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La Habana y Villa Clara irán por el título de la pelota cubana

Autor:

Juventud Rebelde

La Habana venció a Pinar del Río tres carreras por dos en un dramático juego, y Villa Clara dos por una a Ciego de Ávila. Los ganadores avanzaron a la gran final

SAN JOSÉ DE LAS LAJAS.— En un juego larguísimo y emocionante, muy disfrutado por la gente en esta ciudad, La Habana venció anoche a Pinar del Río, tres carreras por dos, y clasificó para la gran final del béisbol cubano. Mientras, en el Sandino, un jonrón de Ramón Lunar dejó al campo a Ciego de Ávila después de la lluvia, y Villa Clara se convirtió en el otro candidato a la corona.

La felicidad de los habaneros llegó en el undécimo episodio de una forma increíble, cuando Dennis Laza anotó por un pasbol. Así, el jueves comenzará aquí la gran final, con dos rivales inesperados.

El recuento

Los pinareños sacaron las uñas en el primer capítulo, pero Peraza y Duarte fallaron con un compañero en cada esquina. Luego bajaron un poco el ritmo, hasta que Rafael Valdés le robó un cañonazo a Roberto Zulueta, con un salto felino en dirección a la segunda base.

Entonces el equipo reaccionó y en la tercera entrada marcaron una raya, aunque decidió el error de Rolando Méndez, más que los sencillos de Castillo y Valdés.

Sobre la colina, crecía el duelo entre Yadier Pedroso y Yosvani Torres, dos derechos con características diferentes. El habanero se presentó muy veloz —marcó hasta 94 millas—, mientras el pinareño sorteaba los apuros con su recta cortada, cercana a las 86 millas como promedio.

En el cuarto capítulo vimos una jugada poco usual, pues Molinet abrió con sencillo al izquierdo y Orta intentó sacrificarse, a despecho de su responsabilidad como cuarto bate. Sin embargo, falló dos intentos y luego sopló cañonazo al bosque derecho. «El cuarto madero nunca toca la bola», decían algunos peloteros veteranos a mis espaldas.

De todas formas, La Habana logró empatar, aunque Rolando Méndez se ponchó con las bases llenas y le dio vida al adversario. Enseguida, la afición comenzó a tejer supersticiones.

Después vino la jugada más polémica de la noche, cuando el alto mando pinareño ordenó el sacrificio a su tercer bate, que llevaba de 2-2, con hombres en primera y segunda. A continuación fallaron de nuevo Peraza y Duarte, porque ciertos errores se pagan caro. Ya lo escribimos antes: tantos hombres «pesados», uno detrás del otro en la alineación, frenan al equipo verde.

La prueba más elocuente llegó en el octavo, después que los habaneros tomaron el mando por sencillo de Rafael Orta con Ruby Silva en segunda. En esa entrada Norlis Concepción falló el sacrificio, tras los hits consecutivos de Peraza y Duarte. Ahí Casanova reemplazó a su fornido cuarto bate por William Saavedra como corredor en segunda base, pero el toque fue por primera y no por tercera, contrario a los manuales.

Entonces llegó la lluvia y el juego se detuvo hasta la medianoche, cuando Otaño le pegó sencillo a Lahera y volvió a igualar el marcador. Pero José Ángel García entró dispuesto y ponchó a León y Padrón con el bote lleno.

Con esos truenos, La Habana se envalentonó y casi define las cosas en el siguiente capítulo. Sin embargo, se creció el derecho Michel Martínez y congeló a Laza con el rancho ardiendo. En el décimo, Juan Carlos Linares abrió con su tercer hit de la noche, pero pasó de héroe a villano en un pestañazo, cuando fue sorprendido en segunda base.

Por los constantes cambios, el lanzador habanero José Ángel García tuvo que batear y pegó un texas al bosque central. Aquí se combinaron dos errores «mentales»: el pitcher pinareño le sirvió un envío muy noble y el jardinero León jugaba tan profundo como si se tratara de un jonronero. Al final no tuvieron consecuencias, pues el relevista Raudel Lazo dominó a Silva en roletazo al cuadro.

La definición llegó en el inning siguiente y la escena quedó lista para la final insospechada.

La ventana indiscreta

En línea recta con el home, justo bajo las gradas rugientes del estadio, este periodista halló un espacio junto a tres estudiantes de la Universidad de las Ciencias Informáticas —Adrián Quintero, Gianni Martínez y Yosbel Ruiseco—, quienes se encargan del novedoso sistema de «scauteo».

La idea original de este proyecto pertenece a los ingenieros José Leandro Cabrera y Noel Minio, cuyos reportes se mandaban diariamente hacia Beijing el pasado año, cuando el equipo cubano disputaba los Juegos Olímpicos.

Ahí tienen los directores un arma eficaz para conocer las virtudes y debilidades del contrario, aunque lamentablemente aún es poca la cultura en este sentido. «Cuando más se usa es antes del juego, para elaborar la estrategia de pitcheo. Pero durante el choque pocas veces nos preguntan algo», explica Gianni, quien viaja como un miembro más del equipo Habana por todo el país.

Con ellos conocí, por ejemplo, que Peraza se ponchó en el inning de apertura con un tenedor de Pedroso a 83 millas y en el tercero con un cambio de velocidad. No seamos ingenuos: el pitcheo japonés que vimos en el Clásico estaba sobreaviso. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan...

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