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Décima Bienal de Cuenca, en Ecuador, con sabor cubano

Cuba muestra el arte de varios de sus creadores. Por primera vez un cubano, José Noceda, funge como curador general y director artístico del evento

Autor:

Aracelys Bedevia

Desde hace unos días Cuenca se ha convertido en una gran galería. Cientos de creadores de todo el orbe se encuentran en esa pequeña ciudad, que cada dos años acoge lo mejor de las artes visuales contemporáneas, y premia a las tres mejores obras en concurso.

En calles, galerías y otros espacios públicos de Cuenca, ubicada en el sur de los andes ecuatorianos, se respira un ambiente de Bienal. Cuba está entre los países más representados. Reinerio Tamayo, Eduardo Ponjuan y Duvier del Dago asumirán el reto de mostrar al mundo lo mejor de sus creaciones y mantener en alto el prestigio y calidad de nuestras producciones artísticas, mientras que José Noceda funge como curador general y director artístico.

Es la primera vez que un especialista extranjero, y por demás cubano, asume la curaduría general del evento, rol que durante las pasadas ediciones permaneció en manos de ecuatorianos. «Durante los días inaugurales de la IX edición, las bienales de Cuenca y La Habana suscribieron un convenio de colaboración. En el 2008 ellos solicitaron al Consejo Nacional de las Artes Plásticas la presencia de un curador del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam para que realizara esas funciones, designación que recayó en mi persona», explicó Noceda.

Cuenca, señaló el especialista, es pionera en el fomento de conexiones institucionales con otras bienales, con centros de arte contemporáneo, museos, fundaciones y curadores de otras latitudes.

En declaraciones a JR Noceda se refirió al surgimiento de esta Bienal, en 1987, a raíz del interés de un grupo de cuencanos, amantes del arte, deseosos de fomentar las artes visuales en la ciudad, así como las conexiones con instituciones, críticos y profesores de arte de los países vecinos.

«Hoy en día florecen de nuevo las bienales y trienales en toda la región. Pero Cuenca posee el bien ganado mérito de ser una de las establecidas en el subcontinente —junto a San Pablo, La Habana o la hoy Trienal poligráfica de San Juan, Puerto Rico—, pues ha superado los retos del tiempo y los imponderables que motivaron el colapso de no pocos eventos de su tipo».

—¿Qué criterios alentaron la selección de las obras participantes?

—La curaduría general determina cuáles son las propuestas a admitir, tomando en cuenta la sujeción a las ideas planteadas en la fundamentación y el nivel de los proyectos (rotundez conceptual y lingüística, su carácter propositivo, su eficacia expresiva...). Esta selección se aprueba por el Licenciado René Cardoso Segarra, director de la Bienal y por la Junta directiva del evento.

—¿Cómo selecciona cada país a sus representantes?

—La bienal descansa en las propuestas tributadas por las curadurías nacionales, las cuales son un primer escalón en el proceso de selección de los invitados. Estos curadores trabajan sobre la convocatoria teórica y hacen sus propuestas. Los criterios de selección de las propuestas son absolutamente libres. Cuenca no impone una metodología y cada curador se guía por sus preferencias, gustos e intereses ideoestéticos. Después, el curador general realiza la selección final e intenta en lo posible conciliar todos esos criterios, muchas veces dispares.

—¿Y en el caso de Cuba?

—Se coordina a través del Consejo Nacional de las Artes Plásticas y del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Como curador general tuve también a mi cargo la selección de los invitados por la Isla y algunos países del Caribe.

—¿En qué temas enfatiza la Décima Bienal de Cuenca?

—La convocatoria Intersecciones entre la memoria, la realidad y los nuevos tiempos, intenta articular nodos de conexión entre la bienal, su propia historia y su devenir, entre la bienal y la ciudad anfitriona; entre Cuenca, su tegumento identitario y otros contextos, entre la memoria y zonas de la realidad.

«Intersecciones es un término clave para indicar registros plurales de asociaciones temáticas y simbólicas. Un enunciado lo suficientemente amplio para generar múltiples reflexiones y cuestionamientos desde el arte en una gran diversidad de temas y direcciones.

«Aspiro a que el papel de la Bienal no se reduzca al de simple y fría importadora temporal de obras, sino que emerja de las profundidades de la ciudad que la acoge y convoca, que conviva o se alimente de ella, y estimule el trasvases de sentido y los vasos comunicantes con el mundo y con las producciones y procesos artísticos contemporáneos».

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