Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En busca de su propia historia

Francis del Río, uno de los artistas más auténticos del panorama musical cubano ofrecerá este sábado un concierto dedicado a los Cinco Héroes en el centro cultural El Sauce, de la capital

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Por esos accidentes que provoca el amor, Francis del Río, uno de los artistas más auténticos del panorama musical cubano, vio la luz en Río Cauto, Granma. Muy pronto, su mamá se marchó hacia esa tierra a alfabetizar, y por aquellos lares conoció al hombre que se convertiría en su padre, Edilberto del Río, uno de los fundadores de la columna del Che, junto a su hermano Ciro. Ambos también tuvieron que ver con la creación de Radio Rebelde, según cuenta con orgullo a JR este showman verdaderamente impresionante, quien este día 10 ofrecerá un concierto que dedicará a los luchadores antiterroristas cubanos, en especial a Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Gerardo Hernández, todavía prisioneros en cárceles estadounidenses.

«Pues nada, que se enamoraron y por determinadas circunstancias yo nací en Río Cauto, solo que a los pocos meses mi abuela materna me fue a buscar para traerme para Jaruco, en La Habana, donde transcurrió mi infancia.

«Lo primero que hice de muchacho fue teatro, con mi mamá, que era instructora de esa manifestación. Luego descubrí las artes plásticas, que me atraparon hasta pasados los 20 años. En ello influyó mucho mi maestro Gustavo Pérez Monzón, del grupo Volumen 1, aunque también estuvo cerca de mí Ricardo Rodríguez Brey. Por ese tiempo no dejé de pintar ni un segundo, y participé en diversas exposiciones, lo mismo como aficionado que como profesional».

—¿Cómo llegó la música entonces?

—Es que tampoco dejaba de cantar. Estaba preparando un cuadro y la música me acompañaba todo el tiempo; cuando venía a ver me hallaba cantando a viva voz, mientras pintaba. Sobre los 27 años empecé a hacerlo más en serio y formé parte del grupo de aficionados Sonoridad Latina, conducido por Marcos Gutiérrez, en Jaruco. Más tarde me moví hacia la capital, justo cuando andaban buscando una especie de estrella para el show Timba suicida, que dirigía el maestro Santiago Alfonso, en el cabaré Caribe.

—¿Y te presentaste como estrella?

—Así mismo (sonríe). Me presenté y ellos, para tirarme un «salve», me pusieron en los coros junto a Gema 4... Aprendí mucho, la verdad. No pocas veces, cuando alguien faltaba yo lo sustituía, y cuando se acababa el espectáculo me quedaba defendiendo el bailable con la Riverside, lo mismo en los coros que improvisando, en fin, «metiendo el pecho». Como hacía luego con mi guitarra en el Malecón, o en la Bodeguita del Medio, en hoteles...

—Hasta que llegó Calle 42...

—Efectivamente, Calle 42 resultó mi primer encuentro con la timba. Fue una experiencia muy importante para mi carrera: mi primer acercamiento significativo a la música cubana y tal vez la mayor influencia que tengo en mi manera de proyectarme, de hacer... Lamentablemente esta orquesta se desintegró. Después vinieron otras agrupaciones, como Atache Habana, hasta que por medio de mi novia conocí, jugando fútbol, a Robertico Carcassés y a Descemer Bueno...

—Otro salto decisivo en tu carrera...

—Sin duda. De hecho, Robertico me dio la oportunidad de grabar en su primer disco, al igual que Descemer con su fonograma de mambos (Mambo y compañía). Con ellos se iniciaron las grabaciones más profesionales y mi historia junto a Interactivo. Para nadie es un secreto que estos 15 años con dicho proyecto han sido fundamentales en mi carrera, aunque creo que ya es tiempo de emprender mi propio camino. Por esa razón, hace cuestión de dos años que fundé mi grupo, Ifá, pero me he dado cuenta de que se me está haciendo imposible llevar adelante ambas cosas.

—Quince años dentro de Interactivo es bastante tiempo...

