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El rescate de Pelusín

Ese simpático personaje creado hace varias décadas por la escritora cubana Dora Alonso ha retornado a las tablas como protagonista de uno de los más recientes estrenos del grupo Nueva Línea en la obra Pelusín enamora’o

Autor:

Osvaldo Cano

Una escena de la pieza Pelusín enamora’o Entre los creadores empeñados en rescatar a Pelusín del Monte se cuenta Esther Suárez Durán. El simpático personaje creado por Dora Alonso, hace ya varias décadas, ha retornado a las tablas ahora como protagonista de uno de los más recientes estrenos del grupo Nueva Línea. Pelusín enamora’o es el título de la obra de Suárez Durán llevada a escena por Yaqui Saíz. Con este montaje la joven agrupación acaparó varios de los más importantes premios teatrales puestos en disputa el pasado año.

Pelusín, símbolo del cubanito travieso e inteligente, enfrenta nuevamente aquí varios obstáculos en su afán por hacer efectivos sus sueños. Una vez más sus avatares devienen proceso de aprendizaje y maduración. Tal y como su título indica en esta ocasión el protagonista queda prendado de una niña que, deslumbrada con el dinero y todo lo que con él puede obtenerse, no le presta mucha atención. Precisamente ahí estriba el conflicto de la obra. En honor a la verdad quienes contienden en Pelusín enamora’o son el materialismo y la espiritualidad. Alrededor de este par de contrarios es construida una trama muy sencilla en la cual prevalecen los valores representados por el precoz amante quien, gracias a un final feliz, conquista el afecto de su amada.

Al igual que el entramado la concepción de los personajes no es nada compleja debido a lo cual estos se revelan como seres de una sola pieza. En realidad lo que persigue la dramaturga es transparentar una tesis y sus criaturas devienen vehículos para tal efecto. En otras palabras, la vocación aleccionadora del texto es palpable, aunque a su favor hay que apuntar que al estar matizado por pasajes en los que a partir de la música, el baile o el siempre efectivo juego de equívocos, la trama se acerca apreciablemente a la sensibilidad popular quedando garantizada la comunicación y el entretenimiento, piedras de ángulo del teatro para niños.

Yaquí Saíz se responsabiliza con el montaje consiguiendo un espectáculo ágil, con buen ritmo y atinadas dosis de comicidad. La directora dota a la puesta de un tono jocoso y desenfadado; lo cual, junto al gancho que representa la consabida historia de amor entre los protagonistas, constituye una fórmula probada y efectiva. Resulta llamativo el hecho de que el colectivo de Nueva Línea, incluyendo a su directora, sea un núcleo joven capaz de llevar adelante un montaje de calidad. Sencillez, buen nivel interpretativo e interés por exponer problemas palpables y cotidianos son también méritos de esta propuesta.

La directora cuenta con un equipo de colaboradores que contribuye al resultado final. Tal es el caso del diseñador de la escenografía Héctor Huertas, quien concibe un ámbito signado por la recreación realista y la proximidad, facilitando las soluciones a los diferentes problemas que enfrenta el montaje. Siguiendo la pauta de la imagen conocida tanto de Pelusín como de la abuela Pirulina, Juan Delgado perfila unos muñecos que sobresalen por su expresividad. Las luces de Reinier Rodríguez contribuyen a reforzar la imagen escénica y a destacar perímetros y contornos según lo demanda el acontecer.

Como ya había apuntado la labor interpretativa es de buen nivel. Yordan Castro y Harold Valdés acompañan a Saíz en estos menesteres. El trabajo de manipulación que realizan, la faena con la voz en aras de aportar a la caracterización, así como la posibilidad de asumir a varios personajes y singularizarlos son algunos de las virtudes del elenco. En él sobresale Yaqui Saíz, una actriz-manipuladora con mucha simpatía y apreciable dominio de la técnica. Esto se puede constatar desde el mismo prólogo donde sostiene una relación interactiva con los espectadores. Incluso a pesar de que el mencionado preámbulo se torna extenso en exceso, sin que aporte nada al acontecer dramático, precisamente lo que lo salva es el carisma de Saíz.

Pelusín enamora’o resulta un espectáculo sencillo e incluso ingenuo, en el mejor sentido del término. Uno de sus mayores atractivos radica en el uso que hace de la tradición a la que pertenecen sus hacedores. La suya es una comicidad simple pero efectiva, a lo cual hay que adicionar su interés por dialogar con la realidad exponiendo, y trayendo al universo de los niños, problemas comunes del mundo de hoy como son el consumismo y la consiguiente pérdida acelerada de importantísimos valores espirituales. Todo lo cual es llevado a término con frescura y buen nivel interpretativo, alcanzando a comunicarse con desenvoltura con el público. Factores estos que lo convierten en una propuesta atractiva en el contexto de la escena cubana actual.

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