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Jaroussky vino a que lo amemos en Cuba

El contratenor Philippe Jaroussky y el pianista Jérôme Ducros ofrecerán un concierto exclusivo este sábado 30, a las 8:30 p.m., en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Tenía la eternidad ya asegurada con su genialidad demostrada como concertista y compositor, como director de orquesta y pedagogo. Pero al maestro Leo Brouwer nunca le ha bastado cuando se trata de entregar, de crear para que nos sintamos seres distinguidos porque nos ha asistido el privilegio de vivir en tiempos del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, del Festival Internacional de Guitarra de La Habana, el de Música Contemporánea o el de La voix humanas, o de ser testigos de momentos que recordarán largamente al estilo del concierto exclusivo que ofrecerán este sábado 30, a las 8:30 p.m., el contratenor Philippe Jaroussky y el pianista Jérôme Ducros, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Sucede que al igual que en otros grandes acontecimientos, la Oficina Leo Brouwer (ahora con la colaboración de Estudios Ojalá, la Embajada de Francia, Cuba Autrement, Air France y la Alianza Francesa) se halla detrás de esta primera vez en Cuba de Jaroussky, lo que constituirá un notable avance de lo que se ha dado en llamar ciclo Contratenores del Mundo, que se efectuará entre el 30 de septiembre y el 8 de octubre, y cuyo colofón será un esperado festival que reunirá en la capital de la Isla a intérpretes que sobresalen por poseer voces más agudas que la de un tenor.

Quienes se lleguen al coliseo de Prado para escuchar el concierto que Ducros y Jaroussky han titulado Green, descubrirán en este último a quien es considerado como la gran estrella de los contratenores, un francés que, según ha confesado, ni siquiera era consciente de que tenía ese don, de hecho «enterarse» —como admitió en una entrevista—, fue un shock para él. «Yo era violinista y entonces en un concierto escuché a un contratenor francés y pensé: “Quiero hacer eso”. Pero no sabía que tenía esa voz; sin embargo, luego resultó la voz que era la que más natural me salía al cantar, más que como barítono».

Cuentan que al principio se impuso no defender el repertorio de Farinelli porque por entonces todos andaban embelesados con el filme de Gérard Corbiau, estrenada en 1994, justo cuando Philippe Jaroussky iniciaba su carrera. Y es que no deseaba, reconoció, que la gente creyera que se aprovechaba de la acogida conseguida por el filme premiado con el Oscar a la mejor película extranjera.

Nacido en Maisons-Laffite, en 1978, vino a La Habana a regalarnos canciones galas sobre poemas de Verlaine, y que cuentan con música de Fauré, Debussy, Hahn, Poldowski, Bordes y Szulc, entre otros. Este renombrado artista que ha logrado, por ejemplo, que su grabación del aria Vedro con mio diletto, de Vivaldi, haya contabilizado casi tres millones de visionados en Youtube, y a quien además le complace trabajar con otros cantantes y buscar nuevos repertorios, le agradece al violín por haber formado parte de su educación. «Más tarde aprendí que no se puede cantar solo con la mente, sino que el cuerpo entero, de la cabeza a los pies, juega un papel fundamental. Ahora sé que cantar bien es vivir bien: ser sincero con uno mismo y tener la conciencia tranquila».

A la hora de explicar la fama que le persigue por todo el planeta dice que tuvo suerte, «porque llegué en un buen momento en que se empezaba a buscar hombres para los papeles que antes se daban a mujeres, sobre todo a sopranos o mezzos. Hoy en día eso es más normal. Si tuviese que empezar ahora, no creo que fuese tan fácil conseguir este éxito».

De cualquier manera es un estudioso, y disfruta la investigación. «Parte de mi trabajo consiste en entender lo que canto. Para poder elegir qué camino tomar debo conocer bien las partituras, saber el cómo y el porqué. Fui a las bibliotecas buscando a Mozart y terminé grabando un disco de arias de Johann Christian Bach. De la misma manera, fortuita y mágica, Metastasio me llevó a Caldara. Y así tantas otras cosas».

Para nada sorprende a Jaroussky que una parte del público lo adore, mientras la otra no quiera saber que existe. «O se nos ama o se nos odia. La reacción es extrema porque no está la indiferencia. Mientras a unos les parece ridículo que un hombre cante tan agudo, otros ensalzan nuestra voz», señala, aunque de seguro vino a actuar para nosotros consciente de que fanes se le sobrarán en Cuba.

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