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Mi papá me preparó para que dirigiera la orquesta

La ausencia de su padre se siente, pero el «Tren» no para. Lo afirma el continuador del proyecto creado hace 45 años. Van Van y su nuevo líder están inmersos en una gira nacional y otros importantes proyectos

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Noto en Samuel Formell esa expresividad de su padre en lo físico, aunque hace menos pausas entre las palabras. Heredó también de él el gusto por la música. Ambos compartían esa visión conceptual de la sonoridad cubana y ese inquieto deseo de revolucionarla a través de una tendencia melódica muy próxima al son, y que José Luis Quintana «Changuito» y Juan acuñaron como songo.

Samuel dedicó una hora a JR, el día antes de que partiera a su periplo por la Isla con ese súper expreso que ahora lidera. Fue entonces cuando reveló su método para continuar la obra de su papá y todos esos proyectos que, al calor del aniversario 45 de la orquesta, ocupan su tiempo.

«Uno busca que la gente se sienta contenta, siempre sin abandonar el songo ni el son. Como director, mi objetivo es mantener la sonoridad que mi padre dio a la orquesta», aseguró.

Desde el pasado 26 de julio en Artemisa, los Van Van han emprendido una gira nacional en la que llegarán, el venidero 13 de agosto, a Camagüey; parada final de esta primera etapa. Compromisos internacionales y un breve tiempo en los estudios de grabación provocarán un impasse a este recorrido, el cual se retomará en octubre, mes en el que visitarán las cinco provincias orientales.

Esta será una buena oportunidad para mostrarle a los bailadores el espectáculo que ofrecieron en Pa-rís el pasado 7 de junio, ocasión en la que el presidente del Centro de Arte de esa ciudad, Dominique Roland, produjo el primer DVD que realiza el grupo fuera del país y que se piensa esté terminado en un año.

«Arrancamos con obras de la década del 70 hasta las de hoy en día. Dentro de ese concierto se incluyen uno o dos temas que pertenecen a nuestro nuevo álbum, Fantasía, que son Todo se acabó y El aparecido, interpretados por Armando Cantero», relató Samuel, quien adelantó que para festejar el cumpleaños de la orquesta habrá otra gran actuación.

«Este concierto se piensa que pueda ser en la Calle 23 de la capital, en los alrededores del Pabellón Cuba, lugar donde por vez primera tocó la orquesta, en 1969», anunció.

—¿Por qué no nos das detalles de Fantasía?

—Trabajamos en este disco desde hace tres meses. Saldrá con la disquera Egrem y va a tener 13 o 14 temas. Ya están casi todos escogidos. Hay algunos inéditos, pertenecen a compositores que últimamente han compuesto en los Van Van como Jorge Leliebre (flautista), autor de Un año después (La costurera), y Robertón Hernández. Hay dos piezas mías: Todo se acabó y Vengo guarachando; e incluimos Se vende, del filme homónimo de Perugorría. Ese fue un coro por encargo a mi papá, y como nos gustó tanto, él construyó el tema completo.

«Está incluido en este CD el número Fantasía que lo interpreta mi padre con Yeny. Va a ser una sorpresa muy bonita. Hay un opening en el CD, como siempre, hecho, esta vez, por el cantante Armando Cantero, quien se estrena como compositor. Es una obra muy linda que nos dejó a todos asombrados y mi papá quiso que fuera el inicio del volumen.

«Hemos incluido, como ha sucedido con otras producciones de Van Van, números de otras épocas de la orquesta y que son prácticamente nuevos para las generaciones actuales porque no los conocen. Hemos pensado retomar dos o tres de las décadas del 70 y el 80. Hay uno que se llama Es mucho, que interpretó Pedro Calvo en 1982, y que en esta ocasión lo hará Robertón. Igualmente Pedrito cantó Me basta con pensar, que ahora llevará la voz del Lele. Lo escribió mi padre y es muy bonito».

—Juan Formell dejó una huella como líder de la orquesta, ¿en estos últimos meses, cómo te has enfrentado a esa tarea?

—Nadie estaba preparado para esto. Pero la vida es así. Mi papá fue muy inteligente. Él, en vida, me preparó para que dirigiera la orquesta. Llevo ocho años de director musical. Cosas que a uno le podían parecer una bobería, como el no ir a un viaje, venían de su deseo de que me enfrentara al reto de los escenarios internacionales, a giras de 36 conciertos similares a las del invierno del año antepasado, la cual nos tomó 40 días y donde todo funcionó bien.

«La disciplina es muy importante. Teníamos muy claro eso, y si te das cuenta, nuestros músicos siempre han durado más de diez años en Van Van. Una de las cosas más importantes para que esto pase es que el conjunto sea una familia. Eso es muy difícil, porque hay diferencia de edades, todo el mundo no tiene el mismo carácter ni los mismos problemas, y uno tiene que lidiar con todo eso y tratar de resolverlos, lograr que no se sientan mal y mantener el respeto que por muchos años se ha ganado el grupo dentro y fuera de Cuba.

«Esas cosas siempre han caminado muy bien y ya hicimos tres giras internacionales después del fallecimiento de mi padre: cuatro conciertos en México, 16 en Europa y cuatro en Canadá. En este último país participamos en tres festivales, y para sorpresa nuestra nos contrataron para volver y clausurarlos. La orquesta está muy bien y nos encontramos en un buen momento. Estoy muy feliz con la cooperación de los músicos y con su disciplina, aunque la falta de mi padre se siente. Sin embargo, espiritualmente él está en el escenario con nosotros. Siempre estará».

—¿Cuál es la impronta musical que ha dejado en ti?

