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Luces entre sombras

Lo que hacemos y lo que podríamos hacer: dos caras que manifiestan con fuerza el impacto del bloqueo en la enseñanza artística

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

Aquellas parecían unas zapatillas tristes, como cansadas de tanto «ajetreo». Según me explicaron, era un calzado de media punta utilizado intensamente en las clases de ballet. La muchacha que se disponía a usarlas ajustaba las cintas con firmeza, cruzándolas en forma de equis, sobre el arco del pie. Las miraba casi con compasión. «¿Estás lista?», le preguntaron algunos compañeros. La chica observó nuevamente sus zapatillas y respondió: «Aguantan». Entonces comenzó a bailar.

Esta redactora fue testigo casual de la escena mientras se disponía a encontrar su camino de regreso en las instalaciones de la Universidad de las Artes. Horas antes, en ese centro se había efectuado un encuentro con profesores para dialogar acerca del impacto del bloqueo en la enseñanza artística.

Zapatillas desgastadas, escasez de instrumentos de música, depresión de algunos perfiles artísticos por falta de insumos, carencia de recursos —que pueden ir desde la rotura de una cuerda de violín y la falta de un piano ideal para la docencia, hasta la inaccesibilidad a la tecnología necesaria—, son algunos de los rostros más visibles de la negativa incidencia del bloqueo en la enseñanza artística, particularmente en un centro como la Universidad de las Artes.

¿A qué precio?

«El costo de la educación de un estudiante, en un año académico, en una carrera como Arte de los medios de comunicación audiovisual, puede oscilar entre los 9 500 y 10 000 dólares aproximadamente; y este es solo el precio para necesidades básicas», precisó Marilín Cruz, vicerrectora de Extensión Universitaria del ISA.

Asimismo aseguró que «nuestro centro pone en manos de sus alumnos proyectos, vinculación con otras instituciones, presencia de estudiantes y profesores en eventos internacionales, entre otras acciones. A eso se le debe adicionar que todo lo que sea material gastable, recursos especializados para el estudio en función de la práctica artística, pasa por una adquisición no permitida a Cuba, que no solamente afecta a nuestro proceso docente, sino, de cierta forma, a toda la formación profesional artística en el país».

La Universidad de las Artes, única de su tipo en el país, atesora casi cuatro décadas de una labor reconocida por su prestigio internacional. El centro —que coordina el proyecto de una red de universidades de arte con la presencia y participación de diez casas de altos estudios de ocho países— posee una matrícula de 1 483 educandos distribuidos en las cinco carreras y los 44 perfiles que allí se imparten, puntualizó Diosvany Ortega, vicerrector docente.

En tanto, Marilín Cruz señaló que la institución pudiera contar con ayuda de determinadas fundaciones; «sin embargo, a pesar de la existencia de interesados en financiar nuestros proyectos profesionales y artísticos, no podemos tener ese apoyo. Son beneficios que nunca llegarán a nosotros, incluso cuando provengan de un país europeo, por tratarse de cuentas y dinero que pasan por Estados Unidos».

Retos cotidianos

Marta Díaz, decana de la Facultad de Arte de los medios de comunicación audiovisual, comentó su experiencia y destacó los desafíos constantes que deben enfrentarse para garantizar la calidad del proceso formativo.

«En la etapa estudiantil cualquier cámara o equipo de sonido se convierte, prácticamente, en material gastable. La enseñanza del audiovisual es altamente costosa, sobre todo por el equipamiento que hay que destinar a la formación, pues en esos años se trabaja intensamente con ese tipo de recursos. No hay otra manera de aprender. Para ser sonidista, montador, fotógrafo, etcétera, se debe laborar con esos equipos, que son todos importados.

«El costo de adquisición y después de importación, es elevadísimo. Muchas veces logramos suplir esas necesidades mediante la vinculación de estudiantes a instituciones como el Icaic o el ICRT. Pero, ¿cuánto pudiéramos hacer y avanzar con un estudio de sonido o de televisión en nuestro centro? Desgraciadamente es casi imposible.

«Si compleja se hace la compra, más enrevesado resulta optar por los servicios de posventa. Hace cuatro años adquirimos tres máquinas para editar. Al entregárnoslas, después de haber recorrido varios países, ya no teníamos derecho a ningún tipo de garantía».

Ossain Raggi, jefe del departamento de Fotografía de la Facultad de Artes visuales, hizo alusión a los aprietos para obtener cualquier tipo de licencia de programas o recursos necesarios en procesos tradicionales de fotografía.

«Son proyectos inalcanzables. Tenemos la capacidad y el talento para enseñar en muchos de estos perfiles afectados, pero en la realidad no podemos hacerlo. La teoría es bonita y necesaria, pero si no se complementa con la práctica y el hacer, es meramente teoría. Por tal razón estamos en constante proceso de búsqueda y creación».

