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Entre la inocencia y el virtuosismo

Integrada por 42 talentosos niños, el debut oficial de la banda fue el 1ro. de mayo de 2006, durante el desfile local por el día de los trabajadores

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Foto: Ramón Barreras Remedios, Villa Clara.— Erwind Luis, Claudia y Rosa juguetean felices mientras disimulan el ingenuo nerviosismo propio de su edad. A pocos minutos de iniciar el ensayo andan impacientes de un extremo a otro de la estrecha Academia de Música de esta añeja ciudad.

«Arriba, muchachos», expresa en tono medio ronco un hombre delgado, de tez amulatada y de unos aparentes 60 años. Es Ramón Luis Olalde Montero, quien arriba a sus dos décadas como director de bandas.

Los pequeños se acercan a sus instrumentos. Unos los toman en la mano, otros los colocan sobre sí. Sentados, agolpan la mirada en el maestro a la espera de la señal de comienzo.

El sonido de la percusión aflora por un lado, el de los clarinetes por otro, las flautas entran en combinación con los saxofones, el bajo emprende diálogo con las trompetas. Poco a poco una dulce armonía emerge del silencio mismo. Así se escucha cada tarde sabatina la Banda Infantil de Conciertos de este vetusto pueblo, conformada por 42 niños: 22 hembras y 20 varones.

Sus integrantes han vivido instantes inolvidables desde las primeras clases de Teoría y Solfeo, en agosto de 2005, tras riguroso proceso de captación de alumnos de cuarto, quinto y sexto grados de todas las escuelas primarias de la municipalidad.

Uno de esos grandes privilegios fue el de participar en las actividades conmemorativas por el cumpleaños 80 de Fidel, lo que marcó un acontecimiento cumbre en sus vidas, según cuentan satisfechos algunos de los que allí fueron invitados.

El debut oficial de la banda fue el 1ro. de mayo de 2006, cuando el grupo de noveles músicos participó en el desfile local por el día de los trabajadores, ante la mirada complacida de sus coterráneos.

A golpe de batuta

Buen consejero y exigente profesor, Olalde Montero siente orgullo de sus discípulos y da fe de cuánto los quiere: «No creas que son irresponsables. Al contrario, saben cómo comportarse en cada lugar; forma parte de la disciplina necesaria para un buen desempeño. Ensayamos semana tras semana y nunca discutimos. El respeto contribuye a fortalecer lo que hemos hecho.

«¿Sabes?, puede parecer exagerado, pero todos poseen un poder de captación envidiable, lo que favorece el rápido aprendizaje de la teoría y el dominio técnico de los instrumentos. Muchas veces cuando vamos a comenzar un espectáculo demuestran tener menos nervios que cualquier músico de experiencia. Tal vez sea que por la edad se sienten más cómodos en la actuación».

—¿Qué los caracteriza?

—El fundamento, la constancia. Si no son sistemáticos con la práctica, jamás avanzarán. Les hace falta también buena retentiva, alto nivel de concentración, capacidad para relajarse en momentos tensos, tener un oído bien aguzado, y darse cuenta de que forman parte de un trabajo colectivo, en el que se obedece de principio a fin a un único mando.

—¿Cómo realizan la selección de los niños para cada instrumento?

—Les damos la posibilidad de elegir según sus intereses, sus habilidades, aunque la vocación es esencial. Por supuesto, valoramos las condiciones físicas de cada uno. Un trompetista debe poseer una buena dentadura, y un percusionista necesita bastante habilidad manual para manejar las tumbadoras, las pailas, el bombo, el triángulo. Pero lo que decide es la actitud, la motivación.

—¿Hasta qué edad pueden pertenecer a la banda?

—Eso es algo complejo. Hoy todavía están los 42 que empezaron. Te imaginarás que casi todos ya cursan estudios en Secundaria y algunos hasta en décimo grado. La mayoría no quiere abandonar el grupo; llegará el momento en que tendrán que cederles el lugar a otros.

«Por cuestiones que escapan a mi voluntad y a la de todos ellos, estos muchachos carecen de posibilidades para afiliarse a la banda de mayores, aun cuando estén interesados».

Sobre el particular, Marcelino Prieto, jefe del departamento de Desarrollo Artístico del Centro Provincial de la Música, explica que esta agrupación, al igual que la de Sagua La Grande —únicas de su tipo en Villa Clara— surgió como proyecto comunitario, teniendo en cuenta las raíces musicales y las favorables condiciones del territorio para el desarrollo de tal iniciativa, pero no para asegurarle el relevo a la Banda Municipal, a la que ingresan los alumnos de las escuelas profesionales.

La mayor aspiración de estos jóvenes es continuar progresando en la música y, de hecho, lograrlo dependerá en gran medida de la perseverancia de cada cual.

Según consta en los archivos históricos del municipio, el 20 de mayo de 1904 se estrenó, en la antigua plaza Isabel II —hoy Parque José Martí—, la primera Banda Infantil de Conciertos de Remedios —posiblemente una de las primeras de Cuba—, organizada por Desiderio Montalbán Raymundo, quien vino a esta comarca, un año antes, como profesor de la Academia de música, recién fundada por el Ayuntamiento. Luego se sucedieron varias agrupaciones hasta llegar a siete durante toda la seudorrepública.

Unificar sinfonías y emociones no resulta un empeño simple para quienes, desde edades tempranas, se aprestan a desterrar con talento el ocio en un pequeño pueblo de provincia. Son niños —casi jóvenes— dispuestos a crear, inquietos por la música, a los que el tiempo y la vida, a pesar de los pesares, les pudieran augurar un buen concierto. Que así sea.

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