—Ya sabes que Interactivo está integrado por músicos que son ciertamente virtuosos, dueños de una total libertad creativa y una manera muy peculiar de hacer nuestra música. Y claro, ha permanecido unido por la amistad tan fuerte que ha existido entre nosotros. Y ese es el principio de todo para mí: la amistad. De la amistad puede nacer el amor, el arte, pueden nacer todas las cosas hermosas de este mundo. Cuando hay amistad fluye armoniosamente la comunicación, el diálogo, mientras que los intereses artísticos de uno se convierten en intereses del colectivo. Por eso es que funciona tan bien.

«No obstante, pienso que debo darle paso a quienes vienen detrás y concentrarme en mi proyecto, hacer mi propia historia, aunque siempre tendré presente todo lo que aprendí en este tiempo».

—Se dice que tienes una manera muy peculiar de componer, que bailas mientras escribes. ¿Es cierto o se trata de otro invento en Internet?

—No sé, la gente dice muchas cosas de uno. Algunos me tildan hasta de loco, y no entiendo por qué. Tal vez sea por la imagen que proyecto a la hora de cantar. Lo simpático es que cuando me ven en la calle me dicen: oye, pero tú eres diferente. Y es que en un espectáculo uno se inventa un personaje, y actúa en consecuencia.

«Mira, yo vengo de la pintura, que es mucho más libre, y te ofrece infinidad de modos de expresarte, mientras que en la música dependes de otros. Imagino que eso haya determinado mi manera de componer, que también es muy libre. Tal vez sea raro que me manifieste de forma plástica a través de la música».

—Has participado en un número significativo de grabaciones como artista invitado...

—Sí, en muchos. Por ejemplo, con Síntesis en un disco que incluso estuvo nominado a los Grammys, en el que aparece un tema firmado por el maestro Carlos Alfonso y por mí, Dilo como yo, que canta Mario Rivera. Pero también con Lulo Pérez, Telmary, Yusa, Free Hole Negro, X Alfonso... Son tantos, que ahora ni siquiera soy capaz de recordarlos...

—Cuéntame de tus discos...

—Tres hasta la fecha: uno denominado Sentimiento, que salió con el sello Unicornio y una disquera brasileña; le siguió Vanidades, vanidades, el cual llegó con el amparo de Colibrí y estuvo nominado al Cubadisco, y Sol, que apareció de la mano de Bis Music. Este es un álbum que contiene canciones preciosas, la verdad... Siento la satisfacción de que después de haber registrado esos discos, con el paso de los años me he sentado a escucharlos y aún me cautivan como la primera vez. Es una suerte haber sido sincero conmigo mismo y que eso haya quedado plasmado.

—¿Crees que tu obra es suficientemente conocida en Cuba?

—Honestamente no, aunque tengo la dicha de haber concebido la música del programa más popular de la televisión, 23 y M; del tema de Antolín o el del equipo Industriales, con lo cual me he asegurado cierta audiencia.

«De cualquier manera, creo que ese cierto desconocimiento que existe de nuestra obra (estoy pensando en muchos otros como yo) se debe al temor de los medios de difundir aquello que difiera de lo que suponen que gusta a la gente, como si su papel no fuera también educar el gusto de las personas.

«Y fíjate que no deseo criticar a nadie, lo que quiero decir es que todos los géneros y ritmos pueden convivir, porque todos tenemos nuestros seguidores. Solo habría que darle un poco más de promoción a este tipo música y no subvalorar al    público, igualmente capaz de “descargarle” a ese “loco” de Interactivo, aunque no sepa explicar las razones de por qué lo hace.

«Si algo no distingue a este pueblo es la ignorancia. Si se tuviera eso en consideración, nuestros medios no estarían tan pendientes de lo que anda o no de moda. Está comprobado que en el mundo entero lo que se sigue cantando son las canciones de César Portillo, José Antonio Méndez, Benny Moré, Juan Formell... esos que trascendieron manteniendo la finura, la clase; algo que no se debería pasar por alto porque iría en detrimento de la música popular cubana. Lo que hoy es una gracia, mañana podría ser una desgracia. Están pasando muchas cosas feas en nuestra música; lo afirmo porque no puedo ser mentiroso.

