Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los chicos virtuosos de Eddie Ming

Este sábado, en el cine-teatro Avenida, tendrá lugar a las 10:00 a.m. el recital anual del bermudeño Eddie Ming y sus pequeños discípulos

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Con una resolución inquebrantable, que asombra en una niña de su edad, a los diez años Amalia Salas Fernández les aseguró a sus padres que se convertiría en percusionista. Ocurrió justo después de que viera en la televisión a Naylé Sosa, entonces integrante del grupo de David Blanco, transformada en una verdadera show woman. «Eso es lo que quiero ser. Conmigo se rompe la tradición de las lenguas extranjeras en la familia», les dijo, sin siquiera haber rozado nunca con la suave yema de sus dedos el cuero de un tambor.

Dos años después, la actual estudiante de 7mo. grado del Conservatorio de Música Alejandro García Caturla se ve radiante mientras forma parte del taller que imparte el reconocido profesorbermudeño Eddie Ming, a quien desde hace ya algún tiempo, cuando se está arrimando diciembre, los alumnos de percusión aguardan con impaciencia. Y las razones estarán a la vista de todos este sábado, en el cine-teatro Avenida, donde tendrá lugar, a las 10:00 a.m., el recital anual entre el pedagogo y sus pequeños discípulos.

«Cada vez que nos encontramos con el profesor Eddie Ming, vivimos una experiencia que no olvidaremos nunca. Y es que con él aprendemos nuevas formas de tocar la batería, técnicas que desconocemos; escuchamos otras sonoridades y sabemos sobre la cultura de su país.

«Ming nos enseña de una manera muy amena, como si fuera un juego, y nos lleva a aplicar todos los conocimientos que hemos ido adquiriendo en la escuela. Estamos contando las horas para mostrarles a nuestros padres lo que hemos avanzado», enfatiza Amalia, de 12 años de edad, quien cada día que pasa se siente más enamorada de esos instrumentos que ella ya toca tan bien y «son la base de todos los ritmos. La percusión es muy dinámica y cuenta con muchos seguidores en el mundo».

Con idéntica exaltación habla con Juventud Rebelde su coetáneo Andrés Desvernine Arias. «Es muy divertido, sobre todo la manera como Ming comparte lo mucho que sabe, y nos prepara para tocar el drums. Uno quisiera ser como él, cuando nos transmite su amor por la música», afirma este pequeño virtuoso quien confiesa estar de pláceme cuando interpreta Havana love, una de las composiciones del fundador del Laboratorio de Ritmos Eddie Ming, con más de cuatro décadas de existencia, «porque tiene “bomba”. El profe solo nos mira y ya sabe qué temas nos viene bien».

Es que los talleres son muy motivadores, interrumpe Loidel Elías Hernández a Andrés, convencido de lo que dice, tal vez porque, por estar ahora en 8vo. grado, ha tenido la oportunidad de intercambiar más frecuentemente con este artista que ha decidido tender puentes culturales sólidos entre Bermudas y Cuba, especialmente después que hiciera su casa la escuela elemental del música radicada en el municipio de Marianao.

«No necesitamos hablar inglés para comunicarnos con el profesor, el cual nos trata de un modo muy especial. A su lado no hay obra que se nos resista, porque siempre encuentra la forma, por compleja que sea, de que nos parezca fácil. La reajusta y nos compone variantes para que lleguemos a ella, empleando una técnica que todo lo entendemos enseguida», apunta Loidel, quien está disfrutando al máximo el dúo que le veremos en el Avenida junto a su compañero Ángel Luis Ruiz Mora.

No obstante, Loidel confiesa que le está costando un poco de trabajo la composición que Ming le dedicara en el libro que en este 2011 ha preparado para Caturla (Ritmos de batería tradicional, clásicos y rellenos para recitales), como mismo ideó un texto para sus estudiantes de la Escuela Nacional de Música: Exposición de dúos para batería. «Ha escrito para cada uno de nosotros, porque nos conoce como si nos viera todos los días. Lo hace para que nos esforcemos y seamos siempre mejores, para que tengamos que estudiar con ahínco».

