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Visiones «del interior» en Camagüey

En el 15 Festival Nacional de Teatro, que se desarrolla hasta el día 11 en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, confluyen múltiples miradas del quehacer escénico nacional

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

Lo más representativo de la escena nacional usted lo podrá encontrar por estos días en la Ciudad de los Tinajones. El teatro hecho en Cuba palpita en Camagüey. Creadores y producciones provenientes de casi todo el país encuentran en el Festival Nacional de Teatro el espacio para explorar, redescubrir y conquistar.

La edición 15 del certamen, dedicada al bicentenario del natalicio de Gertrudis Gómez de Avellaneda y a los 500 años de Camagüey, agrupa casi 30 propuestas que podrán ser disfrutadas hasta el venidero día 11. El director artístico del festival, Freddys Núñez Estenoz, refiere que —según declaraciones publicadas en el sitio web del evento— de las 28 agrupaciones cubanas que participan, cinco son de la ciudad anfitriona, lo cual es un digno homenaje, sobre todo si se tiene en cuenta que «esta es una de las muestras más grandes que los camagüeyanos llevamos al Festival en la última década».

Los agramontinos lograron incluir en la rigurosa selección las obras La panza del caimán, de Teatro del Espacio Interior; El gato con botas, de Teatro Guiñol de Camagüey; y Jardín de Estrellas, de La Andariega.

De la autoría de la Avellaneda figuran El millonario y la maleta, —con la cual quedó inaugurada la cita—, a cargo de Teatro del Viento; y la versión músico-danzaria y teatral de la novela antiesclavista Sab, por el Ballet Folklórico de Camagüey.

Acerca de la primera de las puestas ha dicho Norge Espinosa, quien tuvo a su cargo la dramaturgia, que al ser leída y representada en estos días nos habla de nuestra cotidianidad y de ciertas costumbres que al parecer nunca desterraremos.

En una hora y 25 minutos, Teatro del Viento nos deleita con una trama sencilla, sustentada en la misteriosa llegada de un hombre al pueblo y la codicia de una madre que busca sacar ventajas de la unión matrimonial de alguna de sus hijas.

El millonario y la maleta, por Teatro del Viento.

El millonario… marca además la primera vez que el conjunto dirigido por Freddys Núñez Estenoz se enfrenta a un clásico. Para el joven dramaturgo lo más importante ha sido poder representar un texto del siglo XIX que encuentra clara resonancia en el público actual y sobre todo en los jóvenes.

Para este montaje, además de Norge Espinosa, se conminó a un equipo de trabajo de primer nivel. El diseño de escenografía estuvo a cargo de Jesús Ruiz, «quien por más de diez años acompañó la labor de Teatro del Viento y conoció a profundidad las características de nuestra estética. Nieves Laferté desarrolló el trabajo de diseño de vestuario a partir de la reconstrucción de elementos históricos del traje y su resonancia contemporánea», precisó.

Por su parte, Sab nos muestra un baile que se produce en un salón de Camagüey en homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Con coreografía de Reinaldo Echemendía, el Ballet Folklórico de Camagüey nos devuelve en 90 minutos a Tula.

La Peregrina se presenta en medio de la festividad para, desde sus memorias, reflexionar acerca de sus obras deteniéndose en situaciones particulares de Sab, sumándose luego al agasajo que se ha preparado en su nombre.

Tal vez, uno de los elementos más distintivos del Festival Nacional de Teatro es, precisamente, el hecho de que tiene lugar fuera del epicentro cultural capitalino, lo cual permite que la producción teatral recorra la Isla.

En esta ocasión el santiaguero Estudio Teatral Macubá nos invita a asomarnos a su Mundo de muertos, donde una cantante y bailadora ha tomado la decisión de entrar. Allí encontrará a todos los personajes de su historia, convencida de que el retorno al pasado puede cambiar el futuro, intentará modificar lo que un día abandonó: su hija.

Bajo la dirección de Fátima Patterson, el espectador tiene ante sí un viaje singular donde se pretende saldar una cuenta, al tiempo que plantea una interrogante: ¿Es posible cambiar el destino?

