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Sal sobre el Támesis

Luego del cuarto bronce asegurado en Londres se torció la suerte del equipo cubano de boxeo con la sorpresiva derrota del campeón mundial del peso semicompleto Julio César La Cruz

Autor:

Raiko Martín

Londres.- Nada hacía presagiar la tempestad. Incluso, la jornada clasificaba como la más agradable, climáticamente hablando, de estos Juegos Olímpicos. Pero de pronto, como si fuese uno de esos cambios de viento inesperado, se torció la suerte del equipo cubano de boxeo con la sorpresiva derrota del campeón mundial del peso semicompleto Julio César La Cruz.

Minutos antes del desafortunado desenlace, su compañero de equipo Roniel Iglesias había extendido hasta cuatro la cosecha de metales bronceados para la escuadra cubana en este torneo.

El peso ligero welter pinareño igualaba así su actuación precedente bajo los cinco aros, al someter por 21-15 al uzbeco Uktamjon Rahmonov en una pelea sin mucho brillo.

Le costó a Iglesias encontrar el ritmo adecuado para ponerse delante después de un adverso 4-6 en el asalto inicial. “Nunca habíamos peleado y por eso en el inicio no pude desarrollar mi mejor combate. Es un boxeador que no pelea con mucha coordinación y tenía que estar preparado para esquivar ese tipo de golpes”, argumentó el cubano minutos después del pleito.

Luego de ese primer tramo incierto, desde la esquina se planeó la corrección del tiro. Iglesias reencontró un poco la distancia adecuada para colocar sus mejores golpes, y la renta se disparó con una notable ventaja de 12-4. A ello también contribuyeron los desaciertos del uzbeko, quien recibió un conteo de protección al recibir un buen swing de izquierda, y fue penalizado tras la tercera advertencia por pegar “manotazos” con el guante abierto.

“En el tercer round salí a controlar la pelea y por eso baje la intensidad”, explicó el peleador cubano, quien dijo sentirse muy bien físicamente y centrado en el gran objetivo. “Subir a lo más alto del podio es lo que quiero”, sentenció.

Después de esto, todos nos frotamos las manos en espera de otra velada perfecta. A fin de cuentas, el brasileño Yamaguchi Falcao no había demostrado grandes cosas hasta la víspera, cuando ganó la pelea de su vida.

Ya había sufrido en carne propia la calidad del púgil camagüeyano durante los pasados Juegos Panamericanos, y decidió cambiar de estrategia. Comenzó a darle resultados en el primer asalto, cuando los jueces decretaron un sorprendente 4-4.

Lejos de tomar la iniciativa, el sudamericano nunca propuso. Con la guardia bien armada se dedicó a esperar al cubano, y este nunca dio en la tecla para contrarrestar el planteamiento rival. La Cruz salió perdiendo por uno al tramo conclusivo, y le faltó ponerle una velocidad más al combate para cambiar esta historia.

Al final, la adversa votación de 15-18 fue la trompada más dolorosa para un peleador que doblaba en calidad a su rival de turno, y que lamentablemente se despide de su primera cita estival sin sumar al menos un metal a su corona planetaria.

Incrédulos ante semejante panorama, todos intentamos explicarnos lo sucedido. Pero nada de eso serviría para cambiar el destino de quien parecía el hombre proa de la nave cubana.

Visto que es imposible igualar las ocho medallas que se conquistaron en Beijing con dos hombres más en cartelera, les queda ahora a los cuatro medallistas del equipo cubano desatascar la cuenta de títulos que se frenó en la capital china.

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