«¿Sabes lo que más me molesta de ese asunto? Que gastamos recursos formando a nuestra gente, invirtiendo para que nuestras escuelas y universidades sean mejores, y por ende las nuevas generaciones de cubanos, y no nos percatamos de lo mucho que influye en ellas lo que dice un cantante, porque son sus ídolos naturales.

«Nada, que no deben llevarse tanto por la apariencia o por el que te caiga mal o bien. Lo más penoso es que fuera de esta Isla se te conozca más. Hace poco me llamó un muchacho para decirme (no sé si es verdad o no, aunque no veo la necesidad de mentirme): “Oye, en Finlandia estás pega’o en todas las escuelas de arte. A mi niña la duermo con tus canciones”. Sí, ok, feliz, pero yo quiero que eso no suceda en Finlandia, sino que pase en Cuba. ¿Es más fácil ganarse un Grammy que un Cubadisco? Eso no lo entiendo».

—Recientemente actuaste por segunda vez en Estados Unidos, junto a Interactivo...

—No sé si estás al tanto de que un día antes del concierto nos invitaron a Robertico y a mí al programa El espejo, del Canal 41, y en medio de mi presentación comencé a improvisar y a pedir que se acabara el hambre en África, que se acabara el hambre en Latinoamérica y que liberaran a los Héroes cubanos que todavía se hallan prisioneros allí, y a partir de ese momento se creó un gran revuelo. Sin embargo, me quedé impresionado con la forma en que reaccionó la gente, muestra de que ya no todos son víctimas de las manipulaciones de los medios anticubanos, que lo único que persiguen es intentar involucrarnos en sus historias, a pesar de que vamos a esa tierra a entregar nuestro mejor arte. Olvidan que para opinar de Cuba habría antes que dormir, comer, cantar, bailar todos los días con los cubanos. Si no, tú no sabes qué está ocurriendo aquí, y no debes hablar de aquello que desconoces.

«Ciertamente, esa ha sido la vivencia más fuerte que he tenido como artista. Antes no había estado bajo esa presión, con amenazas de bomba y de manifestaciones, lo que era muy desagradable. Por suerte, se dio un concierto muy bonito: actuaron Luis Barbería, Vanito (de Habana Abierta), Mario Rivera, Melvis Santa, Brenda Navarrete, David Torrens... y fue increíble la acogida. Admito que me sorprendió esa gritería cuando salí al escenario, a pesar de que por doquier se afirmaba que yo era un objeto del Gobierno cubano, que me habían cogido como vocero, que si era de la Seguridad, cuando la verdad es que no vivo en la inseguridad en que andan ellos.

«Después nos pusimos en contacto con el pueblo norteamericano real y viajamos a Nueva Orleáns, donde las presentaciones resultaron extraordinarias, inolvidables».

—Ahora realizarás un concierto este día 10 de mayo, inspirado en los sucesos de Estados Unidos...

—Sí. Quiero ofrecer este concierto llamado Que los liberen, ¡y bien!, dedicado a los Héroes: Tony, Gerardo y Ramón, que todavía permanecen en las cárceles. A ellos y a las madres de ellos, y de René y Fernando, que ya están en casa (también para todas las madres de Cuba). Será en el Centro Cultural El Sauce, a partir de las 09:00 p.m. Hasta el momento estoy con algunos instrumentistas de Jaruco, aunque si algún otro músico quiere sumarse, de corazón, sin ningún tipo de interés, tiene las puertas abiertas. Interpretaré canciones como Amor platónico, El infinito, Mara se fue para Varadero, Girasoles, Los nagües...

—¿Y qué pasará con la pintura?

—La estoy retomando con mucha fuerza desde hace un año. Hasta expuse en Nueva Orleáns. Haré todo lo posible por llevar las dos a la vez, aunque no quiero quemarme tanto ofreciendo conciertos y sí dedicarle un poco más de tiempo a la plástica. Creo que eso me ayudaría con la propia música y para producir mis conciertos. Sobre todo teniendo en cuenta que existe una crisis real y no siempre se cuenta con las condiciones que uno quisiera. Si me las puedo proporcionar con mi esfuerzo personal, pues mejor. Así quedará más satisfecho el público para el cual trabajo.

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