Desde Villa Clara llega el Estudio Teatral de Santa Clara para brindarnos su cosmovisión acerca de nuestra identidad cultural. Cuba y la noche es un espectáculo que busca dar respuesta a tres interrogantes existenciales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Historias personales, vivencias, acontecimientos históricos y personajes se entremezclan para, una vez más, volver sobre la experimentación en torno al actor y sugerirnos un camino posible en busca de la verdad.

En el apartado de teatro para parques y plazas, acompañan a la elogiada y conocida Troya, del conjunto avileño D’Morón Teatro, la propuesta ¡Ay, Margarita!, de Teatro Andante de Granma.

Una historia sencilla y divertida para toda la familia nos entrega esta agrupación fundada en 1991, en Bayamo, cuya labor se caracteriza por indagar en el arte de la animación de figuras.

Con dramaturgia y puesta en escena de Juan González Fiffe, la trama nos presenta el tema de la pérdida y el rescate de la identidad a través de la historia de un cocuyo que cree haber perdido su utilidad cuando llega la electricidad al campo. La única solución será recuperar su luz.

Las Tunas también está presente en la más importante cita de las artes escénicas. Teatro Tuyo nos pregunta qué pasaría si el mundo que conocemos quedara reducido a una triste visión en tonos grisáceos.

Haciendo uso de la técnica del clown como recurso expresivo, la agrupación tunera realiza con Gris un despliegue equilibrado de diversas especialidades escénicas para alertarnos de todo lo que podemos perder si no cuidamos nuestro universo.

Lo que el viento trajo

Han pasado 30 años desde que en 1983 Rómulo Loredo y un grupo de teatristas apostaron por lanzarse a la travesía de organizar un festival. Son 15 las ediciones de un certamen que nos permite hablar de experiencia y prestigio; y 15 son también los años que cumple Teatro del Viento, que tuvo a su cargo la responsabilidad y privilegio de abrir las puertas de este gran evento.

Para conocer un poco más acerca de las motivaciones que rondan en el grupo en medio de la conjunción de significativas fechas y escenarios, Juventud Rebelde conversó vía correo electrónico con su director Freddys Núñez Estenoz.

«Esta edición del festival viene a ser una suerte de revisión y agasajo. Que precisamente sea un grupo camagüeyano el que inició el festival es un reconocimiento a la labor de los creadores de esta provincia».

Los que sigan los pasos por las tablas de Teatro del Viento sabrán que el grupo —en su repertorio figuran montajes como Adiós y welcome, Urracas, Mala cosecha y La hora del té— sostiene un trabajo dirigido al público joven, mediante la exploración de nuevas formas expresivas, lo cual los define dentro del panorama teatral.

«Asumir el estreno de un clásico como El millonario y la maleta nos permite hablar de la madurez y solidez artísticas de nuestro colectivo. A pesar de acercarnos a un texto con una estructura dramatúrgica muy diferente a la que habitualmente abordamos, no renunciamos a mantener vivos los soportes estéticos que definen y dan cuerpo a nuestra estética de trabajo».

—¿Cuál es tu valoración acerca del teatro hecho por jóvenes y, en este sentido, qué importancia tiene el Festival Nacional de Teatro, en tanto espacio de nuevas oportunidades y mayor visibilidad para la creación emergente?

—El festival, a partir de su edición número 14, eliminó la competencia y esto permitió que se ensancharan sus horizontes. Los premios obtenidos en Camagüey validaban y jerarquizaban el trabajo de las agrupaciones teatrales, pero también generaban cierta polémica en relación a la justeza o no de ellos. Al suprimirse la competencia, se intenta validar en igualdad de condiciones la muestra de espectáculos. Asimismo se crea una plataforma para abrir el diálogo entre los creadores y tributar al crecimiento más consciente de nuestra escena.

Para el joven dramaturgo, muchos procesos de trabajo que en ediciones pasadas no se tenían en cuenta, aparecen ahora en la escena camagüeyana. Los jóvenes y sus creaciones alternativas encuentran un espacio para dialogar con el público.

De esta forma, explica Núñez Estenoz, el certamen se convierte en un espacio para  legitimar lo mejor de la escena cubana. «Además sirve de punto de partida para creadores noveles que desde sus inquietudes artísticas anuncian el nacimiento de nuevos núcleos creativos. Los mismos que con el paso del tiempo se convertirán en los rostros más visibles de nuestra escena».

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