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Poeta hasta mi muerte

La poesía es algo que me justifica, que le da sentido a mi vida, asegura la joven poetisa Liudmila Quincoses, presidenta de la Asociación Hermanos Saíz en Sancti Spíritus

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

La interrogante la toma por sorpresa, algo inusual en la reconocida poeta espirituana Liudmila Quincoses. «Qué pregunta tan simpática, ¿sabes que nunca me habían preguntado eso?, ¿cómo te diste cuenta, José Luis?», me escribe desde su computadora, con una prosa que la dibuja tal como es: perspicaz, sensible, espontánea, ocurrente, familiar...

«Bueno, he vivido en un mundo de zurdos: mi mamá, mi abuela..., así que era normal. Aprendí a escribir, pero nunca a tejer, un problema para los zurdos. Tuve los conflictos típicos en la escuela con aquellos antiguos pupitres... Luego, cuando crecí, me consolé con lo que dice la mitología popular: que los zurdos son más inteligentes, y esa creencia se afirma en la larga lista de científicos, artistas, ajedrecistas y políticos, brillantes y zurdos...», decide «provocarme» esta escritora multipremiada, como una «advertencia» de «a qué viene esa historia», ahora que JR la entrevista como hará en lo adelante con otros destacados creadores miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), para así festejar el aniversario 25 de la organización que agrupa la joven vanguardia artística cubana.

«Eso sí, no te sientes a mi lado en un restaurante porque siempre me tomo el agua y me como todo lo que queda a la izquierda. De hecho creo que soy demasiado zurda, una zurda recalcitrante...», me aclara como para dejar zanjado el asunto y dialogar sobre sucesos de su vida que la convierten en un ser privilegiado, como haber estado entre los cinco delegados de su provincia al pasado Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, o embarcarse en La Estrella de Cuba, que la llevó junto a otros colegas y músicos por toda la Isla.

«La Estrella de Cuba nació como surgen las buenas cosas. El escritor Nelson Simón y yo lo propusimos en medio de una Feria del Libro de La Habana. Era necesario homenajear a Heredia, y nosotros queríamos ir por toda Cuba, llegar hasta Santiago, inundar campos y ciudades con la necesaria poesía, que revitaliza, cura, asombra. Así apareció un increíble proyecto que ya tiene matices de suceso histórico dentro de la literatura cubana».

—Comenzaste publicando un libro de narrativa, Donde se cuenta la historia de un hombre..., pero luego la poesía te ha absorbido completamente. ¿Alguna razón especial para que la prefieras frente a los otros géneros?

—Sí, en 1990, con solo 15 años, publiqué mi primer libro con ese título tan largo y simpático, donde se narra la historia de un hombre que tenía un violín azul que despertaba la primavera. Eran como cuentos fantásticos. Los primeros concursos literarios que gané eran de narrativa. Y nunca he dejado de escribir cuentos, incluso tengo una noveleta que quiero sacar a la luz este año, me he divertido mucho escribiéndola. He escrito varias obras de teatro para niños, con canciones compuestas especialmente para estas puestas por Julio Neira (importante artista de la plástica y su esposo) y por mí. Puede que esto lo haya suscitado el nacimiento de Martha Inés, mi pequeña hija. Estoy preparando una antología de cartas, otra personal de poesía, y tengo dos interesantes proyectos con fotógrafos profesionales que vinculan fotos y textos poéticos, los cuales saldrán en España y en Estados Unidos.

«Siempre escribo, para mí la poesía es algo que me justifica, que le da sentido a mi vida. Como dijo Eliseo Diego, los poetas nacemos para dar testimonio, para tratar de entender y contar este mundo, para contar tantos sentimientos. Considero que la poesía es un trabajo serio, es mi oficio, lo que quiero ser hasta mi muerte, me encanta ser poeta, o poetisa, como gusten».

—Has sido multipremiada: Dador, La Gaceta de Cuba, Pinos Nuevos, Calendario, Premio del Frente de Afirmación Hispanista, Nosside Caribe... ¿Te atraen mucho los concursos?

—Cuando más joven me atraían mucho los premios. En aquella época representaba poder publicar los libros, los textos, en revistas importantes, conseguir promoción para tu obra, notoriedad. Creo que he tenido suerte y un gran olfato para los premios. Agradezco por ejemplo al Frente de Afirmación de México D.F., la oportunidad de haber viajado por primera vez cuando apenas tenía 22 años, encontrarme con Teotihuacán, Palenque, y toda la cultura azteca, maya, que me produjo una honda impresión y que, por supuesto, me dio sustancia para mi libro Los territorios de la muerte, así como puntos de referencia para muchos otros textos.

