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Leonardo Favio: El romance de la música y el cine

El reciente filme Aniceto del destacado compositor y cineasta argentino recorre, cuadro a cuadro, los cinco lustros de la historia de la democracia en Argentina

Autor:

Juventud Rebelde

El compositor y cineasta argentino, Leonardo Favio, presenta en La Habana su más reciente filme Aniceto. Leonardo Favio ve la vida a través del color de la música y de las imágenes que le provocan los sonidos. Cine y melodías en él se han conjugado de tal manera, que a su nombre responden al unísono tanto los éxitos musicales O quizás simplemente le regale una rosa y Fuiste mía un verano de la década prodigiosa, como los títulos tributados a la pantalla grande Crónica de un niño solo y El romance del Aniceto y la Francisca, consideradas de las mejores en la historia del cine argentino.

Es precisamente Aniceto, una nueva versión del clásico El romance... lo que ha motivado a Favio —de 71 años de edad—, a llegar a La Habana, puesto que su cinta dio inicio al ciclo de cine argentino El grito sagrado: Postales de libertad, que concluirá el jueves 21 de mayo.

Leonardo, peronista de corazón —como lo demuestra con su obra Perón, sinfonía del sentimiento—, pone ahora a disposición del espectador cubano su más reciente filme, que se une a otros 24 títulos —entre ellos los clásicos Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela; Historias mínimas, de Carlos Sorín; Garaje Olimpo y La Historia oficial, de Luis Puenzo— para tomarnos de la mano y recorrer, cuadro a cuadro, los cinco lustros de la historia de la democracia en Argentina.

Y es que, como declara el mismo Favio, ser memoria es la esencia palpable del cine, pues «quien nace para ser cineasta viene con una urgencia: utilizar o fabricar imágenes para testimoniar la historia, transmitir el asombro, los sueños, la poesía».

Aniceto, por supuesto, no está exento de tales atractivos, así como tampoco pudo eludir las inquietudes musicales de su autor, quien por muchos años acarició la idea de llevar al ballet la historia protagonizada en 1966 por Elsa Daniel, María Vaner y Federico Luppi; y que ahora cobra vida con los bailarines Hernán Piquín, Natalia Pelayo y Alejandra Baldón. El propio Favio participa esta vez interpretando el tema Canción de juventud, con que cierra el filme y que compuso su hijo, el músico Nico Favio.

Sobre el reto que puede significar retomar su propia obra, Favio confiesa con esa sencillez que caracterizan sus composiciones: «Las bases de ambas cintas son las mismas, lo diferente es el amor, que es siempre un misterio».

No pretende Leonardo que sus personajes sean de carne y hueso, se declara aliado de la ficción: «Me gusta que mis personajes nazcan de un fotograma y que, unidos cuadro a cuadro, cuenten una historia, que es la mía y que solo se transforma en película a través de la visión del espectador. Es tan simple el cine mío: se trata de encontrar una idea y de ver si esta vale la pena».

El punto de partida que dio inicio fue el deseo de hacer una obra de teatro, pero finalmente el guión teatral terminó convirtiéndose en cinematográfico.

Favio, feliz de no escapar de su destino fílmico, continúa haciendo planes para el futuro y pretende «seguir inventando nuevas posibilidades, porque siempre tengo la sensación de que algo queda por decir en el camino».

Fotograma de Aniceto, que protagonizan los bailarines Hernán Piquín, Natalia Palayo y Alejandra Baldón Sobre el proyecto en el que está inmerso ahora adelanta que «se titula El mantel de hule, y en él pretendo trabajar más el potencial pictórico de la imagen. La película iniciará captando el montaje sonoro que es propio de las grandes presentaciones de rock. Pienso que hay muchas cosas que se desconocen de este mundo». Se remonta entonces a los días de su infancia de los que guarda «el sonido del estadio de fútbol mientras preparaban el espectáculo, las pruebas de los parlantes que llegaban hasta mi casa, muy próxima al estadio. Pienso que este aspecto sonoro se ha descuidado mucho en el cine nuestro, y también en las salas de exhibición donde se proyectan las películas».

Evidentemente Favio es un ser que mira en sonidos y escucha en imágenes, dos cosas que simplemente no puede separar: «Uno es lo que hace y hace lo que es. Amo mis canciones tildadas por muchos de simples, porque están en el inventario familiar de nuestra gente. En caso de no ser cineasta me hubiera gustado ser un gran director de orquesta. Me apasiona la música, pero solo llegué a ser un cantor de guitarra de tono corriente».

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