Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Año 48 de un nuevo béisbol

Autor:

Raúl Arce

La I Serie Nacional surgió el 14 de enero de 1962. Este acontecimiento marcó el inicio del béisbol amateur en Cuba y de una era de grandes resultados internacionales

Año 2007: Un país de nuestro continente cancela su campeonato profesional de béisbol. ¿Causas de la supresión? Dificultades económicas, en esencia provocadas porque el público, durante la temporada anterior, comenzó a ausentarse masivamente de los estadios.

Año 2008: Tres devastadores huracanes asuelan a Cuba, pero millones de aficionados esperan ansiosamente por el inicio de la Serie Nacional, un espectáculo que impregna hasta el tuétano la cotidianidad del criollo.

Más de un siglo aquí

Según historiadores, en diciembre de 1878 se inaugura la primera Liga Profesional Cubana de Béisbol con un partido entre los conjuntos Habana y Almendares, que serían dos de los más encarnizados rivales en los campeonatos del país. Esta liga se extendió por 84 ediciones hasta la completa abolición del béisbol pagado en la Isla, desde 1878-1879 hasta la campaña de 1960-1961.

La Revolución se radicalizaba a favor de los pobres, y poco a poco los peloteros importados norteamericanos ponían pie en polvorosa. Así surgió la I Serie Nacional, el 14 de enero de 1962.

Poco más de un centenar de jugadores cumplieron aquella primera etapa, con un calendario de solo 27 juegos para cada uno de los cuatro equipos. Figuraron entonces muchos jugadores de marcada veteranía, aquellos que nunca estamparon su firma sobre un cheque emitido por los gerentes del profesionalismo, y los nombres en español desplazaron de los titulares de la prensa los apellidos anglosajones.

Occidentales conquistó el primer gallardete, y a continuación la novena de azul, Industriales, se agenció cuatro títulos en fila, lo que contribuyó, en buena medida, a que muchos la califiquen hoy como emblemática dentro del hoy béisbol criollo.

A partir de aquel primer torneo se sucedieron los cambios de estructuras y creció la cifra de participantes, hasta los 16 equipos de la actualidad —32, si adicionamos la Liga de Desarrollo—, con 432 jugadores en la inminente Serie Nacional y otros 320 en sus selecciones cantera.

Se construyeron nuevos parques en todas las provincias, con excepción de la capital, donde todavía se alza el Latinoamericano, inaugurado el 26 de octubre de 1946 en la barriada del Cerro.

Cuba, que en 1961 y en medio del ataque a Playa Girón había conquistado el Campeonato Mundial disputado en Costa Rica, comenzó a reinar en el concierto centroamericano, panamericano y del orbe. En 1992, Barcelona le da cabida al primer torneo olímpico de béisbol y allí se coronan los hombres del Caribe.

Crece tanto el prestigio de los humildes peloteros de Cuba, que en 1999 los Orioles de Baltimore, de las Grandes Ligas de Estados Unidos, visitan La Habana para el primero de dos duelos particulares con la selección de la Isla. Era un suceso inédito dentro del bloqueo dictado desde la Casa Blanca durante más de 40 años.

Del palmar al siglo XXI

  Las llamadas Series Selectivas prendieron también en la preferencia de los aficionados y su renacer es algo que muchos piden en la actualidad. Junto a los capitalinos, villareños y orientales, los equipos pinareños y matanceros(imagen de la derecha) se ganaron un espacio entre los «grandes» del béisbol cubano. Fotos: Juan Moreno

«... en siete innings que se jugaron, los del Matanzas Club no hicieron sino nueve corridas, mientras que el Habana B.B.C., en igual número de innings, le hizo tres skuns y 51 corridas, ganándoles, por lo tanto, por cuarenta y dos corridas».

Más de un siglo después de que un periódico reseñara el primer partido de pelota oficialmente disputado en el país (en el Palmar de Junco de Matanzas, el 27 de diciembre de 1874), la pelota de 2008 está a punto de reanudarse.

Si lo que reseñó el periódico habanero El Artista aquel día del siglo XIX era el germen de lo que constituiría en muy breve tiempo la pasión deportiva de la nación, deporte e identidad nacional correrían de la mano.

Entre los pioneros de los diamantes había figurado Emilio Sabourín, uno de los patriotas que aprovecharía los partidos como encuentros de conspiración contra la metrópoli española, y quien finalmente murió deportado en la prisión de Ceuta.

Transcurrió después un largo camino, durante el cual los deportistas aficionados necesitarían «Dios y ayuda» para asistir a los torneos internacionales. Los tarifados, mientras tanto, corrían en ocasiones una difícil suerte —incluido el azote de la discriminación racial— y algunos se paseaban por la triste pasarela de los «peloteros de pasillo», aquellos que deambulaban por las gradas con la esperanza de ser contratados.

En el último medio siglo, sin embargo, la realidad cambió diametralmente. Ahora, con el aplauso de su pueblo como el mejor pago posible, nuestros beisbolistas defienden la bandera de la Patria y la mantienen en alto, dispuestos a dejar siempre la piel en el terreno.

 

 

 

 

 

 

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