«Me satisface mucho el Nosside Caribe, premio donde asombrosamente fui la ganadora absoluta y me ofreció la oportunidad de conocer a Italia (Sicilia, Toscana, Venecia, Milán, Roma). Para mí es importante viajar, no solo por el extranjero, por Cuba, caminar por mi ciudad, conocer personas, sus historias. Por eso también me he sentido fascinada con las inimaginables historias que he conocido a través de Escribanía Dollz. Ellas son imprescindibles para mi trabajo y constituyen un importante testimonio de estos años que nos ha tocado vivir».

—Háblame de Escribanía Dollz, el proyecto cultural que refundaste en el año 2000 junto a Julio...

—Escribanía Dollz existía desde 1994. Llegó en el período especial. Yo fui una lectora voraz, leía todo lo que caía en mis manos, vivía con mi madre y con mi abuela quienes me compraban todo tipo de libros. A mí siempre me fascinó el género epistolar, me aficioné a esa literatura y sobre todo a la poesía. Era una época difícil, la gente hacía lo que podía para sobrevivir, y yo, que era adolescente, sabía hacer pocas cosas: leer el Tarot, escribir poesía y... cartas.

«Hice una apuesta con mis amigos, les aseguré que las personas necesitaban las cartas, que antes de un mes alguien acudiría a mis servicios. Le puse por nombre Escribanía Dollz, por una pequeña calle al costado de mi casa. Preparé un cartel y lo puse en la puerta. Decía: Se escriben cartas de amor a cualquier hora, cartas de negocios y cartas de suicidas, de 8:00 a.m. a 3:00 p.m.

«Todavía recuerdo la cara de estupor de mis vecinas, y sus críticas; las mismas que ahora, 17 años después, son protagonistas de nuestras intervenciones públicas, exigen el concurso, limpian la calle y hacen suyo nuestro proyecto que es patrimonio de la ciudad, de Cuba...

«Bueno, puse el cartel y por fin casi al mes llegó el primer cliente. Me contó sus problemas y por supuesto esperó su carta, la solución de su problema. Me di cuenta de que, sin pensar, me había metido en un gran lío, en un asunto muy serio. Tener un espacio en la historia de dos personas es tener también potestad para cambiar esa historia. Desde entonces las personas no han dejado de acudir a la Escribanía, personalmente; y hace unos años por la vía del correo electrónico.

«En el año 2000, se incorporó Julio y me propuso una refundación: hacer una galería (recuerdo que hicimos una exposición que se llamó Sagradas historias de la escribana..., por ejemplo), talleres de pintura para niños, pintar gráficas en la cuadra, extendimos también nuestra labor a 26 prisiones de Cuba... Mi madre también ha sido una parte importante de este proyecto. Ella trabaja en la estadística del concurso y hace la peña Amigos de la esperanza, que ya tiene más de diez años y que es, junto al Café de las cuatro y los conciertos e intervenciones públicas, nuestro espacio habitual.

«Este proyecto ha significado mucho para nosotros, nos ha aportado felicidad, mucho trabajo, pero sobre todo enriquecimiento espiritual, hondo conocimiento de la esencia humana. Me ha dado personalmente disciplina, he llevado a cabo proyectos utópicos, pero creo que gracias a nuestra labor también hemos logrado que en este tiempo de globalización, guerras y violencia, la gente se comunique un poco más, no pierda la fe».

—¿Cómo llevas tu obra creativa con tus responsabilidades como presidenta de la AHS de Sancti Spíritus?

—Yo escogí un camino, tengo un oficio. Y siempre me ha gustado tener proyectos, trabajar, experimentar. Hace tres años aproximadamente que soy presidenta de la AHS, fui diez editora de la Editorial Luminaria, así que no me place la monotonía, la excesiva paz. No soy una escritora de torre de marfil, me encanta buscar, descubrir, ayudar, impulsar. Por ello ha sido una suerte involucrarme seriamente en la AHS.

«Fue un poco difícil al principio, debía armonizar mi carrera y la crianza de mi hija, pero considero que tengo un magnífico equipo de trabajo, en mi casa y en la AHS. Y muchos jóvenes artistas, inquietos, talentosos a los que siempre estoy atenta, y reclaman de mí un tiempo precioso, pero también me da mucha felicidad proyectar conciertos, organizar eventos... Trato de trabajar a mi modo, con mi método, y me parece que me ha dado un buen resultado.

«Tengo un gran sentido de pertenencia hacia esta organización, a la que entré en 1990, por eso me tomé con seriedad esta propuesta que me hizo Luis Morlote, nuestro presidente nacional, un excelente amigo a quien no se le puede decir que no. Ahora le agradezco esta oportunidad. Con la AHS crecí y se solidificó mi obra, pero ya sabes: escribiendo, siempre escribiendo en cualquier circunstancia, no puedo dejar de escribir».

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