En el departamento de Fotografía los equipos e insumos de trabajo provienen mayormente de aportes personales, pues las leyes del bloqueo impiden su adquisición en el mercado. «Eso es una muestra de solidaridad entre los artistas, por contribuir con las generaciones venideras. Si bien en un momento esa fórmula nos ayuda, en otras ocasiones nos damos cuenta de que no satisface totalmente las demandas para alcanzar las metas».

Los mismos escollos deben vencerse en las Artes plásticas. Héctor Remedios Fernández, estudiante de tercer año de esa especialidad, refiere que para las clases de fotografía (analógica), se ve obligado a comprar, con la ayuda de amigos, recursos básicos como negativos, películas fotográficas, papel y los químicos. Para los procesos digitales solo cuentan con dos máquinas y solamente en su grupo son 18 estudiantes.

Otro tanto sucede en la danza. Unas zapatillas de punta de ballet tienen un precio de alrededor de 40 dólares y las de media punta, unos 35 dólares. Un estudiante gasta un par cada 15 días o un mes, a lo sumo. Lo mismo sucede con la ropa técnica. Se les entrega a los alumnos un conjunto una vez al año, en ocasiones solo en el primer y tercer año. No hay para más.

Esos son algunos de los obstáculos que deben sortearse en la Facultad de Arte danzario, según los argumentos expuestos por su decana Bárbara Balbuena.

Lo que permanece intacto

El bloqueo nos ha golpeado duramente en el aspecto tangible, sin embargo, no nos ha mellado en la zona espiritual, asevera Osvaldo Cano Castillo, decano de la Facultad de Arte teatral.

Para él, lo logrado a pesar de las carencias se debe a la solidez en esa universidad vibrante de espíritu. «Si el bloqueo no nos ha golpeado más ha sido por la capacidad de nuestro claustro y la avidez extraordinaria de los estudiantes. Juntos hemos hecho posible el perfil histórico de nuestra universidad a lo largo de todos estos años.

«Hablar de esto puede parecer “llover sobre lo mojado”, pero confrontamos una realidad que nos asedia a cada minuto. El teatro es de las especialidades menos caras. No obstante, el impacto de las carencias lacera profundamente la formación de nuestros estudiantes y especialmente no nos permiten la creación de un profesional superior. En mi opinión los formamos excelentes, pero podríamos hacerlo mejor, en menos tiempo y con mayor competitividad. Donde hay golpe a la sociedad, también hay una herida al arte y la cultura, a la esperanza y los horizontes futuros de los estudiantes», sentenció.

Aliosky García, profesor y jefe del departamento de Grabado, y Osmeiby Ortega, profesor de esa especialidad, coinciden en que a los cubanos nos identifica la tenacidad. Ciertamente sufrimos los embates de una medida cruel, pero eso nos hace a nosotros más grandes en nuestro empeño por buscar soluciones, descubrir nuevas vías con creatividad e ingenio y mirar el arte con otros ojos, asegura.

Al decir de Juan Piñera, jefe del departamento de Composición de la Facultad de Música, un país sin historia no es un país. Y las privaciones sufridas en el ISA han tenido como fin desterrar una historia admirable de la cultura cubana. Y no han podido.

«El centro se ha nutrido de un profesorado de excelencia y en cierta medida eso ha reducido el impacto del bloqueo. Pero la realidad es que los instrumentos para cada especialidad son muy caros. Estamos pasando por momentos difíciles económicamente, pero nos sentimos seguros de que nuestra continuidad histórica permanecerá, porque hemos sabido seguir y crecer con capacidad de imaginación y espiritualidad».

Cuando cantan las sirenas

Otra afectación importante se percibe en el intercambio de docentes, un elemento medular para ganar en experiencia, ya sea científica o metodológica; actualización y conocimientos.

Si bien en ese sentido ha habido una mejora, esa «flexibilidad» es de espejismos y apariencias. Se trata de un intercambio selectivo para dejar que vayan a Estados Unidos los que a ellos les interesa. Ahí se manifiesta otra de las caras del bloqueo: el robo de cerebros, subrayó Diosvany Ortega.

«Las ofertas económicas atractivas a una parte nada despreciable de lo más prestigioso de nuestro claustro nos han dañado. Sin embargo, los cantos de sirena no surten efecto ante los principios, el espíritu y la tradición de cubanía que impera entre nosotros. Son muchas las facetas que luce el bloqueo. Disímiles son también las amenazas a nuestra espiritualidad. Para ello usan el guante de seda que debemos siempre poner al descubierto con nuestros argumentos y razones».

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