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Pensar en el hoy y en el mañana

A la joven Heidy Cepero la musicología la enamoró de inmediato, aunque en un principio ni siquiera se daba cuenta de que se estaba preparando para transitar ese excitante camino

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Tal vez a otros les haya pasado, que han ido a carenar en la Musicología cuando se han visto imposibilitados de estudiar un instrumento. Pero esa no fue la realidad de Heidy Cepero Recoder. A ella la ciencia que se adentra en los secretos de la música la enamoró de inmediato, aunque en un principio ni siquiera se daba cuenta de que se estaba preparando para transitar ese excitante camino.

Sucedió que desde pequeña empezó a estudiar piano, pero el Solfeo también entró en sus clases particulares. Los conocimientos demostrados al respecto en el examen, a pesar de su corta edad, llamaron enseguida la atención de los profesores del Conservatorio José White, de Camagüey, cuando fueron a hacer las captaciones a su primaria. Cierto que no la ayudaba mucho para el piano el haber estado cursando quinto grado, pero en todo caso su perenne necesidad de saber, de llegar al fondo de las cosas, de estudiar, de investigar, evitaron la frustración cuando le propusieron que se fuera por la parte de teoría.

Hoy Heidy Cepero Recoder vive la satisfacción de haber encontrado tempranamente su vocación. Y, como si fuera poco, se le reconoce por su quehacer, como ocurrió recientemente con su nominación en la Feria Internacional Cubadisco 2014, por las notas discográficas que escribió para el fonograma Anfom: Grupo Vocal Desandann.

«Lo cierto es que existe muy poca información vocacional sobre esta profesión tan valiosa. A mí, tanto en el nivel elemental como en el medio, me fueron motivando para que me interesara por la investigación, al punto de que llega un momento en que sientes que ya casi no puedes vivir sin estas indagaciones sobre los más diversos fenómenos musicales, cuyos resultados siempre aportan datos útiles a los intérpretes. Por tanto, me resultó muy fácil decidirme por la Musicología», enfatiza esta joven, que integra la dirección nacional de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

—¿Provienes de una familia musical, o nació en ti ese interés?

—En lo absoluto. No existe ninguna herencia musical en mi familia, pero mi mamá formaba parte del Coro de Camagüey, de manera que desde pequeña, cuando íbamos caminando por la calle, ella me daba el pie para que yo cantara un tema y luego ella me seguía haciendo segundas voces. Esto, evidentemente, fue un excelente entrenamiento.

—¿Crees que es suficientemente valorada la Musicología?

—La Musicología es una carrera que sigue siendo una gran desconocida para una parte considerable de las personas, quienes no tienen ni idea de su amplio campo de acción. Pero un musicólogo se puede dedicar al análisis y descripción de todo tipo de manifestación musical; a ofrecer herramientas para la mejor comprensión de un determinado discurso musical; a rastrear músicas para su posterior análisis, clasificación, catalogación y, posiblemente, interpretación; a la elaboración de catálogos editoriales o bibliotecológicos, bibliografías sobre temas específicos; a la transcripción y edición; al trabajo crítico; a concebir notas de programa, dossieres de programaciones culturales, folletos discográficos, reseñas...

«Un especialista de este tipo puede hacer artículos y monografías, ayudar en la selección de repertorios, y aportar ideas para su interpretación; crear proyectos que contribuyan a la difusión y fomento de la actividad musical... Y puede encontrar trabajo en editoriales, museos, archivos, bibliotecas, disqueras, centros de investigaciones culturales...

«Bueno, también pueden llevar adelante la docencia, que es una salida lógica para cualquier profesión. Yo, por ejemplo, me desempeño como profesora en los dos planteles que me formaron: el Conservatorio José White y la filial camagüeyana del Instituto Superior de Arte (ISA). Paralelamente, colaboro con el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, y escribo para diferentes publicaciones. Desde que me gradué he tratado de socializar siempre las investigaciones que he realizado, participando con mis ponencias en los más disímiles eventos».

