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Casos y Cosas de la Pelota

Cuando todavía está fresco el aniversario 50 de las series nacionales de béisbol, celebrado el pasado 14 de enero, Juventud Rebelde repasa algunas curiosidades registradas a lo largo de este medio siglo

Autor:

Juventud Rebelde

Sin remedio de carreras limpias

El lanzador Jacinto Blanco fue protagonista de un hecho llamativo en la I Serie Nacional (1962), única en que intervino.

Blanco, vistiendo el traje de Azucareros, actuó en un solo partido en el que oficialmente no enfrentó a ningún bateador, pues les lanzó a tres jugadores y a todos los transfirió. Abandonó el box, pero en definitiva los tres que dejó en bases anotaron. Por tanto, en su actuación en los campeonatos cubanos permitió tres carreras limpias en cero entradas de actuación. De ahí que no se pueda sacar su promedio de efectividad.

Emergentes efectivos

Un hecho sin precedentes hasta ese momento en nuestros certámenes nacionales ocurrió en el estadio Mártires de Barbados el miércoles 29 de noviembre de 1995. En el final del décimo inning, Granma —el equipo de casa— perdía dos carreras a tres frente a Villa Clara, por lo que en su posible última oportunidad ofensiva la dirección del conjunto echó mano a dos emergentes de forma consecutiva. Ambos, Félix Benavides Castillo y Yunior Sanz Núñez, dispararon jonrones en esa función contra Eliécer Montes de Oca, uno detrás del otro, para dejar en el campo a los anaranjados, cuatro anotaciones por tres.

Como detalle curioso, Miguel Águila se apuntó la victoria sin haber enfrentado oficialmente a un bateador, pues sustituyó a Ernesto Guevara Ramos en el principio del décimo con hombres en primera y segunda, y dos outs. En esa situación, cuando se disponía a lanzarle al jugador que le correspondía empuñar, Rafael Orlando Acebey fue capturado cuando intentó robar la antesala. Luego, en el final de ese capítulo, se produjeron los dos cuadrangulares citados que decidieron el choque y le dieron el triunfo a Águila sin concluir su trabajo contra el primer bateador que enfrentó al comenzar su relevo.

Caso único

Como un caso único y prácticamente irrepetible si no regresamos a la era en que bateaban los lanzadores, clasifica la hazaña de Modesto Gil, primer jugador que disparó dos jonrones en una entrada en las series nacionales. El 18 de febrero de 1973, Gil, actuando desde la lomita de Granjeros, disparó un par de batazos de cuatro esquinas frente a Constructores en el noveno inning de un partido escenificado en el Latinoamericano.

Gil se apuntó su primer vuelacercas a costa de un envío de Luis Barreiro, sin corredores en circulación. Después con dos hombres a bordo, largó otro palo de vuelta completa frente a Ignacio León.

Lo curioso es que Gil solamente compiló cinco indiscutibles en 33 veces al bate en su participación en series nacionales. Esos cuadrangulares fueron los únicos extrabases que pudo disparar en su carrera.

Abrieron el mismo día

Al disparar hit frente a Nicolás Águila, de Las Villas, el 16 de marzo de 1977, Wilfredo Sánchez se convirtió en el primer jugador en completar el millar de hits en nuestros campeonatos beisboleros. El Gamo de Jovellanos consumó la hazaña en el estadio Victoria de Girón.

Ese mismo día, en el Cándido González, Armando Capiró le sacó la pelota del parque a Manuel Álvarez, para convertirse en el primer pelotero en disparar cien vuelacercas.

De este modo, por una gran coincidencia, quedaron abiertos el mismo día en nuestras series nacionales el club de los 1 000 imparables y el de los 100 cuadrangulares.

Dichoso número 8

Para Santiago, «Changa», Mederos Iglesias y Jorge Luis Valdés Berrier, posiblemente los mejores lanzadores zurdos que han desfilado por las series nacionales, el 8 fue un número de coincidencias felices.

Changa, desaparecido el 15 de diciembre de 1979, a consecuencia de un accidente de tránsito, nació el 8 de septiembre de 1945.

Casi 30 años después de su alumbramiento, el 8 de marzo de 1975, se convirtió en el primer serpentinero que completó el millar de ponches en la pelota revolucionaria, al retirar por la vía de los strikes a Walfrido Ruiz; y el 8 de abril de 1978 marcó otro hito al derrotar a Camagüeyanos en el estadio Latinoamericano para convertirse en el primer tirador de su mano en redondear los cien triunfos en nuestros torneos beisboleros.

Pero hay más. Changa comparte con el villaclareño Carlos Gálvez y el santiaguero Norge Luis Vera la marca de más lechadas propinadas en una temporada (8). Su octava blanqueada la logró al doblegar a Matanzas ocho carreras a cero, el 27 de marzo de 1968 en el estadio Palmar de Junco.

En cuanto a Jorge Luis Valdés, el 12 de febrero de 1978 celebró su cumpleaños 17 apuntándose su primera victoria en series nacionales, al superar a la Isla de la Juventud, ocho anotaciones a tres. A los cien éxitos arribó el 15 de noviembre de 1986, tras dominar a Cienfuegos, también 8-3, en Unión de Reyes. La sonrisa 200 la esbozó el 8 de noviembre de 1992, a costa de La Habana, equipo al que aventajó ese día 8-7, en un choque que se fue a 12 entradas en el Victoria de Girón.

