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Como los locos, nuevo disco de Adrián Berazaín

Las doce canciones que integran su primer disco, son escenas cotidianas en la vida del cantautor

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

La urbanidad, con muchos de sus matices y, sobre todo, desde la visión de los más lozanos, es un elemento esencial en las letras de Adrián Berazaín (La Habana, 1983). Es en esa urdimbre de situaciones citadinas donde el cantautor toma las escenas cotidianas que forman parte de Como los locos (Bis Music, 2011), su primera entrega fonográfica.

«Mi música es muy citadina, porque soy muy urbano. Mis canciones tienen que ver con eso, con lo que me ha ocurrido», dice a JR Berazaín, quien se define como un artista autodidacta.

Para mostrar su forma de ver el arte acaba de presentar su disco, cuya docena de temas —escritos todos por él— coinciden con tales conceptos.

La Calle G lleva una dedicatoria a la popular avenida habanera; mientras en El club de corazones rotos, Adrián invita a Diana Fuentes para juntos estampar el romanticismo que también se adueña de sus letras, como sucede, con notable prominencia, en Se enamora y Para ella.

Berazaín desanda por los caminos creativos y se auxilia de sus memorias de adolescente para revelarnos Te acuerdas, un sencillo que ilustra sus vivencias en el pre vocacional Vladimir Ilich Lenin. Con el dúo Buena Fe muestra Mis amigos se están yendo y en La Ketainómana aparece junto al trovador Fernando Bécquer.

El autor nos deja sus metáforas a lo largo del álbum, mas es esa visión de crecimiento espiritual la que evoca en Matojo ya creció, Cantar en el tejado y en el track que da título al CD.

Porque Berazaín trata de ser fiel a los consejos que una vez le diera el poeta Jesús Orta Ruiz, a quien dedicó su disco. «Una de las cosas que más tengo presente del Indio Naborí es lo que me aconsejó: “Canta y representa tu arte con lo que has vivido, nunca lo inventes. Sé lo más realista posible”».

Entonces, Como los locos expone esa admiración del artista por grandes del rock como los Beatles. Pero también hace una reverencia a quienes desde sus composiciones, sin importar qué género defiendan, no descuidan la belleza de la poesía y se unen a causas justas, como sucede con los boricuas de Calle 13.

Mas, el elemento imprescindible en este grupo de canciones, según su autor, es su conexión con lo cubano. «La esencia de la trova no se pierde aquí... Siempre traté de mantener la cubanía, aunque no necesariamente hubiera que incluir una tumbadora en todos los temas», asegura Berazaín.

En el disco, Adrián también corrió a cargo del diseño, especialidad de la cual se graduó de nivel superior, y para la fotografía convidó al notable artista del lente Iván Soca.

Eligió para la parte melódica al baterista Ramsés Rodríguez, al bajista Michael Fernández y al percusionista David Hernández, así como al guitarrista y tecladista Marcos Alonso, quien además fue el productor musical. A ellos se sumaron el trompetista Julio Padrón (en Se enamora), y Edgar Fernández (teclados) y Julio César García (bajo), ambos en Pobre corazón.

Aunque el público ha tenido contacto con las canciones contenidas en este volumen, en los conciertos ofrecidos por Berazaín en el Museo Nacional de Bellas Artes y en la feria Arte en La Rampa —ambos el verano pasado—, el músico anuncia una gran actuación, con «todos los participantes en el CD, entre diciembre y febrero venideros».

Allí, como en las revisitaciones que hagamos a estos temas, comprobaremos ese concepto de Adrián de autodefinirse como «un tipo que hace canciones y a esos la gente les llama trovador. Si de pronto con ellas la gente baila, perfecto. Si les hace pensar, qué bueno. Es lo ideal».

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