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Circenses de nacimiento (+ Video)

Estos jimaguas de piel morena tienen habilidades especiales para el arte circense

Autor:

Aracelys Bedevia

En un pintoresco barrio del populoso municipio de La Lisa viven dos hermanos llamados Fabián y Flabio González Dugues. Nacieron el 4 de octubre de 2005, con muy pocos minutos de diferencia, y desde entonces todo lo comparten. Alegres, entusiastas e inquietos, estos jimaguas de piel morena tienen habilidades especiales para el arte circense.

Cuentan sus familiares más cercanos que con apenas dos o tres años se subían por las paredes con una destreza poco usual y se lanzaban de los lugares más altos de la casa y hacian split (ejercicio físico conocido también como apertura de las piernas).

Sorprendidos ante las habilidades de ambos, sus padres buscaron de inmediato el modo de encauzarlos y los llevaron a la sede del proyecto pioneril Ángeles del futuro. Pero aún eran demasiado pequeños.

«A los siete años volvimos y decidieron hacernos las pruebas. Cuando vieron que hacíamos bien las barras, las paralelas y los splits nos aceptaron. La edad de inicio en el proyecto es nueve años», dijo Fabián.

(Vea el video de la entrevista aquí)

Inquieto y conversador, Fabián (Kiki) quiere decirlo todo de una vez, sin pausa. «El circo es lo mejor. Nosotros vamos mucho a la Carpa Trompoloco. Nuestros padres nos llevan, sobre todo a los festivales Circuba, para que aprendamos de los grandes y también cuando nos invitan para que actuemos. En este momento ya no estamos en el proyecto Ángeles del futuro, pero seguimos preparándonos con varios entrenadores. Me gusta dominar mi cuerpo y mi mente. Y concentrame mucho para no caerme y que salga bien lo que hago.

«En una ocasión mi hermano estuvo como tres meses sin querer ir a entrenar. Después se convenció de que lo nuestro es el circo y volvimos a trabajar juntos. El pasado año fuimos a Lima, Perú, y participamos en el Primer intercambio cultural circense entre Cubacirco pioneril Ángeles del futuro y Etnoartes Asociación civil, donde nos dieron una medalla a cada uno por haber sido elegidos como artistas Revelación.

«Al salir a la pista casi siempre sentimos algún nervio porque como dice la gente el que no esté nervioso no es un ser humano. Pero no tenemos miedo escénico. Antes de ir a Perú nos llevaron a hacer las pruebas de la escuela de ballet y las aprobamos. Teníamos que elegir y decidimos quedarnos con el circo.

«Ahh, también somos actores, porque hemos estado en la televisión en programas como Pitipiti fú, transmitido en el verano por Cubavisión y El elefante y la Hormiga. Cuando teníamos siete años Flabio participó en el corto Náufrago, de la Escuela Internacional de Cine, con Mario Guerra, Deisy Quintana y Omar Durán. Igualmente hicimos un videoclip y un cuento (Encuentros).

«¿Que cómo nos va en la escuela? Bien. La asignatura que preferimos es Historia y la que menos nos gusta es Matemáticas. Igual hay que estudiarla», resaltó Fabián visiblemente emocionado y victorioso por haber podido decir casi todo de un tirón sin darle tiempo al hermano.

Sueños y realidades

El encuentro con estos talentos transcurrió en su casa, poco después de que llegaran de la escuela, de donde salen corriendo todos los días para hacer las tareas, merendar e irse a entrenar. Conversar con ellos es un goce para el espíritu, por sus ocurrencias y especial modo de transmitir alegría. Se interrumpen y contradicen al hablar y son todo un espectáculo.

Mucho más pausado y tranquilo que Fabián, Flabio intenta decir, a duras penas, lo que piensa sobre el arte circense. «Nos prepara para la vida y nos pone físicamente fuertes. Los médicos siempre le dicen a mi mamá: no se preocupe que ellos están saludables la hemoglobina la tenemos bien y lo demás también. Y eso es porque hacemos mucho ejercicio.

«A lo único que le tengo miedo es a las alturas, porque si me sale algo mal y me caigo después hay que darme una pila de puntos, cirugía plástica, y eso duele. Pero mi hermano siempre me está cuidando y hasta ahora no me ha pasado nada. Yo soy mejor que él en acrobacia y eso se sabe, es verdad que no quiero hacerla, pero es porque no me gustan las alturas.

«En el circo hemos aprendido a hacer parada de manos, paralelas, acrobacia, mástil…. En el primer festival en el que participamos (Pista Joven), ganamos cinco premios de los once que se dieron. «Actuamos mucho en teatros, actividades infantiles, en la Carpa Trompoloco… Donde mejor me entiendo con mi hermano es en la pista, porque en la casa siempre estamos fajados. No tenemos límites. Mi papá sabe cómo controlarnos. Eso hace que nos llevemos bien. A nosotros nos gusta hacerlo todo juntos. Así nos ha enseñado la familia.

«Queremos entrar a la Escuela Nacional de Circo. Tendremos que esperar cantidad porque eso es después que terminemos el noveno grado. También soñamos con competir en un festival internacional (sobre todo en el Circuba) y llevar este arte al más alto nivel. A veces le damos ideas al profe y él después las mejora y las incorpora a los elementos que nos monta. «Además de la familia, muchas son las personas que nos impulsan para que sigamos haciendo circo: Alberto Pérez (el jimagua), los payasos Rollo, Redoblín y Colorín, Daylet de la Compañía Alas, los trabajadores de la Carpa Trompoloco y el Circo Nacional, los amiguitos de la escuela, los maestros. Y un montón más.

«A mí me gusta mucho leer y como el circo es un arte del cuerpo cuando yo tenga más de 50 años quiero estudiar Historia para ser licenciado igual que mi mamá», manifestó Flabio.

«Y yo quiero aprender más o menos Inglés porque cada vez que le pido a mi mamá que me enseñe ella dice: “no me acuerdo, no me acuerdo”», aseguró por su parte Fabián, quien cuando sea grande espera tener una familia en la que sus hijos y nietos tengan esta vocación. «Como los Montalvo. De generación en generación».

En una actividad infantil en Tropicana.

A la derecha, Flabio, y a la izquierda Fabián.

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