Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Silencio pianístico por Guillermo Rubalcaba

Su huella quedará por siempre en la pianística cubana, y en especial, en la Charanga Típica, agrupación de la cual era líder

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Hace solo tres semanas, Guillermo Rubalcaba comentaba a un grupo de periodistas lo entusiasmado que lo tenía el concierto de presentación de su disco Como en ayer, este 13 de septiembre en el teatro América, a propósito del festival cultural Habanarte.

A sus 88 años, a Rubalcaba se le veía lleno de proyectos, los que atendía con una capacidad y talento enormes. Imbuido en su trabajo lo sorprendió la muerte. Una nota del Instituto Cubano de la Música (ICM) daba cuenta este martes de que el destacado pianista falleció en la noche del 7 de septiembre. «Sus cansadas manos dejaron de tocar su piano. Sus familiares y quienes escuchamos sus interpretaciones sentimos el silencio y su pérdida», expresó en su misiva el ICM.

La huella de Guillermo González Camejo, conocido en los escenarios como Rubalcaba, quedará por siempre en la pianística cubana y, en especial, en la Charanga Típica, agrupación de la cual era líder.

Nacido en Pinar del Río el 10 de enero de 1927, Guillermo creció entre músicos. Su padre, Jacobo González Rubalcaba, fue su mejor tutor. Se decidió por el piano no sin antes pasar por instrumentos como el violín, el saxofón y el clarinete. Completó sus estudios en el conservatorio Orbón, en orquestas populares de la talla de la Jorrín y en centros nocturnos como El Gato Tuerto y el St. John’s. En todos ellos marcó pautas en la interpretación de la música cubana.

Muchos recuerdan esa etapa de Guillermo Rubalcaba como pianista de la Afro Cuban All Star, agrupación con la que participó en importantes festivales de Europa y Asia, y que dejó registros importantes para la fonografía nacional. Pero fue la Charanga Típica —orquesta cincuentenaria— uno de sus mayores proyectos y en el que experimentó muchos de sus famosos «tumbaos» de piano.

A Rubalcaba el comité organizador de Cubadisco le rindió homenaje en 2002, año cuando también resultó merecedor de la Medalla Alejo Carpentier en atención a sus aportes en la creación, interpretación y promoción de la música cubana. Su partida física hace que el piano insular guarde silencio, para reverenciar a uno de sus más excelsos ejecutantes.

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