—Es grande. Aprendí mucho con él. Aunque estudié en una escuela de arte, mi padre me enseñó mucho. Tenía mucha «maldad» para pegar un número y sabía componer canciones. Buscaba qué cosa quería el bailador. Evolucionó en la misma música. Se atrevió a no caer en el facilismo y no fue repetitivo.

«No pienso que un autor como él sea tan fácil de sustituir. Son personas que nacen cada cien años. Él legó una escuela muy grande para todos los músicos de Cuba y la orquesta. En el mundo entero sintieron mucho su pérdida y con razón dejó una huella muy bonita en la música universal».

—¿Tu formación musical es académica?

—Estudié percusión y piano en la escuela elemental de música Alejandro García Caturla, y luego en la Escuela Nacional de Arte. Pertenezco a un grupo integrado por profesores que imparten clases de percusión en el mundo, a través de compañías como la Yamaha Corporation. En esas funciones he estado en universidades de Estados Unidos, Uruguay, Argentina, México  y Reino Unido.

«Estoy invitado a la Universidad de Puerto Rico en la primera semana de septiembre. Daré una clase magistral donde explico cómo surgió la percusión de los Van Van y en estilos como el songo.

«También hablo de la evolución de los instrumentos introducidos en la orquesta: los movimientos del bajo, el piano y cómo mi papá cambió la música popular cubana con todas las influencias que él tenía del pop y el rock and roll, pues la guitarra y el bajo eléctricos, y la batería eran instrumentos que nunca se habían usado en este tipo de sonoridad, y después en los 80, él incluyó los sintetizadores.

«Relacionado con esto, he preparado dos discos míos y que llevan números cantados. Aunque no tengo mucho tiempo, este es un trabajo que ya tengo adelantado. Serían dos álbumes independientes. Uno lleva música incidental para filmes y telenovelas, y lo he hecho por encargo. Es una labor un poco complicada que aprendí con mi padre.

«He tenido propuestas de hacerlo internacionalmente. Una puede ser la compañía alemana Termidor, aunque no hay seguridad. También estuve conversando con la Universal de México. En Cuba no he hablado con ninguna disquera todavía, pero estoy abierto a proposiciones. Este es un trabajo muy personal e interesante, donde intervienen músicos cubanos como Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba, y de la orquesta: Boris Luna, y puede ser que Robertón haga algo en las congas. He creado piezas para camerata de cuerdas y no siempre los temas se tocarán con el mismo formato, porque es un disco más bien para escuchar. Son esas inquietudes que uno tiene. Las he ido reuniendo y ahora las estoy grabando».

Un Samuel compositor también se reveló en esta conversación. Hay quien le conoce menos esta faceta, sin embargo en cada disco de Van Van de los últimos cuatro lustros se incluyen obras suyas. Así sucedió con Somos cubanos, que pertenece al CD Van Van is here (Llegó Van Van), laureado con el Premio Grammy en el 2000; Agua y Corazón (Chapeando), Mi songo y Dame la luz (Arrasando), y Yo no le temo a la vida (La maquinaria), entre otros.

Al hablar de su familia, en el artista se dibuja esa conexión especial que mantiene con sus cinco hermanos y con su hijo. «El más chiquito de nosotros, Lorenzo, cumplió cinco meses el 26 de julio. Después le siguen Paloma y Vanesa. Luego venimos Elisa, yo y Juan Carlos, que es el mayor.

«Tengo un hijo de 14 años. Se llama Jonathan y estudia guitarra en la escuela de arte. Él es guitarrista y le gusta el bajo, así que quiere tocarlo como su abuelo. Ya este año hará el pase de nivel y si aprueba, va para la ENA», explicó animado.

—¿Qué papel desempeña la batería en la música popular, sobre todo en el songo?

—Es un elemento muy importante, porque tiene el platillo de pie, la caja y el bombo. Estos tres aspectos siempre influyeron en la parte rítmica de la orquesta desde los años 70. Con el tiempo muchas agrupaciones también lo llevaron a su sonoridad, como sucede con Paulito FG, Manolín, el médico de la salsa; Isaac Delgado y Manolito Simonet y su Trabuco.

«Esto influenció a los nuevos formatos de la música popular, lo que en Van Van siempre fue esencial, porque ese sonido es como un funky bit, pero con la clave. Es una mezcla que nos diferencia. Además, la sonoridad de nuestras congas no es igual a como se hace la salsa o la timba.

«Tenemos que estar orgullosos: contamos con músicos muy buenos. En las escuelas de arte se estudia piano, instrumento percutivo, melódico, el más completo. Si no lo hubiera aprendido, no pudiera componer.

«Hay grandes percusionistas que terminaron como pianistas: Caramelo, Gonzalo Rubalcaba... Ellos han logrado hacer música con la percusión. No es tocar tambores por hacerlo. Es ver cómo buscamos los colores, la musicalidad, dentro de la especialidad. Porque son instrumentos que no tienen notas musicales. Se afinan y vas buscando elementos que te hagan los colores únicos dentro de la percusión.

«Una de las herencias es la rumba y otros elementos que vinieron de África. De ahí la importancia de festivales como la Fiesta del Tambor, donde te sorprenden tocando instrumentos como la batería, el timbal, las congas o el bongó. Estoy muy feliz de que la percusión tenga un lugar muy importante en Cuba».

Con conciertos ya casi pactados en República Dominicana y Perú, la acostumbrada presencia de la orquesta en diciembre en la Feria de Cali, en Colombia, y una posible gira a Estados Unidos en octubre, Samuel Formell y su «tren» musical seguirían con su paso indetenible, «a toda máquina», como sentenció.

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