Por si fuera poco, el 8 de diciembre de 1994 blanqueó a Guantánamo, para convertirse en aquel momento en el lanzador más ganador de la pelota cubana con 222 sonrisas, una más que Braudilio Vinent.

Debut tardío

A una edad en la que la mayoría piensa en el retiro del béisbol activo, se estrenó en los clásicos beisboleros cubanos el lanzador Juan José Álvarez Hernández. Tenía 39 años de edad cuando intervino en su única Serie Nacional en 1964-1965, representando a Granjeros.

De los cinco juegos en que trabajó, ganó uno 5-2 frente a Occidentales, el 18 de febrero de 1965, no perdió y su promedio de carreras limpias fue de 3,48.

Cuatro que repitieron

El 28 de diciembre de 1965, en un choque que se extendió a 20 entradas en la Ciudad Deportiva de Santiago de Cuba, los lanzadores de Orientales José del Valle, Emilio Vargas, Ernesto Verdecia y Lázaro Santana —su primer éxito en series nacionales—, blanquearon a Centrales 1 a 0. Semanas después, el 19 de enero de 1966, en otro desafío que se fue a extrainning en el estadio Sandino, Orientales volvió a propinarle lechada a Centrales con idéntico marcador de 1-0. Los tiradores que escalaron la lomita fueron los mismos que en la ocasión anterior: José del Valle, Vargas, Santana y Verdecia, el ganador.

Coincidentemente ambos juegos los decidió el inicialista y cuarto bate oriental Gerardo Olivares. Primero con cañonazo frente a Aquino Abreu, que trajo para la goma a Elpidio Mancebo en el final del vigésimo capítulo. Después con jonrón ante Ronel Sardiñas —primero que se conectó en el Sandino— en el inning 14.

Extensa blanqueada

El duelo a ceros más extenso en nuestros certámenes beisboleros lo protagonizaron las novenas de Mineros y Vegueros, en el estadio Capitán San Luis, en la XVI Serie Nacional. Este desafío fue sellado el 25 de enero de 1976 y se reanudó al día siguiente.

Los dos equipos se mantuvieron sin pisar la goma hasta el inning 22, cuando la selección vueltabajera rubricó la anotación que dejó al campo a la representación indómita, 1-0.

El veloz Rogelio García y José Grajales fueron los abridores de aquel encuentro, que finalmente ganó Ladislao Lavastida —trabajó en seis entradas—, mientras Luis Mariano Verdecia salía por la puerta estrecha.

El Ciclón de Ovas, Rogelio García, ponchó a 24 bateadores en los 16 innings en que trabajó, aunque la marca reconocida en este casillero pertenece a su coprovinciano Faustino Corrales, quien en nueve entradas liquidó por la vía de los strikes a 22 jugadores holguineros el 20 de diciembre de 2000.

Blanqueo a Henequeneros

En la IX Serie Nacional, primera que ganaron los Henequeneros, el conjunto yumurino solo toleró dos lechadas, ambas lanzadas por el zurdo de Mineros, Jorge Franco. El miércoles 12 de noviembre de 1969, el indómito aventajó a los matanceros 11 carreras a cero.

Casi un mes más tarde, el 18 de diciembre del mismo año, de nuevo Franco volvió a colgarle nueve argollas a la representación de la Atenas de Cuba, aunque con un marcador más cerrado, 4-0. Por coincidencia, el perdedor de los dos choques fue Gaspar «Curro» Pérez.

Superlechada

El martes 16 de enero de 2001, el elenco de Pinar del Río venció a Las Tunas con un estruendoso nocao de 29-0, en lo que constituye la mayor diferencia de carreras en una lechada en series nacionales. Los medias verdes anotaron cinco veces en la primera entrada, siete en la segunda, tres en la tercera, siete en la cuarta, tres en la quinta y cuatro en la séptima.

En este desafío, en el Julio Antonio Mella, los triunfadores dispararon nueve cuadrangulares, tres salidos del bate de Yosvany Peraza, dos de Yobal Dueñas y uno de Yosvany Madera, Daniel Lazo, Rigoberto Madera y Tomás Valido. La victoria correspondió a Ismael Cortina, mientras el fracaso fue a la cuenta de Jorge Ochoa.

Padres e hijos

Al archivar 115 imparables en el campeonato de 1984-1985 con la franela de Vegueros, Omar Linares se convirtió junto a su papá Fidel Linares en el primer binomio de padre e hijo, cuyos miembros lograron rebasar el centenar de inatrapables en una temporada.

Papá Linares había disparado 102 incogibles en la campaña de 1968-1969.

Después se les unió Juan Carlos —su otro vástago—, quien ligó 113 indiscutibles en el torneo de 1997-1998 y 108 en la serie de 2000-2001.

A partir de la contienda de 2003-2004, los Linares comparten el honor con Amado y Andy Zamora, pues este último registró 110 hits en la mencionada porfía, para seguir los pasos de papá Amado, quien se apuntó 115, al igual que el gran Omar Linares en la controversia de 1984-1985.

Andy también sobrepasó el centenar de cañonazos en las versiones de 2004-2005 (110) y 2007-2008 (104).

Nota: Todas estas anécdotas y muchas más aparecen en el libro Casos y Cosas de la Pelota, editado recientemente, del periodista Osvaldo Rojas Garay.

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