—Dentro de un mundo tan amplio para investigar, ¿a qué te has dedicado profesionalmente?

—Bueno, desde mis estudios en el ISA (finalicé en 2007) me incliné por los estudios etnomusicológicos, después de que me atraparan las investigaciones de grandes como Fernando Ortiz, Argeliers León, Lino Neira Betancourt, María Elena Vinueza, es decir, por el estudio del folclor y de las músicas del mundo. Así me acerqué a la presencia de la música haitiana en Camagüey (en la carrera nos proponían que eligiéramos un tema cercano a nuestra provincia). Así que pensé primero en el grupo Desandann, dirigido por la maestra Emilia Díaz Chávez, que anda celebrando este año su aniversario 20 (sus miembros son todos descendientes de haitianos); y después por Caidije, que posee el honor de ser el primer grupo de folclor haitiano fundado en la Isla.

«Luego, para cursar mi maestría, me centré más en Caidije, analizando su música dentro de las ceremonias rituales, siguiendo esa línea que se relaciona con la antropología y la etnología».

—¿Cómo llegaron las notas que acompañaron al disco de Desandann?

—Hace dos años, Vocal Desandann grabó su álbum con el sello Colibrí. Entonces, Emilia me pidió que escribiera las palabras de presentación del disco, porque sabía que yo había investigado mucho sobre la música haitiana en Camagüey. Ella me entregó el demo con todos los temas y fue muy motivador escribir las notas.

«Anfom resume la muy especial obra de este grupo en dos décadas; una agrupación que había grabado ocho fonogramas  en Inglaterra, Canadá, Francia, Estados Unidos, pero no había tenido la misma suerte en Cuba, donde no contaban con ningún registro discográfico. Entonces, este disco, que estuvo nominado en tres categorías: Notas discográficas, Música folclórica y Música vocal (en esta ganó el premio),  muestra todos los géneros que cultivan dentro de la música haitiana».

Creo que no es muy común encontrar a musicólogos miembros de la AHS...

—Bueno, para mí ha sido una organización que me ha ayudado a terminar de formarme profesionalmente, no solo porque me ha favorecido con la publicación de muchos de mis artículos (escribo trabajos también sobre rumba, bolero, son...), sino que también me ha abierto las puertas de los más diversos eventos, festivales, coloquios, jornadas teóricas, conversatorios... Por otra parte, me ha permitido conocer a músicos jóvenes del país, lo cual ha contribuido a estar más enterada de la música cubana actual.

—Hablando de las nuevas generaciones, ¿alguna preocupación como musicóloga?

—Como estudiosa de grupos portadores de músicas folclóricas considero que esa debe ser una práctica que hay que continuar. Es necesario seguir las indagaciones sobre esas culturas que llegaron a Cuba y que tanto aportaron a la formación de la cubana, algo que, lamentablemente, se hace poco.

«Las nuevas generaciones deberíamos conocer ese tipo de música, que son la raíz del son, la trova tradicional, la rumba... Sin embargo, los jóvenes no se acercan tanto (me refiero a los intérpretes), cuando esto los podría ayudar a entender mejor de dónde venimos, y de esa manera poder mantener la autenticidad, lo cual no significa desdeñar la modernidad. Es muy importante. Si solo prestamos atención a las nuevas tendencias de la World Music, poco a poco nuestra sonoridad irá cambiando y seremos más de lo mismo, estaremos totalmente globalizados, e iremos perdiendo esa identidad que nos hace únicos».

—¿Algún proyecto en el que estés inmersa?

—Estoy terminando un documental, gracias a la beca El reino de este mundo, que otorga la AHS, sobre la fuerte presencia de la música haitiana en mi tierra. En él recojo testimonios de las tres agrupaciones más representativas: Caidije, Bonito Patuá y Desandann. Por supuesto, no solo estoy pensando en el hoy, sino también en el mañana.

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