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Mi interés: combinar las artes

El Dj, Iván Lejardi, conversa con JR sobre sobre la venidera presentación del proyecto Loop 23, la música electroacústica y sus particularidades, así como el quehacer que realiza para llegar con estas sonoridades a los espacios abiertos de la ciudad

Autor:

Yarimis Méndez Pupo

Señala el refranero popular que a la tercera va la vencida. Entonces, tal vez el 26 de noviembre, después de dos convocatorias «en falso» sea la fecha ideal para la gran sesión de música electrónica que tendrá lugar en el capitalino parque Villalón, organizada por el Laboratorio Nacional de Música Electroacústica. Sobre la venidera presentación, el proyecto Loop 23, la música electroacústica y sus particularidades, así como el quehacer que realiza como Dj, dialogamos con Iván Lejardi, quien una vez más apuesta por llegar con estas sonoridades a los espacios abiertos de la ciudad.

«El concierto tendrá como estructura una variedad determinada de subgéneros de la música electrónica, un balance musical que comenzará con estilos más suaves como el new age, el trip hop, el lounge, en el horario de la tarde hasta la puesta del sol. Después se irá subiendo poco a poco la temperatura, hasta terminar en la medianoche con géneros más agresivos», resaltó Lejardi.

Esta sesión de música electroacústica no resultará fortuita. Cuando los cines y otros espacios en la ciudad no estaban abiertos a este tipo de espectáculos, por desconocimiento del género —relata Lejardi— idearon un trabajo conjunto con el proyecto 23 del ICAIC, Loop 23, para realizar un ciclo de conciertos de los Dj productores, por las salas de la céntrica avenida.

«Queremos encontrar espacios más asequibles para el público, donde los Djs productores de música electrónica puedan mostrar sus habilidades. La nueva entrega, con la que la música llegará a todo el mundo, será una especie de resumen del trabajo del año. Estarán como invitados: D’Joy de Cuba, Dj Rá, Dj Obi, Dj Reitt, el grupo IA, los Djs productores Arquitecto vs. GreenCh y Roberto Paz, así como los Vjs MiniMax y OsVj», precisó.

En Lejardi el interés por la música surgió desde muy pequeño. «Crecí en un entorno familiar que lo favorecía, también tenía aptitudes para la plástica. Estudié durante cuatro años en la Academia Leopoldo Romañach de Santa Clara, pero continuaba la influencia en mi casa, donde se escuchaba Pink Floyd, Enigma, Vangelis... Recuerdo que mi padre, realizador, escuchaba música mientras creaba. Pienso que todo eso influyó en mi formación o fue parte de mi educación musical.

«Con la llegada de los softwares y otras herramientas, me di cuenta de que no solo podía pintar un cuadro o dibujar, sino que también podía hacer música; combinar las artes plásticas con la música electrónica, que apareció empíricamente. También me interesó incluir la danza, puesto que mi madre había sido bailarina del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, y tuvo mucho que ver en el desarrollo de mi carrera artística».

—¿Cómo fueron las primeras presentaciones?

—Antes de estudiar artes plásticas, D´Joy de Cuba, uno de los más veteranos del movimiento, me llevó por primera vez a un club donde conocí la diferencia entre la música dance y la techno. Después de mis estudios de plástica había retomado la producción musical y gracias a un amigo que tenía una peña en el club Karachi (17 y K), comencé a presentarme en la última media hora de su espectáculo. Dada la aceptación, le propuse al gerente del club una peña semanal solamente de este estilo. Fue allí donde me inicié como Dj de música electrónica, no como productor.

«Posteriormente me interesé por investigar sobre todo lo que tuviera que ver con las técnicas de producción de la música electrónica y empecé a presentarme en otros clubes de La Habana. Tuve la posibilidad de trabajar en una peña de música electrónica a cargo del proyecto de espectáculo SARAO, donde compartí escenario con otros creadores como Dj Obi y Dj Ra. Luego, por primera vez, materialicé una obra que tenía pensada como cortometraje, la reedité y la convertí en el videoclip Las Cosas, para el Dj Ra. Por ese trabajo obtuve un premio a Mejor Video de Banda Sonora y un reconocimiento especial de la Asociación Hermanos Saíz, en Lucas 2009.

«Al año siguiente llegó Cero, videoclip de un tema de mi primer álbum, con el cual obtuve tres premios Lucas: Mejor Video de Música Electrónica, Efectos Visuales y Figura Novel. Ese año también fui distinguido como Mejor Demo Dj del año en el festival Cuerda Viva 2010, un programa que no puedo dejar de mencionar por el interés tan grande que presta a los talentos desconocidos de nuestro país».

¿De qué manera llegaste al audiovisual?

—Mi interés por tratar de mezclar las distintas manifestaciones artísticas me llevó a tratar de usar todo ese conocimiento en un solo producto. Uno de los mayores problemas que tiene la música electrónica en nuestro país es que hay mucho desconocimiento sobre ella, que al no ser un género autóctono es muy fácil de tergiversar, por tanto su concepto se vuelve manipulable, tanto para los conservadores que la califican como «no música» o nos señalan como «organizadores del ruido», como para quienes acceden con facilidad a esa información y exponen sus ideas como únicas en este concepto. Por eso he tratado de usar el audiovisual como elemento promocional en función de un producto más digerible para el público cubano, que despierte el interés por consumir y, a la vez, por conocer y aprender».

—Música electrónica... ¿en Cuba?

—El Dj productor de música electrónica cubano generalmente ha estado limitado de información y también desde el punto de vista tecnológico. En muchos casos hemos tenido solo como referencia las producciones extranjeras, y en un principio se imitaron al punto de no establecerse una diferencia. Creo que de ahí partió la idea de una supuesta pérdida en la esencia, de si éramos Djs cubanos o no.

«Tuvimos la experiencia de recibir una conferencia de un Dj alemán que escuchó lo que hacíamos y consideró que era de gran calidad, similar a las producciones internacionales, pero en aquel momento subrayó que las nuestras debían tener algún sello que las mostrara como un producto enteramente cubano. Creo que ese momento, junto al aprendizaje que hemos acumulado, ha cambiado muchísimo nuestra perspectiva.

«Cuba es una potencia musical, no creo que la música electrónica solo pueda considerarse cubana por el simple hecho de que alguien nacido en esta tierra la haga. Para mí se trata de un género tan amplio que puede aportar una fuerte base de experimentación con la música en general, ya sea cubana, india, japonesa... Puede convivir en armonía con cualquier estilo al cual se le una, por eso tampoco diría que es un género de algún país en específico.

«Aunque su historia diga que se fundó en Francia o Alemania, sería imposible ponerle bandera porque fue creado para ser del mundo entero, incluso, en muchos casos solo basta con una computadora para componerla, o sea que es muy democrática. Lo único que nos queda es aportarle nuestras sonoridades y nuestra sensibilidad; eso es lo que hará que nuestra música electrónica tenga cubanía».

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