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José Martí perteneció al Club Crepúsculo de Nueva York

Integrada a lo largo de la historia por influyentes personalidades norteamericanas, dicha entidad, que surgió con fines nobles, ha derivado en el más rancio derechismo político

Autor:

Luis Hernández Serrano

José Martí perteneció al influyente y poderoso Club Crepúsculo, de Nueva York, fundado en 1882, luego de la visita a esa enorme urbe estadounidense del filósofo inglés Herbert Spencer.

Dicho club llegó a tener algo más de un millón de miembros, entre ellos personalidades notables de la ciencia, los negocios, la política y la cultura como Walt Whitman, Mark Twain, un general de la Guerra de Secesión y el dirigente de los ferrocarrileros T. Vincent Powderly, quien dirigió una huelga general que paralizó a todo Estados Unidos.

Esto aparece en el libro José Martí en el Club Crepúsculo de Nueva York. En busca de nuevos equilibrios, escrito por el investigador del Centro de Estudios Martianos (CEM) Rodolfo Sarracino Magriñat, y publicado recientemente por la Universidad de de Guadalajara, en México.

«La entrada de Martí a ese club es algo desconocido. He ahondado en esto, por pertenecer al equipo de la Edición Crítica de las Obras Completas del Maestro, en el CEM, encabezado por Pedro Pablo Rodríguez», explica Sarracino.

Martí se vinculó al club en 1890, cuando algunos miembros lo invitaron a una cena. Previamente había estado en el Parque Crepúsculo, de las montañas de Castkill, a unos 240 kilómetros de Nueva York, por prescripción médica, en busca de retiro apacible, tranquilo, de aire puro, debido a que se encontraba enfermo.

«Ingresó a esa institución al conocer que la integraban amantes de la naturaleza. Pero también lo componían millonarios, militares norteamericanos de alta graduación, entre ellos un general, héroe neoyorkino de la Guerra de Secesión, jefe de un regimiento, y un dirigente del Partido Socialista de Estados Unidos en Nueva York, de apellido George. También había periodistas, escritores, pintores, músicos y dirigentes obreros del sindicato más grande de Estados Unidos, en esa época los ferrocarrileros, llamados Los Caballeros del Trabajo.

«El club llevó un tiempo el nombre de Spencer, hasta que la prensa lo fustigó por sus declaraciones sobre esa nación en su última visita a ese país.

«En una entrevista formuló como críticas a la sociedad norteamericana que le traía a la mente el Renacimiento italiano, la Florencia de los príncipes que hablaban de “democracia”, pero utilizaban a grupos armados para imponer su voluntad».

El Club Crepúsculo sigue funcionando, pero es una asociación de elementos ultraderechistas de Estados Unidos. Se creó con otros fines. Algunos investigadores han dicho que inicialmente fue una organización de masones y de defensores de la justicia, de la paz, de la naturaleza.

«La prensa estadounidense propuso cambiarle el nombre al Club. Le pusieron Crepúsculo, porque estaban en los finales del siglo XIX, en el “crepúsculo” de la sociedad norteamericana, y se reunían en restaurantes lujosos cuando comenzaba a oscurecer, para cenar, intercambiar ideas y discutir los problemas nacionales».

El Apóstol se vinculó de lleno al Club, porque como gestor al fin de una Revolución independentista, quiso conocer a las figuras que lo formaban, críticos del expansionismo estadounidense, y eso beneficiaba su lucha en los últimos años de su juventud.

Martí no escribió sobre dicha institución, pero mencionó en varias de sus tribunas a algunas de las más relevantes figuras que la componían.

«En los documentos que Gonzalo de Quesada y Aróstegui entregó para las Obras Completas del Maestro, se consigna su membresía en él, y las firmas de quienes lo aprobaron. En esa época Martí era una personalidad en Nueva York como cónsul simultáneo de Uruguay, Paraguay y Argentina.

«Su proyecto era establecer un equilibrio interno en ese club, para evitar el auge y desarrollo de las fuerzas intervencionistas yanquis, y hacer que esa agrupación aceptara a la Revolución como un elemento de su proyección antiimperialista.

«Hoy el Club existe, pero está declinando. Tiene su sede en el Estado de Virginia, como la CIA. Y a partir de 2003 la ultraderechista Fundación Heritage —que llevó al poder a Ronald Reagan—, vinculada con la National Rifle Asociation, compró la Carta de Fundación del Club y tiene ahora su control», declaró Sarracino.

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