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Homenaje cimarrón

Un homenaje a Rogelio Martínez Furé tiene lugar durante las jornadas de la Feria Internacional del Libro

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

La compañía Teatro Cimarrón, bajo la dirección del dramaturgo Alberto Curbelo, puso a consideración de los espectadores, durante las jornadas de la Feria Internacional del Libro, su más reciente espectáculo Cimarrón de Palabras. Homenaje a Rogelio Martínez Furé, con sus poemas.

La obra, que formó parte del coloquio que el evento editorial dedicara al Premio Nacional de Literatura 2015 y del Seminario Internacional por el aniversario 130 de la abolición de la esclavitud en Cuba, será además el espectáculo inaugural de la Bienal de Oralidad Escénica BarrioCuento, el 8 de marzo, en la Casa del ALBA Cultural.

Acerca de esta experiencia el dramaturgo comentó a JR que, a partir de textos incluidos en los poemarios Cimarrón de Palabras y Eshu (Oriki a mí mismo) y otras descargas, Teatro Cimarrón quiso llevar a la escena la cosmovisión de un griot contemporáneo, que legitima sus raíces y la riqueza civilizatoria de las culturas africanas.

«Crecí artísticamente leyendo a Furé, asistiendo a sus clases magistrales y a sus conversaciones. Entablar amistad con él es uno de los máximos honores que recibiré en vida. Porque, parodiando un proverbio, Furé no pescó para mí, sino que me enseñó a pescar. Es lo que he tratado de hacer al fundar Teatro Cimarrón desde sus enseñanzas. Siendo así, era un deber que la compañía se acercara a su poesía, que no tiene igual en nuestra literatura.

«La crítica lo sitúa a medio camino entre la oralidad y la escritura; para mí es la oralidad hecha escritura. Furé es un demiurgo. Tiene el poder de erigir y echar cimientos en todo lo que toca. Nadie como él ha insertado la gran literatura africana en nuestra cosmovisión y escrituras. Su titánica labor en la promoción de las tradiciones y culturas de África es continuadora del quehacer de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera».

Cimarrón de Palabras… se convierte así en la ofrenda de un discípulo agradecido. A veces no nos percatamos que somos mimados por una obra colosal, que no está solo en lo material o en los derechos conquistados con las armas; sino en las libertades espirituales que, gracias a la sapiencia de hombres como Rogelio Martínez Furé, disfrutamos como nadie en el mundo hispanohablante, asegura Curbelo.

«Para los dramaturgos interesados en visibilizar nuestras raíces históricas y culturales ha sido una fuente de inagotables saberes  para no caer en las trampas que el racismo y el colonialismo enquistaron en nuestro tejido social».

En la obra se dramatizan algunos de los textos de Martínez Furé, aunque el propósito fundamental es presentar al poeta a través de sus versos y cantos. Precisamente esa fue la parte más complicada del proceso creativo y del montaje: la construcción de un discurso escénico a partir de poemas. «Tratar de ofrecer una mirada, aunque sea mínima, del inmenso creador que tratamos de presentar y la selección de los textos fue muy difícil. Por eso, proyectamos un espectáculo modular, que podemos renovar o ampliar según las necesidades de la programación.

«Nuestros actores, por lo general, ya no están acostumbrados a interpretar obras en versos. Declaman, intentan representar la musicalidad del verso, por lo que el trabajo actoral ha sido verdaderamente complicado, más cuando se tienen que desdoblar en bailarines y cantantes. Pero hemos trabajado intensamente, apoyados en todo el amor que le profesamos a Martínez Furé».

Para el teatrista, tiene una importancia capital en el autorreconocimiento del cubano y, en general, del caribeño, la publicación, a principios de los años 60 del pasado siglo, de la Poesía Anónima Africana y varios tomos con poetas de las diferentes culturas, lenguas y regiones del gran continente negro.

Por eso, Curbelo se pregunta, como quien se sabe heredero y cuidador de una gran verdad: «¿Qué sería de la cultura cubana sin todo ese conocimiento, sin el Conjunto Folklórico Nacional, que él fundó?  A los cubanos nos parece normal ese saber que tenemos de la literatura africana, como tantos otros privilegios que respiramos con la Revolución. Por eso, solo esperamos que estas y otras funciones que tendremos próximamente nos ayuden a madurar un espectáculo digno del africanista mayor».

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