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En la capital cubana, Primera Muestra Itinerante del Cine Caribeño

Su propósito es reconfigurar, paulatinamente, el mapa audivisual de productores, exhibidores, creadores y espectadores de la región

Autor:

Joel del Río

Resulta difícil, cuando no imposible, llegar a entender tu ciudad, tu país o el mundo, sin enterarte antes de quiénes son tus vecinos, cómo viven y a qué aspiran. La Primera Muestra Itinerante del Cine Caribeño se propone llenar los vacíos del reconocimiento de quienes viven tan cerca de nosotros, a quienes nos unen profundas identidades históricas o culturales, y a veces nos resultan casi desconocidos. Por eso, la Muestra ocupa la pantalla del cine Charles Chaplin desde este lunes y hasta el venidero sábado, en su propósito de reconfigurar, paulatinamente, el mapa audiovisual de los productores, exhibidores, creadores y espectadores caribeños, al tiempo que les permite descubrir las posibilidades artísticas de expresar la autoctonía, la voluntad de crecer y el sentimiento de pertenencia.

Ava y Gabriel, una historia de amor, de Félix de Rooy, forma parte de la muestra.

Precisamente a la defensa de la diversidad cultural se dedica la quinta edición del Congreso Cultura y Desarrollo, que tiene lugar, coincidentemente con la Muestra, en el Palacio de Convenciones de La Habana, y gracias a esta feliz unidad de propósitos, los cineastas, productores y académicos invitados a la misma, participan también en el Congreso, sobre todo en el encuentro sobre estrategias para la colaboración e integración en el cine y el audiovisual del Caribe. La capital cubana es el último punto en el itinerario de un ciclo integrado por 30 títulos provenientes de 15 naciones, entre los cuales se incluyen algunos filmes realizados hace poco (¿Tiene sida el Presidente?, Roble de olor) junto a obras ya consideradas clásicas (La última cena, producción cubana de 1976; Ava y Gabriel, una historia de amor, de 1990) por su artístico reflejo de los complejos procesos de sincretismo, mestizaje y paralelismos caribeños.

Es decir, se nos presenta una vitrina de lo mejor realizado, antes y ahora, en una región que comparte nexos entre los cuales debe figurar, de ahora en adelante, el segmento audiovisual. Entre los clásicos, se cuenta indiscutiblemente el largometraje de ficción realizado en Curazao, Ava y Gabriel..., que se ambienta en los años 40 y dirigió Félix de Rooy. Es una hermosa historia de amor cuyos protagonistas (un pintor negro y una joven maestra mulata) se ven precisados a sortear obstáculos de tipo social, cultural y racial, más o menos el mismo tipo de condicionantes que operan sobre el elenco numeroso del filme realizado en Guadalupe, Tet Grenné, así titulado en alusión a los barrios viejos y populares de Pointe-à-Pitre.

También de Curazao procede Zulaika, sobre una adolescente muy humilde que vive con sus abuelos; mientras su madre trabaja en Holanda, ella tendrá que enfrentar numerosas adversidades que la obligan a crecerse como ser humano. Otro notable relato de superación espiritual y aprendizaje personal es ¿Tiene sida el Presidente?, una de las películas caribeñas más exitosas internacionalmente del último bienio, que cuenta la vida disoluta y posterior enfermedad del Presidente del Compás, un astro de los medios en Haití, quien decide imprimirle un giro repentino a su existencia.

Del Caribe anglófono, particularmente de Jamaica, llega Countryman, donde un pescador solitario y campesino se ve envuelto en una intriga política luego de que rescata a dos norteamericanos en un accidente de aviación. El hombre pacífico se ve obligado a desplegar entonces habilidades sorprendentes, casi mágicas, para la lucha contra quienes lo persiguen por la selva.

También presenta algunos giros hacia «lo real maravilloso» definido por Carpentier en su novela «haitiana» El reino de este mundo, el mediometraje documental De hombres y dioses, que aborda las complejas relaciones entre los homosexuales haitianos y el vudú, en un entorno místico y simbólico, en el cual sigue siendo tabú la inclinación sexual hacia personas del mismo sexo. Según se cuenta en la sinopsis de este filme, «algunos homosexuales haitianos encuentran explicación a su sexualidad y se les considera hijos de los dioses, por lo cual se les brinda protección. Esta misma protección divina es la que obliga a la sociedad civil a aceptar y respetar en alguna medida a estos hombres. El filme es un largo viaje que explora un tema muy delicado con ayuda de personajes conmovedores dotados de gran voluntad de vivir, y de ser lo que son, a pesar de los obstáculos que tienen ante sí».

Además de las películas antes mencionadas, hay muchos otros cortometrajes de ficción y documentales destacables —Vida y deuda, de Jamaica, o Tragar, realizado en Islas Caimán—, los cuales permitirán ensanchar el horizonte cultural y cognoscitivo al espectador interesado en saldar esa deuda de comprensión con nuestros más cercanos vecinos. La Muestra llega a La Habana procedente de St. Kitts y Nevis (febrero), Belice (abril), Haití, Bahamas, Barbados, Granada, Trinidad Tobago (mayo) y Jamaica (junio). Aunque se suponía que culminara en La Habana se extenderá posteriormente a República Dominicana, Suriname, Guadalupe y Guyana (durante los restantes días del mes de junio) y se exhibirá en la República Bolivariana de Venezuela a principios de julio.

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