Amalia, Andrés, Loidel, Ángel Luis... serán protagonistas del concierto de este sábado, donde Edward Fernández Álvarez, de primer año de la ENA, tendrá la responsabilidad, con sus tres lustros de vida, de dirigir la banda de los talleres. El joven saxofonista y su team: Toshi (piano), Lino (bajo), Maikel (guitarra) y Joan (drums), acompañarán las obras escogidas por Eddie Ming para sus talleristas.

Por esa razón, Edward Fernández está superfeliz. «Porque Eddie Ming me ha dado la oportunidad de participar nuevamente en el recital final de sus talleres, como mismo sucedió mientras estudiaba en mi querida Caturla.

«Recuerdo cómo me sorprendió cuando el pasado año propuso incluir para el concierto a agrupaciones de pequeño formato de jazz (cuartetos, quintetos...) para que interactuara con los percusionistas durante la presentación.

«Ahora repitió la invitación, y nosotros gustosos aceptamos. Porque aprendemos constantemente y nos enseña a mezclar la música internacional con la afrocubana.

«Y lo que más excitados nos tiene es que tocaremos junto al mismísimo Ming un afamado estándar de jazz titulado Autumn leaves. Solo esperamos que el próximo año no se olvide de nosotros (sonríe)».

Razones de vida

Para muchos, Roberto Concepción, profesor titular adjunto de la Cátedra de Percusión del Instituto Superior de Arte, es toda una autoridad en esa disciplina musical. Considerado un verdadero maestro, para Eddie Ming resultaba esencial escuchar sus consideraciones no solo sobre los textos que publicaría para sus alumnos cubanos, sino sobre las partituras que se interpretarán esta mañana en el recital del coliseo de la Ave. 41, entre 56 y 58, en el municipio de Playa, en La Habana.

«El profesor Eddie ha planeado un recital muy interesante. Con una humildad que asombra me mostró las magníficas obras que ejecutarán los estudiantes y pienso que, además de ser muy motivadoras, les permitirá mostrar las habilidades que han venido desarrollando con éxito en estos atrayentes talleres».

Por eso Roberto Concepción convida una y otra vez a JR y sus lectores para que no se perdieran el mencionado recital que constituirá el colofón de estos talleres, y donde Ming presentará al Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEART) los volúmenes que pensó para Caturla y la ENA, para que este valore su posible introducción en otros planteles de este tipo en el país.

Como viene ocurriendo anualmente desde 2008 con este creador, dueño de una metodología particular para la enseñanza del drum tradicional, en el 2013 se repetirá su visita a Cuba, «pero en esa ocasión será con el objetivo de darle continuidad al programa de intercambio cultural que posibilitará acercar aún más a las dos islas.

«Siempre he admirado profundamente los percusionistas cubanos. Pero me deslumbré más cuando me puse en contacto, durante mi primera estancia aquí, con la maestría de Changuito y Enrique Plá», confiesa.

Fue en esa ocasión cuando dialogó con funcionarios del Ministerio de Cultura, del CNEART, con músicos y profesores de percusión, y «pensé que podía también ofrecer mis conocimientos a estos talentosísimos muchachos, y presentarles otros estilos, sonoridades y colores de la música, así como piezas contemporáneas, que pueden ser interpretados a partir de lo que ya saben de sus propios programas de estudio», nos cuenta Eddie con la ayuda de la eficaz traductora Sonia Fernández.

De sus reiterados encuentros con más de una decena de estudiantes de nivel elemental y medio nacieron temas como El amor de La Habana, Encuéntrame en Caturla, Coco Taxi y Malecón Funk, por solo citar algunos, cuyas partituras aparecen recogidas en Ritmos de batería tradicional... y en Exposición de dúos para batería.

«En estos libros he incorporado creaciones que concebí teniendo en cuenta un diagnóstico que me indicó el nivel de desarrollo de cada uno de mis alumnos del taller, buscando elevar al máximo sus extraordinarias potencialidades, por medio de ejercicios de su programa de formación».

Ming no se cansa de repetir que estar tan cerca de estos «chicos virtuosos» le ha permitido crecer aún más como ser humano, «y me hace sentir orgulloso al poder apreciar sus avances y cómo se entregan. Ellos se han convertido en otra razón más para mi vida».

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