provincial aprobó decretar en cuarentena, desde el mediodía del pasado día 14 de enero, el cuadrante comprendido en las calles desde 5 Norte a 8 Norte, y desde Calixto García hasta Moncada, donde hasta esa fecha se registraban diez confirmados con el virus, nueve sospechosos, más de 110 contactos y relaciones espaciales que aumentan la posibilidad de contagio entre las 1 341 personas que residen en 344 viviendas.

 Entonces regresaron las cintas amarillas, la calle vacía, estar puertas adentro, el nasobuco obligatorio…

Vivir en cuarentena

 De cómo transcurre la vida en una zona con máxima restricción nos habla Yanieska Babastro Brown, joven coordinadora de la Brigada Cultural José Martí, quien es la presidenta del CDR 3 de la zona. Ella asegura que estos días en cuarentena los han unido más y que las personas mantienen la disciplina, porque saben que hay que cuidarse, pero también porque las autoridades han garantizado lo necesario para evitar el movimiento de la gente.

 «La noche antes de cerrar el cuadrante, la delegada se reunió con los presidentes de los CDR para imponernos de la situación de la zona y coordinar el trabajo de los mensajeros para distribuir los alimentos. También nos visitaron funcionarios de Educación, para registrar a los niños en edad escolar y los trabajadores del sector que viven aquí.

 «A mi cuadra, que es pequeña en relación con las colindantes,  pues tiene solo 27 casas, le asignaron al principio tres mensajeros, que son jóvenes trabajadores del Inder muy dispuestos y solidarios. Luego, a ellos se sumaron voluntariamente tres muchachos del barrio que ejercen el trabajo por cuenta propia y sus negocios están cerrados por esta situación. Ellos conocen a todo el mundo. Ellos saben en qué casa viven niños, en cuál ancianos, y como a veces los recursos vienen diferenciados, así todo es más rápido y organizado.

 «El mismo día que iban a cerrar hicieron un listado de quienes necesitábamos cambiar la balita, y ya la repusieron a todos los que cocinan con gas licuado.

 Tan unidos como vinieron al mundo andan por estos días ayudando a la gente Yasiel y Yadiel Babastro. Mellizos y trabajadores por cuenta propia que se vieron obligados a cerrar su negocio como barberos, ellos no han dejado de servir al barrio, ahora como activistas y mensajeros voluntarios.

 «Nos exponemos un poco, pero si desde afuera vienen a auxiliarnos, cómo no hacerlo entre nosotros mismos. Lo que hay  es que protegerse, pues es preferible lamentar el encierro y las restricciones que el contagio o la muerte de alguna persona», consideran.

 La periodista Yaylen Rodríguez Lamothe, quien vive con el esposo y sus tres hijos menores de edad casi en el centro de esa zona, dice que «la vida se lleva puertas adentro, aunque a veces la gente se asoma a los portales y siempre hay quien sale un poco más, pero todo el tiempo dentro del cuadrante.

 «El contacto con el mundo exterior, con las necesidades que dependen de lo que ocurre después de la cinta amarilla, son, precisamente, esos mensajeros. Yo, por ejemplo, tuve que llamar cuando necesité comprar la leche de mis hijos. Les di lo necesario, esperé en la acera, y al rato ya estaban de regreso.

 «Están ahí, esperando por las necesidades de la gente. Podemos llamarlos directamente o a través de la presidencia del CDR. También, entre los mismos vecinos, han surgido activistas, casi siempre muchachos jóvenes que ayudan al resto con los mandados o cualquier otra cosa.

 «En la intersección de las calles 8 Norte y Calixto García, está la posta médica para atender a las personas que necesiten asistencia, ya sea por síntomas de COVID-19 o por otra razón. Por lo general funciona, solo el viernes en un momento no estaba el doctor, según escuché quejarse a los vecinos.

 «Cada día, por la mañana, pasa alguien a pesquisar. Nos preguntan por la presencia de síntomas y si todo está bien. Por suerte, en mi casa todos están saludables.

 «El propio día 14 trajeron algo de vianda, pero no alcanzó para todos. Después, casa por casa, nos han vendido un paquete de pollo, un pomo de aceite, galletas y tres libras de cerdo. Cada día, además, los mensajeros nos acercan el pan, y lo que necesitemos. Aquí todo está bien organizado y garantizado», resalta.

  Es parte del nuevo rostro que muestra, cual espejo, la ciudad. Una instantánea de los aciertos y desaciertos en esta contienda —desigual y terrible— que por lo menos aquí, apenas comienza.

Decisiones

  • El lunes último, el Consejo de Defensa Provincial dispuso la restricción de movimiento desde las ocho de la noche hasta las cinco de la mañana, por lo que las personas no pueden hacer estancia en ese horario en parques, plazas o cualquier otro lugar público.
  • Se ha ampliado la capacidad de hospitalización. Ahora funcionan 16 instalaciones adaptadas como centros de aislamiento (cuatro para positivos a la COVID-19 y el resto para sospechosos).
  • Se refuerza la labor de inspección estatal y la aplicación de multas a las personas que en lugares públicos no guarden distanciamiento, no usen el nasobuco o no adopten medidas para la desinfección, así como en los lugares donde expenden alimentos.
  • Se ha reorganizado la venta normada y, por consejos populares de la ciudad de Guantánamo, de productos agropecuarios y los que se expenden en las cadenas de tiendas de TRD y Cimex.

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