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Los detalles engrandecen la música

JR dialoga con la pianista Lourdes María Cepero Estrada y el contrabajista Ariel Negrín Valdés, fundadores del dúo A piacere

 

Autores:

Yahily Hernández Porto
Alexei Nápoles González

CAMAGÜEY.— El virtuosismo y la admiración del uno por el otro desde lo musical y lo sentimental, llevaron a que la pianista Lourdes María Cepero Estrada y el contrabajista Ariel Negrín Valdés fundaran el dúo A piacere, en el 2003. Su trabajo, que revela un exquisito ensamble instrumental, les ha permitido crear un proyecto inédito que trasciende las fronteras de Camagüey para convertirse en un dueto de la música de cámara preferido por muchos en el país.

En diálogo con JR, los miembros de A piacere aseguraron que «integrar un proyecto así nos permite acercarnos a un público ávido de un género poco promovido en los medios de difusión».

—Ariel, la crítica especializada los califica de excepcionales. Sin embargo, esta afirmación puede sostenerse porque son únicos en su formato en la nación…

—Nunca nos enfocamos en el hecho de ser los únicos en nuestro formato, sino en el propósito de defender y disfrutar la música que hacemos, de ahí el nombre del dúo.

«La música es el refugio, la paz, la pasión y el único antídoto contra las desilusiones y dificultades de la vida» agrega Lourdes María. «Cuando tocamos olvidamos todas las preocupaciones y nos sumergimos en el placer de los sonidos».

—Lourdes, expertos en el género destacan A piacere por su ensamble instrumental...

—El ensamble está visto a partir de la igualdad de condiciones entre el piano y el contrabajo. Los dos instrumentos hacen partes de solistas y de acompañantes. Lo complejo resulta distinguir en qué momento aflora cada frase o pensamiento musical, y para ello hacemos un trabajo de mesa en el que analizamos cada uno de ellos, así como los medios expresivos; incluso respiramos juntos. A esa labor se suma el esfuerzo y la dedicación en el ensayo diario. Es un trabajo muy minucioso, porque precisamente los detalles son los que engrandecen la música».

Si se les pregunta por las obras más complejas integradas a su formato, Ariel responde: «La sonata original Arpeggione, de Franz Schubert, para el antiguo instrumento homónimo, que ocasionalmente se toca en la actualidad con violonchelo o viola. Su montaje duró seis meses, debido a las dificultades técnicas y musicales de la partitura para el contrabajo, porque este no cuenta con la misma disposición de cuerdas que tienen la viola o el cello. Otro de los montajes que implicó esfuerzo fue la recreación de las Danzas folklóricas rumanas, de Bela Bartok, pues originalmente fue compuesta para orquesta de cuerdas».

Lourdes María considera, por su parte, que A piacere ha aportado a la madurez profesional de ambos. «Cada obra es un reto técnico e interpretativo. Nos hemos percatado de lo mucho que contribuye el proyecto a nuestro quehacer como profesores del ISA y viceversa, todo lo que hacemos lo ponemos en función del dúo».

—A piacere posee un público estable y creciente...

—Resulta difícil atraer a espectadores que no están familiarizados con el formato ni conocen el género. Sin embargo, después de darnos a conocer en conciertos y otras presentaciones, el público va creciendo, porque se siente motivado. La música de cámara establece una especie de diálogo, de coloquio íntimo entre los instrumentistas que trasciende hasta el auditorio, y eso es lo que más atrae a las personas.

A pesar de los elogios de especialistas y de poseer más de 90 obras en su repertorio, solo existen dos piezas compuestas para ellos. ¿Cuál es el motivo? Ariel lo explica: «La música de cámara goza de vitalidad, pero precisa de mayor promoción en el país. Necesitamos que compositores cubanos escriban para nuestro formato. Si bien tenemos un catálogo bastante amplio, conformado principalmente por obras de autores europeos y latinoamericanos, nos gustaría incrementar el repertorio cubano, más si fuesen piezas escritas para dúos como el nuestro».

—Es exiguo el conocimiento del contrabajo como solista. Sin embargo, ustedes consiguen que este se convierta en parte fundamental de la música. ¿Cómo lo logran?

—El contrabajo, aunque desempeña un papel fundamental como base rítmica y armónica en todo tipo de agrupaciones, es un instrumento poco conocido en la función de solista, a pesar de que existe un amplio catálogo que revela sus potencialidades interpretativas. Lo que hacemos es inusual en Cuba, y por eso casi todas las obras que interpretamos las hemos estrenado en el país. Detrás de cada obra montada hay mucho esfuerzo, horas de estudio y ensayo.

—Lourdes, el hecho de ser camagüeyanos, ¿constituye una barrera para el dúo?

—Sí y no. Aunque hemos participado en diversos festivales y jornadas de concierto en La Habana y otras provincias, en lo que más nos afecta es en que no hemos podido grabar un disco, porque todos los recursos están en los estudios especializados de la capital, acceder a ellos se hace muy difícil; además de la promoción, que se afecta indiscutiblemente, aunque en nuestro territorio tenemos todo un proyecto con una gran acogida. Grabar un disco no depende solo de nosotros, sino de quienes están al frente de esos prestigiosos estudios.

—¿Ha influido en el éxito el amor de pareja?

—Estar junto a la persona que uno admira, respeta y ama es fundamental. De allí nacen la comprensión, los deseos de trabajar y la capacidad de descubrir los mecanismos para resolver las adversidades. Lo nuestro inició como un enamoramiento por la música de cámara. La química que muchos afirman que tenemos en los escenarios es también el resultado de nuestra relación de pareja.

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